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CON EL PRESIDENTE DEL CODICEN, WILSON NETTO

Netto: “No tenemos una crisis educativa”

Seguramente las clases de
Electromagnetismo y de Oscilaciones y Ondas que impartía en el IPA navegaban por aguas menos turbulentas que su gestión al frente del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública. Aun así, Wilson Netto no se arrepiente de haber asumido el desafío de revolucionar el sistema de enseñanza con ideas que dice traer desde que estaba dirigiendo el Consejo de Educación Técnico Profesional.

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Caras y Caretas Diario

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Por Mateo Grille

El presidente Tabaré Vázquez no utilizó la palabra revolución y prefirió hablar del cambio de ADN. pero en los hechos era lo mismo.

Los números que existen al momento avalan buena parte de las reflexiones de Netto respecto a la situación actual de la educación uruguaya en materia de inclusión, permanencia, promoción e infraestructura.

El antiguo profesor de física se emociona al hablar de la transformación educativa que transita el país cuando señala que ya en 2016 se alcanzó el objetivo de universalizar la educación para los niños de tres años, meta originalmente prevista para 2018.

Dice que hay que mejorar las condiciones de egreso de Primaria, que se está cerca de universalizar el acceso a la Educación Media Básica y que se duplicará el egreso de Educación Media Superior. Está absolutamente convencido de que aquella promesa de campaña que apostaba a que todo joven menor de 17 años estuviese en alguna propuesta educativa al término del quinquenio va rumbo a concretarse y lamenta que se hable de crisis educativa. “Decir que estamos en crisis es falso y por más que se repita, seguirá siendo falso”, dijo entre otras muchísimas cosas a Caras y Caretas.

***

¿Cuál es la situación actual de la educación pública a días de comenzar un nuevo año lectivo?

Creo que estamos mejorando en todos los indicadores y esa tendencia esperamos seguir profundizándola. Entran más chiquilines al sistema de enseñanza cada año, estamos cumpliendo metas, estamos haciendo obras como nunca antes, menos gurises abandonan las instituciones. Hay mucho trabajo por hacer, claro, pero estamos mejorando. Tenemos 60.000 personas trabajando, 700.000 estudiantes entrando y saliendo todos los días y 80% de la sociedad que estudia lo hace en nuestro sistema público. Con esos números tenemos todas las ventajas y todos los problemas de la sociedad conviviendo diariamente. Los desafíos que se plantean podrán superarse en la medida que todos los involucrados hagan su trabajo de la mejor manera.

¿Por qué, si se avanza tanto, diariamente se critica su gestión?

Creo que se ha politizado la discusión en torno a la enseñanza. Hoy no estamos confrontando modelos educativos. Estamos confrontando discursos que pretenden construir modelos educativos distintos en condiciones que no son ni por asomo las de Uruguay. No hay ningún proyecto concreto, ni presentado por anteriores autoridades de la educación ni por los nuevos colectivos que piensan cuestiones educativas. Está sí el viejo y manido discurso de que la “reforma Rama” no tuvo el tiempo suficiente de ejecución. Eso no es un proyecto, eso es un discurso que parte de un supuesto incomprobable. Nosotros no tenemos un proyecto de reforma, sino uno de transformación. Y es un proyecto de transformación profunda y progresiva. Y por eso no se centra sólo en los resultados parciales, sino también en los procesos de aprendizaje que llevan a esos resultados. No es una reforma tecnocrática que cuatro genios elaboraron y bajan la línea. No tiene nada que ver con eso.

¿La “reforma Rama” era de ese tipo?

