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Mundo

la crueldad de una guerra interminable

Niños mueren congelados en el mayor éxodo de la guerra siria

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Hace casi nueve años atrás, cierta esperanza rodeaba Siria a la hora del levantamiento en pos de ideales de libertad y dignidad. Hoy en la mitad de una las crisis humanitarias más graves de la guerra algunos de los que pedían libertad y dignidad solo esperan sobrevivir al frío mortal soñando con un sitio que los logre proteger de una muerte prematura por congelamiento.

Mientras tanto el presidente Bashar al-Assad se encuentra más cerca que nunca de recuperar el ultimo territorio controlado por los rebeldes, la provincia de Idlib, al noreste del país , un escenario que favorecerá su victoria al mismo tiempo  que el sufrimiento del pueblo aumentará.

En los últimos tres meses, las Fuerzas armadas del gobierno de Assad apoyadas por los ataques aéreos rusos, intensificaron su presión sobre la provincia, arrastrando casi un millón de residentes en dirección a la frontera con Turquía.

Muchos se encuentran viviendo en precarias carpas o durmiendo a la intemperie expuestos a temperaturas mortalmente gélidas. Nueve niños murieron a causa de hipotermia severa en las últimas semanas. El éxodo es el mas grande de una guerra que condenó obligadamente a dejar sus hogares a 13 millones de personas y cobró cientos de  miles  de vidas, encontrándose entre los mayores de la Historia reciente, apenas un poco detrás de los musulmanes que huyeron de Myanmar para Bangladés en 2017.

Con cerca de 3 millones de habitantes presos, entre una frontera turca bloqueada al norte y bombas y proyectiles llegando desde el este y el sur, la crisis tiende a empeorar a medida que el gobierno lucha para recuperar Siria en toda su extensión.

-Las personas están intentando tomar las decisiones más difíciles de sus vidas, en condiciones que se encuentran lejos de sus manos-dijo Max Baldwin, director del programa para el Norte de Siria de Mercy Corps, agencia internacional de ayuda humanitaria.

Los sirios que huyen buscan seguridad en campamentos situados en la zona rural cerca de la frontera con Turquía o en ciudades que pueden ser bombardeadas en cualquier momento.

Los que tienen mas suerte consiguen abrigo en predios alquilados o abandonados, muchos de los cuales no tienen puertas ni ventanas.

Los menos afortunados duermen en carpas. Decenas de millares se amontonan en la calle o debajo de olivos cubriendo las ramas con lonas de plástico, alguna frazada o sin nada.

Los que pueden pagar compran combustible si es que encuentran. Los que no pueden cubren a sus hijos con sábanas de plástico y llenan cualquier bolsa que encuentran con agua caliente para descongelar las camas de los niños por la noche. Cuando se quedan sin madera queman zapatos y ropa siempre con el fin de lograr calentarse un poco.

Algunos huyeron transportando trozos de sus antiguas casas como puertas y pedazos de ventana con la esperanza de mejorar la protección de sus abrigos temporales o poder reconstruirlos algún día. Ahora se han convertido en leña para hacer fuego. Esto no está exento de peligros, y este mes una familia sufrió un incendio mientras dormía lo que provocó la muerte de sus dos hijos.

La población de Idlib es ahora el doble de personas, ya que más un millón de civiles provenientes de todas las partes de Siria luego de varías mudanzas terminaron allí. Hoy Idlib reúne disidentes con familias de todo tipo con yihadistas y rebeldes que utilizaron el caos para sumir el control político.

Los grupos dominados por Hayat Tahrir al -Sham vinculados a al-Qaeda, justificaron sus ataques al gobierno sirio llamándolo de «contraterrorismo».

Con gran parte del aérea debajo del fuego las organizaciones humanitarias no lograron llegar a los civiles o les cuesta horas entregar suplementos en los campos que se encuentran a pocos kilómetros de distancia porque las calles se encuentran congestionadas. Los trabajadores humanitarios que proporcionaban agua, abrigo y alimentos están huyendo de sus propias casas mientras intentan ayudar a otros, por lo que la ayuda humanitaria se encuentra perdida en el caos.

Hace mucho tiempo que los grupos humanitarios quedaron sin tiendas de campaña y no tienen recursos para comprar más. Es muy preocupante cuando las personas piden ayuda y no tienen ya nada para proporcionarles lo que llena de impotencia a todos los que pretenden hacer algo por los otros contando con graves impedimentos que no saben cómo resolver.

Hasta que la ofensiva del gobierno comenzara a finales del año pasado, Idlib mantenía una estabilidad frágil por un cese de fuego logrado luego de un acuerdo entre Rusia y Turquía.

Turquía protestó contra la violación del acuerdo y mantuvo conversaciones con Rusia, pero no dieron resultado. Rusia prometió restablecer el cese del fuego mientras sus aviones bombardeaban hospitales civiles. Turquía lanzo una contra-ofensiva modesta y pocos esperan que la masacre termine.

Estados Unidos que tiene 500 soldados en Siria descartó la participación militar en el noreste.

En el lado turco de la frontera, los refugiados sirios aguardan con desesperación mientras llaman a sus parientes en Idlib preguntando hacia donde pueden ir. Ya no soportan ver a sus hijos con hambre y temblando de frio.

Después de casi una década de muerte y dolor nadie puede entender hacia dónde va todo esto. Lejos de la defensa de los ideales que llevaron a la revolución por justicia y libertad, ya solo intentan encontrar un lugar tibio y no tener que asistir a la muerte de sus hijos por congelamiento en un duro invierno de guerra y desprotección..

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