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Política

Hay cada Caperucita vestida de lobo feroz

No era ciencia, ha sido siempre sumisión al interés del capital

Jorge Notaro «desbroza la maleza» de nuestros economistas interesados en el capital y no en el interés general

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Una de las afirmaciones más utilizadas por el discurso de las clases dominantes, consiste en negar que el empleo y el salario real aumentan o descienden paralelamente, y no en sentido contrario, como les gusta afirmar a dichos voceros.

En un reciente trabajo, publicado en resistencia.org, el economista Jorge Notaro, atendiendo al comportamiento de ambas variables en el panorama nacional afirma que para comprender este tipo de relacionamiento intervariables, “es necesario recurrir al nivel de actividad económica medido por el producto bruto interno (PBI)”.

Atendiendo a esta afirmación, muestra cómo en aquellos períodos “en el que el PBI creció, el empleo y el salario real también crecieron”; y agrega, refiriéndose a este mismo relacionamiento “cuando el PBI se contrajo, desde 1999 hasta 2003, el empleo y el salario real también se contrajeron. En el período 1999-2003 cayeron el empleo y el salario real, al mismo tiempo que el número de trabajadores despedidos aumentaba hasta niveles sin precedentes, a pesar de una importante emigración que reducía la oferta”.

Notaro señala, en su análisis que “en el período 2005-2014 en cambio, se observó una acelerada reducción de la tasa de desempleo y de los empleos de mala calidad, un aumento del número de trabajadores, un saldo migratorio positivo (ingresaban más personas a residir en el país que las que egresaban) y un aumento de los salarios reales”.

Y agrega: “Esto ocurrió en el contexto de un mercado de trabajo que los neoliberales consideran más rígido por una regulación creciente, la duplicación de la tasa de sindicalización y la fijación de todos los salarios mínimos por categoría en los consejos de salarios”.

Al referirse al modo en que las proposiciones que interesadamente se posicionan en línea con los intereses del capital, afirma que ellas suelen “disfrazarse” del lenguaje cientificista y//o técnico de los asesores de turno.

Un esfuerzo de elaboración “teórica”, que no impide mostrar que el “interés general de estos científicos”, no es otro que el interés que verdaderamente representan que es el del capital.

Se orientan por estos intereses y su fin es beneficiar a los mismos.

El argumento viene a cuento, en tanto muestra, el lugar que en las discusiones económicas ocupan las posiciones sobre las regulaciones, Notaro lo describe de la siguiente forma:

“En Uruguay el aumento de la tasa de desempleo en períodos de crecimiento repitió en el ámbito nacional la polémica sobre el papel de las regulaciones, las organizaciones sindicales y las políticas públicas. Fundamentos de la necesidad de flexibilizar el mercado de trabajo para lograr mayores tasas de crecimiento y de empleo se encuentran en Forteza y Rama, dos brillantes economistas nacidos en el Uruguay que sirven al Banco Mundial. Las conclusiones principales son que las reformas económicas son exitosas cuando los mercados de trabajo son flexibles, que la rigidez hace más lento el crecimiento y la recuperación de la recesión; se considera que la rigidez del mercado de trabajo es el resultado de la mayor sindicalización y del empleo público. Consideran que Uruguay tiene el mercado de trabajo más rígido de América Latina y Chile el más flexible, mientras que USA presenta el más flexible de los países industrializados”.

A pesar de estas “conclusiones”, señala el experto, ellas “no sobrevivieron a la crisis que comenzó en 2008 en los Estados Unidos”, recordando así que, “Chile creció menos que Uruguay  durante 2005-2009, este último año cayó el PBI un 2% y aumentó el desempleo, mientras que en Uruguay el PIB creció y aumentó el número de personas trabajando”, mientras que los “Estados Unidos presentaron los impactos más profundos de la crisis sobre el mercado de trabajo y requirió una creciente participación gubernamental inyectando dólares para apoyar a los bancos y otras instituciones financieras”.

El análisis que reseñamos, recorre el comportamiento de los datos del período 2015-2019, en lo que a salario y porcentaje de personas trabajando se refieren y las variaciones de las mismas, por los cambios en la composición del PBI.