Sí, y también es de ese tipo la que sostienen hoy algunos. Es un modelo que pretende reformar algunos aspectos, pero sin involucrar como factor decisor a los actores educativos. La alta jerarquía ordena y la plebe que ejecute. Nosotros no estamos en eso. Ese modelo para lo único que sirvió fue para que miles de docentes construyeran una coraza que les permitía cumplir pero no comprometerse con las transformaciones necesarias que la educación y el Uruguay precisan. Y nadie viene con un proyecto alternativo, son todas críticas mayoritariamente superficiales. Y no me voy a detener a contestar eso. Nosotros avanzamos como nunca antes en la descentralización. ¿Existía antes? No, no existía ningún proceso descentralizador, más bien lo contrario. No existían las regiones, ni los campus de la UTU. Había inspectores departamentales que además tenían competencias muy acotadas, se preocupaban de las goteras, si faltaba un profesor, si se caía un techo. Hoy hay comisiones de educación departamentales con profesionales que discuten los desafíos educativos del departamento, que no son iguales que los desafíos del departamento vecino. Hoy se puede trabajar sobre las capacidades humanas de los territorios y se construyen sobre esa base. ¿Eso se valida o no? No lo sabemos, porque nunca se discute. ¿Habrá que seguir con el discurso de la autonomía por centro? ¿Queremos centralidad tecnocrática y autonomía por centro o vamos a seguir mejorando las condiciones educativas con anclajes territoriales? Me encantarían críticas concretas sobre estas cosas.

¿Qué le pareció la propuesta del senador Mieres condicionando el voto favorable a la Rendición de Cuentas a su remoción?

No quiero entrar en el terreno de responder agravios. ¿Alguien sabe lo que se ha avanzado en términos de descentralización educativa en los últimos años? ¿Alguien sabe la fragmentación que tenía la ANEP hace unos años y la diferencia con la actualidad, compartiendo bases de datos con todos los actores de la enseñanza para trabajar en forma conjunta? Antes cada uno hacía lo que le parecía y si acaso se coordinaba algo con los jerarcas de cada Consejo. ¿Le vamos a dar alguna valoración a eso? ¿O vamos a seguir hablando de cualquier cosa? ¿El seguimiento de trayectorias educativas continuas, completas y protegidas es importante para el país o no? Discutamos en serio. Hay que sincerarse si nos interesa realmente el seguimiento de trayectorias educativas por parte del Estado o nos interesa el modelo del “sálvese quien pueda”, que es el que había hasta no hace mucho.

Se lo critica porque dicen que hace caso omiso a la crisis de la educación.

Esa crisis de la que hablan no tiene ningún sustento. Yo recorro el país con los intendentes de todos los departamentos y nadie te puede decir, mirándote a los ojos, que estamos peor que cuando iniciamos este proceso. Muy por el contrario, lo que te dicen los mismos intendentes de la oposición es que se ven cosas maravillosas que nacen en los mismos centros públicos de enseñanza.

¿Entonces de dónde salen tantas críticas y tanto discurso con la crisis educativa?

Del palacio de mármol y de los medios de comunicación. En la gente eso no está. Nadie te plantea nada de eso en las recorridas por los centros. Te pueden decir, a lo sumo, que falta tal o cual cosa, siempre desde una perspectiva positiva. Pero hay un bombardeo permanente, en el que se ha politizado demasiado el tema y no hay posibilidades de discutir objetivamente nada. Si queremos presentar la situación educativa general por sus accidentes, llegamos a conclusiones erróneas. Hace unos días se presentó un problema entre una familia y un funcionario y salió en la tapa del diario. Imaginemos la magnitud real del problema y la trascendencia que se le dio. En la enseñanza pública estudian 700.000 personas y hay 60.000 trabajadores. Uno tuvo un diferendo con otro y sale en la tapa del diario. Y se vende ese problema como la ley general. Eso es el bombardeo del que hablo. Si cada problema que hay con un docente, un padre, un alumno o un funcionario sale en la tapa del diario, nos volvemos locos. Esas prácticas buscan generar un caos en un sistema que no lo tiene, sino sería imposible que estudiara uno de cada cinco habitantes del país en él. Y si le damos trascendencia global a ese accidente, perdemos cualquier perspectiva seria de trabajar en esto. El accidente es accidente por definición. Esa estrategia del caos no la creen los docentes porque trabajan todos los días para mejorar la educación. Ni la creen los estudiantes que van todos los días del año ni los padres que saben del esfuerzo que realizan ellos y todos para que las cosas mejoren.

