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Con la senadora Lucía Topolansky

“Si no pensamos en el recambio, nos pasan por arriba”

El décimo congreso del MPP se realizará entre el 24 y 25 de junio y pretende discutir de cara a un cuarto gobierno frenteamplista. La senadora Lucía Topolansky recibió a Caras y Caretas para hablar de los desafíos que se plantea la organización para esa etapa, de los problemas actuales del gobierno y de las críticas del ministro de Economía y exvicepresidente Danilo Astori a la pasada gestión gubernamental encabezada por José Mujica.

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¿Qué desafíos enfrenta el nuevo Congreso del MPP? Yo creo que debemos valorar el momento histórico que estamos viviendo, que es de una complejidad importante a nivel mundial. No sabemos si mañana cuando nos levantemos el muchacho de Corea del Norte habrá tirado tres cohetes o el señor [Donald] Trump habrá tomado alguna medida estrafalaria que repercutirá en todos nosotros. Hay una coyuntura mundial extremadamente cambiante y hay que estar alertas. La cuestión es definir un rumbo y respaldarlo todos los días. Incluso hay que saber que aunque definamos un camino, estamos dentro de un “sistema-mundo” que se maneja sin pedirnos opinión, por lo que las cosas que pensamos se pueden dar o no porque nos cambiaron el escenario. Esa es la complejidad de los tiempos. Debemos tener la ductilidad necesaria en la cabeza para no atarnos a esquemas porque los cambios están siendo rapidísimos. Lo importante para pensar es tener un método y desgraciadamente nos está faltando eso en la izquierda.   ¿Cómo se enfrenta esa ausencia de método? La formación es quizás de los aspectos más relevantes que hay que atacar. Y compromiso también nos puede estar faltando. Tenemos que tener claro que, por más que a veces parezca que todo anda mal, sólo se pierde si se abandona. Y la lucha es básicamente eso, seguir luchando y no bajar los brazos. Teníamos una ola progresista y ahora no está eso. Sigamos adelante, entonces, adaptándonos a la nueva realidad.   Se ha hablado mucho del fin de la ola progresista en América Latina. ¿Cuál es la valoración que hace usted de esta situación regional?  En Brasil hay una situación muy difícil, pero hay lucha popular. Invitamos a Lula al congreso porque creemos que hay que visibilizar las cosas que se han hecho y que muchas veces quedan tapadas por las operaciones de la derecha. Lula sacó a cuarenta millones de tipos de la pobreza. Eso se dice muy rápido, pero es muy difícil de hacer, es casi imposible. Lo hizo y por eso lo están persiguiendo, no por otra cosa. Un total de 40 millones de tipos que no comían, comen. Lo mismo le reconocemos a los chinos: no es fácil hacer que mil millones de chinos coman diariamente, pero lo hacen. Hemos celebrado la victoria de Lenín Moreno en Ecuador, lo conocemos, es distinto a Correa, pero es complementario. Hay que ver qué pasa en Bolivia; allí hay una gran figura, que es el vicepresidente Álvaro García Linera, pero le juega en contra ser blanco. Vemos con mucha preocupación el proceso chileno, allí no parece que la izquierda esté dando pie con bola. Está muy fraccionada. Es la gran ventaja que tiene Uruguay. Tenemos esa solución perfecta de los viejos fundadores: unidad en la diversidad. Ninguno es más fuerte que todos juntos. Nos precisamos. Si nos dividimos, nos ganan. Así de simple. Yo les decía esto a los compañeros de Podemos. Si ellos hubieran cedido un poco y otro poco hubiese cedido el PSOE, hoy Rajoy no estaba gobernando España. Se perdieron esa oportunidad. Chile tiene ese gran problema y nos preocupa mucho. Colombia es otra situación a atender. Mucho depende de lo que resulte de este proceso de paz. Las FARC, ya como grupo político legal, tiene 20% de apoyo, lo cual es gigante, pero debe buscar la unidad con otros grupos de izquierda. Deberán ceder un poco y otros deberán hacer lo mismo. No hay unidad desde la imposición ni desde la renuncia total.   ¿Cómo ve a Venezuela? Nos preocupa mucho Venezuela, porque allí la izquierda tomó el formato de partido y ese formato es excluyente respecto al formato de frente. En este momento hay izquierda fuera del PSUV, más allá de que dentro hay distintas posiciones. Eso, sumado al problema económico derivado de la estructura económica histórica de Venezuela y al precio del petróleo, que es muy bajo y nadie sabe cómo se comportará, hace que no se avizore un horizonte estable. El país está partido en dos; apostamos al diálogo y esa es la única salida posible. Las partes deben sentarse y tolerarse en la conversación. Chávez dejó un vacío enorme, es claro. Nadie podía prever su muerte y es probable que cuando se enteró no le dieran los tiempos para generar un recambio de otro tipo. Yo no sé qué peso tiene Maduro dentro del PSUV y no sé si la convocatoria a una Constituyente es la salida. Paraguay es tierra de nadie. Es el país menos institucionalizado del continente. Lugo tiene buenas encuestas, pero no sé el futuro del Frente Guazú. En Perú se juntó la izquierda, o está intentando hacerlo, con la conformación del Frente Amplio. Está liderado por Verónika Mendoza, que entró tercera en la elección, muy cerca de Keiko Fujimori. Nos queda Argentina. Para entender a Argentina hay que entender al peronismo. Hasta que llegó Perón, o Evita más concretamente, los trabajadores argentinos estaban olvidados. El país había recibido inmigración de