Sobre este período señala “se aprecia un aumento del 7,8 del salario real y un descenso del 3,2 por ciento del número de personas que trabajan, variaciones que se explican por un cambio en la composición del PBI, por que bajan actividades que generan muchos puestos de trabajo. La mayor parte de las actividades se estancaron; los principales descensos se encuentran en la construcción (14,7 por ciento) y el comercio (4,3 por ciento); el principal aumento se observa en las actividades de transporte, almacenamiento y comunicaciones (37,1 por ciento)”.

Esta reducción indica, ha servido para reactivar la ofensiva ideológica, que ejemplifica en las posiciones del economista Ignacio Munyo, contra los derechos de los trabajadores.

En tal sentido recordaba cómo se afirmaba que “el aumento del salario real como causa de la reducción del número de personas ocupadas, a lo que se sumaría la automatización, la percepción de los empresarios sobre la rigidez de la regulación laboral y los altos costos laborales”.

Afirmaciones que desconocían, señala Notaro, “que con la pronunciada caída de la inversión privada no pudo implementarse ningún cambio tecnológico ni que las mismas «rigideces» y los «altos costos laborales» estuvieron presentes desde 2004 hasta 2014 y no impidieron el crecimiento simultáneo del número de personas que trabajan y el salario real”.

Notaro propone, como explicación para la reducción del número de personas que trabajan y el aumento del número de personas desempleadas desde 2015 hasta 2019 cuatro factores: “en el quinquenio el ritmo de crecimiento de la actividad económica se redujo a 6,6 por ciento, muy inferior al de los diez años previos; cambió la composición del PBI por una reducción de las actividades intensivas en mano de obra y expansión de actividades intensivas en capital; se redujo el nivel de actividad de las pequeñas y las medianas empresas (en particular, en el comercio), que son las que crean más puestos de trabajo, y que la inversión pública se redujo un 29 por ciento y la inversión privada, un 25 por ciento”.

Mientras que para comprender “los cambios en los indicadores del nivel de empleo” se precisa considerar:” a) el nivel de actividad económica, que al aumentar requiere más trabajo y al descender, lo opuesto; b) la relativización de esos indicadores por los cambios tecnológicos ahorradores de insumos y, entre estos, de mano de obra; c) qué actividades económicas y qué tamaño de empresa aumentan o reducen su nivel de actividad; d) la capacidad de los trabajadores de adaptarse a nuevas condiciones; e) que el Estado, con políticas activas y programas de empleo transitorio, puede reducir el desempleo”.

En los momentos actuales, nos recuerda el especialista y de acuerdo a los potulados de lo que denomina “coalición marrón de gobierno”, se impone, como necesidad “ineludible”, “bajar el salario para que aumente el empleo”, ese constante “prejuicio que las clases dominantes quieren vender como algo «científico» para aumentar sus ingresos, apoyadas en un enfoque teórico predominante en las universidades del hemisferio norte y sus filiales del sur, que supone que existe un mercado de trabajo que opera igual en Alemania que en la República Democrática del Congo, en Sri Lanka o en Bolivia”.

No es una novedad de la coalición “marrón”, nos recuerda, esto mismo fue lo que planteó Macri en los comienzos de su gobierno en Argentina, una ejecución que además de ejecutar a muchos, terminó siendo del tipo “ni, ni”, es decir: “ni aumentó el empleo ni aumentó el salario; por el contrario, ambos descendieron”.

El final del análisis de Notaro es demoledor para aquellos que, hoy y al igual que hace cerca de 35 años, afirman lo contrario:

“Para mejorar el nivel de empleo no se precisa recortar los derechos de los trabajadores; se debería promover la demanda interna en actividades y empresas que generan más empleos. Por ejemplo: colocando 1.000 millones de dólares en deuda pública para financiar un plan de vivienda popular; invirtiendo otros 1.000 millones para que el Instituto Nacional de Colonización aumente la compra de tierras para entregar a colonos y aspirantes; aplicando cambios en la gestión del Banco República para que implemente créditos a menores tasas de interés y mayores plazos para las actividades y las empresas que generan más puestos de trabajo; adoptando cambios en la gestión de la Ley de Promoción de Inversiones, priorizando a las pymes; creando, en esta situación de recesión, un fondo con el objetivo de generar empleos transitorios y proveer de recursos a familias de bajos ingresos, ejecutando obras de su interés.

La otra posibilidad es esperar la recuperación del crecimiento de China y que como ocurrió durante la última década, arrastre a la economía de todo el mundo contribuyendo a que en Uruguay las exportaciones superen el estancamiento y el nivel de actividad económica recupere el crecimiento”.

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