Lo que más me molesta es cuando llegamos a la descalificación por cualquier cosa, porque se horadan las bases mismas de nuestra convivencia. Si vos podés decir cualquier cosa de cualquiera sin nada que lo respalde, todos nos vamos degradando un poco. Cuando se critica a una maestra que promovió a alguien no se critica al presidente del Codicen, se critica a la maestra, a sus pares, a los técnicos, a los funcionarios, a todo el mundo, y no existe ningún respaldo para sostener la crítica. Pueden existir errores, pero por definición los errores son cosas anormales. No podemos tomar ese caso como la generalidad. ¿Y quien lo denuncia no es parte del problema? ¿O es un extraterrestre que no tiene nada que ver con el funcionamiento de su trabajo?

¿Usted cree que existe una intencionalidad manifiesta que busca generar caos en la educación?

Sí, creo. Entre la politización del asunto y la discusión de boliche sin respaldo objetivo, no se puede avanzar. Ahora están con el asunto de si soy o no el José Pedro Varela de la actualidad. Yo no me creo Varela ni creo en las reformas con nombre. Creo en los movimientos colectivos y en el profesionalismo de los docentes. No me creo con capacidades superiores a otros docentes que están en el aula en la construcción de educación. Todos somos constructores de políticas educativas.

No se cree Varela, pero ¿cómo le cayeron las palabras de la ministra?

Es que sacado de contexto cualquier cosa pude querer decir cualquier cosa. Para universalizar la educación media tenemos que tener decisión política. La misma decisión que se precisaba para universalizar la educación primaria cuando estaba Varela. Ese tipo de desafíos, como el que tenemos hoy, requiere de discusiones conceptuales e ideológicas porque hay que ver si vivimos en una sociedad que está dispuesta a que las oportunidades se distribuyan equitativamente entre sus miembros.

¿Usted cree que no?

Hay que ver si todos estamos dispuestos a discutir nuestros roles, hay que ver si no tapamos nuestros fracasos trasladando las responsabilidades a las familias que están desintegradas o a la situación económica de los chiquilines. Esa opción es la fácil y la más cobarde. La otra es asumir nuestro problema como sociedad, trabajar y salir adelante. No podemos estar hablando de las colas de UTU como una cosa insalvable. Tratemos de solucionarlo. Pero de los que egresaron de la escuela en 2015 más de 6.000 fueron a UTU. Y en 2016 fueron más de 9.000. Un crecimiento de 50% sólo para cursar el primer año de UTU desde el año pasado a este. Y eso son muchos grupos que empiezan a funcionar, con sus salones, sus profesores, sus materiales. Pero Secundaria también abre espacios por miles porque son cada vez más los que no abandonan y pasan de primero a segundo, de segundo a tercero. Ahora tenemos la pretensión de universalizar el acceso y el tránsito en Secundaria porque hemos generado una base material que puede proponérselo. Antes decíamos que queríamos que todos estudiaran, pero no había liceos o se caían a pedazos, no había cargos, no les pagaban a los profesores, los maestros cobraban una miseria, no había funcionarios.

¿El gobierno debería construir un nuevo relato educativo? ¿Debería confrontar con el mensaje permanente de la oposición en este y otros asuntos?

