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Mientras miro a los ciclistas recorrer Francia

Por Rafael Bayce.

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Caras y Caretas Diario

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Las trasmisiones deportivas se han beneficiado, en general, de los progresos técnicos en fotografía, registro de audio, sobreimpresiones en pantalla y multicámaras. Estos progresos técnicos han mejorado la descripción, comprensión y comunicación, y hasta una más amplia contextualización de los deportes, excepto en el caso del fútbol, como hemos planteado oportunamente. Es muy discutible que todos esos avances produzcan una mejor comprensión del juego en el fútbol, ya que los detalles incidentales y contextuales terminan siendo un obstáculo a la comprensión global del juego; aunque la ampliación de las emisiones hacia públicos cada vez más neófitos podría justificar comercialmente la pérdida de comprensión profunda del juego en provecho del mayor énfasis en la emocionalidad y folclorización contextual del espectáculo. Veamos en la presente columna lo que sucede en el ciclismo con las maravillas técnicas que evidencian las transmisiones del Tour de France.   Estetización y oferta turístico cultural El grado en que una persona puede disfrutar de una competencia ciclística por televisión sin mayor interés deportivo aumentó y eso seguramente redunda en un mayor atractivo estético y cultural de las transmisiones y en mayores audiencias; y ese plus puede ser también mercadeado como oferta turística con otro pequeño plus. Todavía es posible un mejoramiento mayor de la profundización cultural y turística de los recorridos cuando se ‘peguen’ a las tomas en carrera. Las tres principales carreras por etapas de la agenda ciclística mundial, Tour de France, Giro d’Italia y Vuelta de España, siempre desaprovecharon, por falta de medios técnicos, la posibilidad de comunicar la variada y atractiva belleza de los lugares recorridos por las carreras en esos tres países, de los más ricos cultural y turísticamente de Europa y del mundo. Eso está siendo enmendado por medio de una dedicación mayor de las cámaras (este año trabajaron a destajo drones y GoPro) hacia los entornos marítimos, montañosos, pueblitos pintorescos, gente diversa, monumentos, iglesias. Creemos firmemente que el arraigo popular del ciclismo por etapas en Uruguay hace posible que ese doble proceso de estetización y ‘turistización’ se cumpla entre nosotros con el resultado probable, no sólo de un crecimiento del ya abundante público de las transmisiones ciclísticas y de una mejor descripción de las particularidades culturales de los puntos recorridos por las carreras, sino de la promoción de dichos puntos como atractivos de turismo interno e incluso externo. Como esas grandes carreras europeas, nuestras mayores carreras de etapas –Vuelta Ciclista del Uruguay, Rutas de América– pueden tener sus imágenes exportadas por canales internacionales hacia la región y hacia el mundo. Debemos agregar que esas carreras uruguayas se realizan en semanas de alto flujo turístico, lo que hace aun más aplicable lo dicho, a imagen de lo ya hecho en Europa con las grandes carreras ciclísticas.   El mejoramiento de la transmisión deportiva Como antiguo cronista de ciclismo y fanático transitorio del deporte (junto a Conrado Hughes), he seguido la evolución de las transmisiones –inicialmente radiales desde la década del 40 en Uruguay, luego televisadas desde la década del 70– y también de las filmaciones del Giro d’Italia por cable desde fines del siglo XX, y ahora del Tour de France. Los progresos han sido múltiples y espectaculares en al menos tres aspectos: uno, en la estetización del recorrido y la mejoría de la definición de las imágenes; dos, en el interjuego de la filmación desde cámaras múltiples siguiendo a diferentes ciclistas con los sobreimpresos en pantalla que resumen la evolución de la carrera; tres, en la actividad enriquecedora y no redundante de los relatores y comentaristas que se entretejen oralmente con todas esas imágenes en vivo y en pantalla. Sobre el punto uno, ya hemos hablado más arriba en la columna: los progresos ya logrados y los que pueden sucederse a futuro. Sobre el punto dos, el interjuego de la filmación en vivo con los sobreimpresos en pantalla, hay bastante para agregar. En primer lugar, la revolución de los drones, que sobrevuelan con sofisticadas cámaras y cronómetros los distintos puntos ‘calientes’ en la carrera. Esto permite que el jefe de cámaras tengan insumos constantes de flujos de imágenes desde los distintos puntos importantes de cada etapa e influyentes en los distintos rubros de la competencia (la etapa diaria, la clasificación general individual, por equipos, premios al embalador, al  escalador, al más regular). Pero no sólo se tiene un flujo de imágenes continuo desde los puntos más estables y principales del desarrollo (por ejemplo, los escapados al frente en cada etapa, el pelotón perseguidor, el lugar de los primeros en la clasificación individual y por equipos, algún accidentado física o técnicamente, ahora algún punto alto estético o turístico), sino que desde los drones también se toman los tiempos que median entre los diversos actores relevantes, la distancia métrica entre ellos y la diversa velocidad promedial que cada actor desarrolla, lo que permite anticipar la evolución futura probable de las distancias, en segundos y metros, entre los protagonistas principales. Todo eso es trasladado a gráficas y sobreimpresos en pantalla para mejor ilustración de la televidencia. Por si fuera poco todo lo evolucionado, y pasando al punto tres arriba mencionado, la interacción de los relatores y de los comentaristas con esas imágenes en vivo y sobreimpresas es óptima y muestra que hay una extraordinaria producción y planificación de cada parte de la filmación-animación con el todo. Porque ellos, lejos de sobreabundar en lo ya visto en vivo y leído en pantallas por la teleaudiencia, le suman la especulación constante sobre la trascendencia que cada incidencia, cada diferencia, pueden tener en las diversos rubros premiables de la carrera; se incluyen evaluaciones de lo que cada corredor o equipo puede y debería hacer para defender mejor sus chances de mejor desempeño en cada rubro. El resultado global de la belleza y embellecimiento progresivo de la definición de las imágenes, de la estética mejorada del entorno, de la proximidad creciente y constante a todos los puntos importantes de la carrera, de la traslación de esa ubicuidad constante a resúmenes gráficos en pantalla, y de la inteligencia y pertinencia del plus que aportan los relatos, evaluaciones y especulaciones que los comentaristas orales hacen configura un verdadero logro de la comunicación contemporánea, un ejemplo de uso inteligente de los progresos técnicos y de la potencialidad múltiple del deporte como satisfactor de demandas emocionales y cognitivas y como vehículo eficaz de oferta para bienes y servicios materiales y simbólicos. Otra ventaja es que, a diferencia de las carreras ciclísticas uruguayas, que para seguirlas íntegras obligan a madrugar en vacaciones, las europeas, por la diferencia horaria, permiten un horario más amable de asistencia. Nadie me aparta del Tour de France en las vacaciones de julio de 2018.

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