Nosotros tenemos que tener la capacidad de construir un relato de nuestra propia vida. Siempre lo planteo. Dejamos que cualquiera diga cualquier cosa y es cierto que no contestamos. Pero la realidad es porfiada. Nos propusimos universalizar la cobertura educativa desde los tres años en 2018. Ya en 2016 logramos ese objetivo. Ya está, hoy podemos decir que todos los niños de tres años tienen un lugar asegurado en la educación pública. Y lo logramos dos años antes de lo previsto. Pero además aumentamos los chiquilines que ingresaron en cuatro años y además recibimos más de 1.500 niños que estaban en educación privada y se volcaron a la pública. Estamos hablando de más de 30.000 niños que este año ingresan a la educación inicial pública, miles de nuevos en tres años, miles de nuevos en cuatro y cinco años y miles de esos que, además, llegan desde la educación privada. Y todo esto se hace con dinero que el Parlamento votó. Es esto lo que se hace con el presupuesto educativo. La oposición te pide metas y eficiencia, pero les enviamos los números con las metas y los resultados y no los leen. Se han creado 100 nuevos cargos de maestros, se han ampliado edificios para aulas de tres, se han construido otras. Es cierto que tuvimos demoras con funcionarios, pero se solucionó. En Primaria creamos nuevos grupos, en Educación Media también lo hemos hecho. Esto es objetivo. Desde 2015 hasta hoy hay 5% más jóvenes estudiando en 15 años, 7% más en 16 y 9% más en 2017. Y los más pobres son los que más aumentaron: 14% en 17 años. Esto es porque hay nuevas propuestas educativas que de alguna manera parecen ser más adecuadas para esas edades. En suma, en 2020 todo joven menor de 17 años va a estar monitoreado por la administración pública. Ya tenemos un sistema integrado en la educación pública y estamos generando un sistema integrado con educación no formal y con la educación privada para poder monitorear también a aquellos que están en otros ámbitos educativos. Nos comprometimos a eso, a monitorear a los muchachos menores de 17 años en alguna estrategia educativa y estamos en camino a lograrlo. La otra meta que nos propusimos fue duplicar el nivel de egreso en el segundo nivel educativo y hoy tenemos 42.000 alumnos en el último año del segundo ciclo y están egresando cerca de 18.000. Egresan menos de 50% y eso es poco.

¿Se puede avanzar en una transformación educativa sin el apoyo docente?

Habría que ver dónde está la voz de los docentes. No se puede desmontar un modelo y plantear otro sin el apoyo de los docentes y nosotros venimos trabajando en eso y hay mucho compromiso. Pero hay que ver quién representa a los docentes y quién no. Yo no puedo atribuirme la voz de los docentes, porque, aunque soy docente, hoy soy el presidente del Codicen.

¿El sindicato no es la voz de los docentes?

No, el sindicato expresa, se supone, la opinión de la mayoría de sus afiliados. Los docentes son una cosa muchísimo más amplia que eso. Y además estamos hablando de cuestiones pedagógicas. ¿La voz del docente en su ámbito educativo quién la tiene? La tienen los propios docentes. Y estamos haciendo todo lo que he dicho porque los docentes lo llevan adelante.

Cuando usted escucha a determinados actores criticar el presupuesto educativo mientras exigen resultados, ¿qué opina?

Que en cada cosa que hacemos hay un proceso brutal de aprendizaje. No es sólo decir “hice esto” y “estos son los resultados tangibles”. Tenemos que decir que hicimos esto y tuvimos resultados y además aprendimos cosas que permitirán generar futuros espacios de aprendizaje. No quiere decir que no esperemos resultados, sino que en esta materia las evaluaciones se hacen sobre cuestiones mucho más profundas. Siempre me preguntan por las obras y claro que eso es muy importante, pero nadie pregunta qué es lo que queda en materia organizacional en una comunidad. Estos intangibles tienen un peso mayor incluso que lo materiales.

¿Qué piensa de las críticas cuando vienen desde sus propios compañeros de izquierda?

Yo recorro el país permanentemente. A lo sumo te plantean desafíos, te dicen que quieren educación profesional en tal lugar, que quieren nuevos institutos, nuevas carreras, nuevas cosas. Pero nadie te dice que hay una crisis en la educación. Los planteos son siempre proactivos, de tener nuevas oportunidades. Y eso me parece muy bien, es parte de lo que debe pasar. Pero nadie te plantea que hay una crisis. Eso es falso. Es mentira. Hoy estudia más gente que hace 15 años en cualquier segmento que se analice. Hay más carreras, más estudiantes, más promoción y más recibidos. Es falsa la idea del caos. Hay un desarrollo real de la educación en el interior por el desarrollo de la Universidad, de la UTU, de la UTEC. Hay también una distribución de propuestas educativas en el interior que Uruguay nunca conoció. No es real, es mentira que las propuestas y los estudiantes estaban mejor en 2005 que en 2017. Es falso, es mentira y por más que se repita, seguirá siendo falso y mentiroso.

Pero hay quienes plantean un proyecto alternativo, por ejemplo la fundación Eduy21, que integran antiguos jerarcas de este gobierno.

Es más fácil decir que hay un proyecto alternativo, que estaría en construcción, que presentarlo en papeles. Acá trabajaron compañeros a los que se les pidieron propuestas concretas y nunca presentaron nada. Hablaron muchísimo, pero nada. Después, cuando estoy afuera del gobierno me pongo a trabajar en la construcción de un proyecto. Creo que es una situación a analizar. A esta mesa no llegó jamás un proyecto concreto de nadie. Lo que hay es lo que estamos haciendo, y podemos dar cuenta de ello. El resto son titulares, son posturas aisladas que pretenden, mesiánicamente, solucionar un problema extremadamente complejo. Hablar es facilísimo. Y hacerse el mártir también. No voy a entrar en la descalificación porque la sufrí y viví ese desprecio. Lo viví con compañeros muy valiosos que no pudieron expresar sus ideas. Muchos, además, se fueron a sus casas y se perdieron. Hablo sobre todo de los años noventa. La soberbia arrasó con muchísimos compañeros. La gente puede estar de acuerdo o no con lo que hacemos, eso está bien. Pero la descalificación no te la llevo y la soberbia de validar o no capacidades de la gente sin tener ningún respaldo atrás, tampoco. Acá pueden venir a plantear ideas todos los que quieran, podemos conversar, podemos disentir, pero hay un programa de gobierno, hay una dirección y hay un trabajo. Si despreciamos ese trabajo o si descalificamos a los que lo llevan adelante, no podemos conversar. Repito, no existió propuesta educativa alternativa. Hay dos discursos básicos: uno que dice que si hacemos esto y aquello, el mundo se transforma. Y hay otro que dice que si la forma de organización de la educación fuera otra, lo que implica tener otra ley y otra Constitución, si tuviéramos otro presupuesto y si los uruguayos fuéramos distintos, entonces tendríamos tales resultados.

¿Cómo se enfrenta ese discurso?

Es que es imposible discutir si de base tenemos que reformar la Constitución, tener otro presupuesto y otros uruguayos. Y se aprovecha ese discurso liviano para darle palo a una administración que debe regirse con un marco normativo determinado, que tiene un marco presupuestal determinado y objetivos que también están determinados por un compromiso con la ciudadanía, que eligió un proyecto para llevar adelante y no otro. Después viene otra instancia. Te pegan y te comparan con Finlandia o con Corea del Sur. Y no es serio. Por supuesto que queremos que los jóvenes tengan mejores capacidades, pero tenemos que partir del país en que estamos. Esas sociedades que a veces se ponen como faros comenzaron hace cincuenta años a hacer lo que nosotros estamos haciendo desde hace diez. Los mismos que descuidaron y empobrecieron a la Educación Media en el último medio siglo ahora se hacen los sorprendidos y preocupados. Viene este gobierno e intenta poner el acelerador en algo que está desatendido desde hace medio siglo y nos pegan con una comparación imposible. Generamos 384 edificios entre 2005 y 2013 y tenemos 980 escuelas urbanas y 1.116 escuelas rurales más escuelas de música y especiales. En Educación Media arrancamos con menos de un tercio de los edificios que tenemos hoy. Hoy tenemos más de 450 edificios en Educación Media y 360 en Educación Básica. Nos falta mucho, pero estamos trabajando. Hicimos 384 edificios en diez años y en este período haremos 439. Es una inversión absolutamente desconocida en el país. Estamos hablando de 800 edificios construidos desde 2005 hasta ahora en un parque edilicio que era menor. Es una revolución educativa de verdad. No es un proyecto, es una realidad concreta. Esto se tenía que haber hecho hace cincuenta años, y si hubiera sido así, estaríamos hablando de la universalización de la educación terciaria en Uruguay y no de la universalización de la secundaria. Y esas inversiones que había que hacer para exigir lo que ahora se exige no la hicieron quienes estuvieron en los gobiernos desde la mitad del siglo pasado hasta 2005.

Muchas críticas, pero poca autocrítica.

Claro. Nosotros estamos transitando una revolución educativa con una inversión desconocida para un país como el nuestro, con una escala como la nuestra, con tres millones de habitantes, con el millón y medio de población económicamente activa, con 29% de jóvenes. La gente mira poco esto, pero para ver un joven acá tenés que mirar con lupa. En Argentina, que es al lado, la mitad de la población es joven, en Brasil andan por 60%. Una sociedad con 60% de jóvenes tiene una dinámica que no tiene nada que ver con la nuestra. No se puede instalar un modelo desconociendo las particularidades del país. Las posibilidades de cada país son distintas y nosotros nos encontramos tratando de corregir distorsiones que ya tienen 50 años. Entre Formación Docente y Formación Técnica tenemos 34.000 alumnos, que es más que todas las universidades privadas de Uruguay. Y esos 34.000 alumnos que se forman en la órbita de ANEP son menos de un tercio de los que están en la Udelar.

Todo lo que venga de observación de la gestión o nuevas propuestas concretas, que puedan analizarse y contrastarse con el país real, se reciben. Ahora, si queremos propuestas que implican ceder la autonomía, no podemos recibirla, salvo que haya un cambio en la Constitución y se consigan votos y presupuesto para eso.

Una de las propuestas de campaña en materia educativa era que 100% de los jóvenes de hasta 17 años estuviera inserto en el sistema educativo. ¿Cómo estamos hoy?

Cuando decimos que en este período dejaremos las condiciones para universalizar la educación media, decimos que generaremos las condiciones mínimas para que esto suceda y habrá que seguir invirtiendo. Recién este año logramos asegurar una banca para todos los chiquilines de Educación Básica, que es hasta tercero de liceo. Vamos por el buen camino, pero falta.

Hay un dato que se ha venido consolidando, que es la mejora en el egreso de Primaria.

Sí, y nos tiene muy contentos. Este trabajo lo lidera Irupé Buzzetti y es muy interesante. Hay elementos concretos que muestran la mejora de los chiquilines en lectura y matemáticas entre primero y tercero. Con esa realidad concreta estamos trabajando para profundizar los conocimientos. Pero venimos de una realidad muy difícil, en la que había niños que si no aprendían a leer en primero, nunca más nadie les enseñaba a leer porque el programa dice que hay que aprender a leer en primero. Esa es la realidad que existía y se ha hecho un trabajo enorme. Hay materiales, hay estrategias, hay apoyo para abordar estos problemas. Por supuesto que hay dificultades, por supuesto que debemos mejorar, pero no estamos en el mismo lugar que hace 12 años. Y tenemos que encarar el problema de la formación de los que forman; eso también es imprescindible.

***

Exigencias y promoción

¿Hay menos exigencias para la promoción?

Está demostrado que si repiten, igual no van a aprender más. No hay ningún estudio que muestre que el gurí que repitió aprendió más. Generalmente lo que sucede es que el chiquilín se desvincula, si no es en primer año, más adelante. Hay excepciones, naturalmente, pero en números macro, el que repite por no haber adquirido los conocimientos que dice el programa más de una vez se desvincula. Y ese muchacho queda fuera de todas las posibilidades. Lo que Primaria está haciendo es tratar de acompañar los procesos socioemocionales con los procesos académicos.

El desequilibrio de estas dos dimensiones se ve más claramente en Secundaria

Creo que sí. La forma en que se gestó la educación media operó en ese sentido. Está la dimensión académica muy firme y no hay la suficiente preocupación por la dimensión socioemocional, biológica y hasta de construcción ciudadana. Da lo mismo si el chiquilín está o no inserto en un centro educativo porque sólo se ve la dimensión académica. No se lo mira en las otras dimensiones.

¿También debe discutirse la expectativa que se tiene de un estudiante de Secundaria?

La comunidad educativa debe desafiarse desde un punto de vista pedagógico para que todos aprendan. Pero también la sociedad debe entender que la educación media es un tránsito necesario para construir ciudadanos y para el fortalecimiento de la democracia. Cada vez que dejás un porcentaje enorme de chiquilines fuera del ámbito educativo, estás atentando contra la sociedad de derecho. No es que si estuviesen dentro del sistema educativo estarías atentando contra la capacidad de conocimiento del país, no. Estás atentando contra las propias bases del sistema de derecho.

Y el principal responsable de generar eso es el propio Estado.

Lo más fácil siempre es cargarle la responsabilidad de nuestro fracaso como sociedad a los más débiles. Es lo que hacemos siempre. Hoy la mirada es distinta. El más débil tiene toda la potencialidad de aprender si la estrategia es la adecuada. Nosotros trajimos desde UTU una propuesta que es la que estamos llevando adelante y que tiene cuatro pilares: integralidad, diversidad, trabajo como centro de organización de la sociedad e investigación. Respecto al trabajo, quiero aclarar que muchas veces no se entiende este pilar. No se trata de formar para el trabajo, se trata de entender que el trabajo es una forma de organización de la sociedad. No formamos para apretar tuercas, lo que decimos es que la lógica del trabajo no puede estar aislada de la lógica de organización de la educación en una sociedad. O tenemos una sociedad con el trabajo como principio rector o tenemos una sociedad con el sistema financiero como principio rector, por ejemplo.

Hablando de deserción

¿Cómo han evolucionado los números respecto a la deserción estudiantil?

Nosotros hicimos un seguimiento de la cohorte 2015. Ya habíamos hecho el seguimiento de los últimos tres años y nos daba que la media de pérdida de chiquilines que estaban en primero y que al año siguiente no estaban ni en primero nuevamente, ni en segundo, ni en ningún lado, es decir que no estaban, eran 10.800 de 50.000 que habían iniciado. Eso es brutal. Con esa realidad hicimos un programa de protección de trayectoria en el que integramos en un mismo programa a Primaria, Secundaria y UTU, y con esta dirección de Integración Educativa hicimos una investigación para saber las trabas existentes que posibilitaban que una persona abandone los estudios tan temprano. En 2015 vimos que 5% de los estudiantes que salían de la escuela nunca llegaba a ningún lado. Salió con el pase, pero nunca llegó a ningún lado. La falta de ese muchacho es una responsabilidad del Estado, es decir, tenemos que hacernos cargo de buscarlo si no viene. Su ausencia no es sólo una falta suya, es también una falta del Estado que debe asumir su protección. Eso es lo que a veces no se comparte. No podemos dejar que el Estado abandone a los muchachos que por diversas razones pueden dejar de concurrir a los centros de estudio. Ese 5% deserta antes de empezar; después están los que concurren quince días y abandonan, los que van un mes y abandonan, los que van seis meses, etc. En marzo, con las inscripciones cerradas, sabremos cómo comenzamos este año, si hemos podido bajar ese porcentaje, si más chiquilines se anotaron en segundo, si abandonaron menos.

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