todos lados, había trabajadores de medio mundo, pero nunca lograron construir lo que se construyó en Uruguay con la unidad obrera, que fue el preludio de la unidad política de la izquierda. En Argentina no se dio ese proceso, nunca consiguieron la unidad y bastante sufrieron esa situación. Con la llegada de Perón y de Evita los trabajadores se hicieron visibles para todos y eso caló muy hondo en Argentina. Ese proceso, que es distinto al nuestro, que es mucho más dividido, que no logra unificar a las fuerzas sindicales ni estudiantiles, tiene un impulso muy grande con la llegada de Perón al Ministerio de Trabajo porque allí ese hombre comienza a convocar a los sindicatos, les da protagonismo y derechos. El proceso político y social en Argentina tiene mucho que ver con Perón y cada cual interpreta a Perón como quiere. Es imposible soslayar su importancia y es imposible entender a Argentina sin ese cúmulo de experiencias. El Partido Justicialista es un arco enorme de posiciones, de todo tipo, de derecha y de izquierda, y es un poco la cantidad de interpretaciones de un personaje muy contradictorio como fue Perón. Hay una consecuencia concreta de todas esas interpretaciones de Perón y es que en Argentina no se puede gobernar sin el peronismo, porque el peronismo es todo. Y lo vamos a ver en octubre, porque estoy segura de que el peronismo avanzará en las elecciones y Macri va perdiendo aliados. Macri fue un candidato de ocasión y ganó por la división del peronismo. Eso permitió su victoria y acá vemos de nuevo la importancia de la unidad. Massa es peronista, De la Sota es peronista y Cristina es peronista, pero acudieron todos divididos a las elecciones y, aunque sumados juntaron más votos que Macri, ganó Macri. Hay que leer las cosas. El barrio está complicado, es cierto, pero está en pie de lucha, así que nada se ha perdido.   ¿Y en Uruguay? Acá tenemos una responsabilidad enorme; preservar el legado de aquellos viejos visionarios que lograron unificar políticamente a todos los sectores de izquierda.   ¿Ve peligrar ese legado? Veo que hay viejos códigos de la izquierda que están siendo puestos en tela de juicio.   ¿Por ejemplo? Las resoluciones de un congreso o un plenario son sagradas. Puedo ganar o perder, pero debo tener determinada pauta de conducta una vez resuelto en el colectivo. Ahora parecería que la pauta de conducta la da Twitter. La da la necesidad de comentar algo, cualquier cosa, para que creas que alguien te lee. La da esa necesidad del strip-tease ideológico. Pienso también en discusiones de bancada. No nos levantamos y estamos enviando un mensaje por Twitter. Es enfermizo. Como perdí, me corto solo, largo un mensaje para que lo lea todo el mundo y me siento tranquilo. Si no le damos un apoyo enorme a la formación política, corremos el riesgo de que esta herramienta maravillosa se nos melle. Y eso sería la muerte.   ¿Cómo le cayeron las críticas públicas del ministro de Economía y exvicepresidente Danilo Astori a la anterior gestión anterior del FA? Esas declaraciones, como otras que ha habido, son parte de discusiones que debemos dar en las instancias que tenemos en el Frente Amplio [FA], en los congresos, en los plenarios, en la Mesa Política, o en las instancias de gobierno, en la bancada o en el Consejo de Ministros. No ganamos mucho exponiendo diferencias que no se discuten donde se deben discutir y con quienes se deben discutir. Acepto que tenemos opiniones distintas sobre muchas cosas, sobre el rol de las empresas públicas, por ejemplo, pero discutámoslo donde debemos y aceptemos los resultados. Busquemos el consenso, que eso nos ha hecho grandes. Y si no logramos eso, si no podemos asumir que quizás la búsqueda del consenso determinará ceder un poco, pues vayamos por mayoría y minoría y respetemos ese resultado. La novedad que trajo este último período de gobierno es que nos vamos enterando de que la madre de todas las culpas fue la gestión anterior. Y eso es injusto porque se terminó un gobierno con cosas positivas y otras negativas. El gobierno anterior, que fue de todo el FA, dejó un cambio en la matriz energética histórico, un cableado y acceso democrático a la fibra óptica como nunca se pensó, dejó una enorme agenda de derechos que todavía es admirada por medio mundo, en fin. Habrá cosas discutibles, claro, no fue perfecto. Pero nada ganamos sacando el sayo de esa manera. El tema Ancap es discutible como todo, pero seamos francos sobre cuál es la discusión que queremos dar. Si queremos discutir el papel de las empresas públicas, hagámoslo. Y respetemos lo que se resuelva, nos guste o no. Tratemos de ir por esa discusión colectiva y no por otros caminos. Todos le reconocemos un peso enorme a Danilo, fue el único compañero que fue como primer candidato común en todas las listas. Ese es un honor que no tuvo nadie. Después no pudo ser candidato a presidente, pero eso no mella en absoluto su enorme peso. Ni Pepe ni Tabaré fueron candidatos comunes. Solo Danilo. Cuando yo digo que hay que ver qué hace Danilo, si se presenta o no, es porque una cosa es una elección con él y otra es sin él, y el FA debe pensar en la transición.   ¿Le preocupa el recambio generacional? Creo que hay que hacer ese recambio porque el peor fracaso es no generar ningún equipo futuro. El recambio no sale de una galera, hay que trabajarlo. Si no pensamos en eso, nos pasan por arriba. Pepe ya dijo que no va y no va a ir.   ¿Usted qué cree que hará Astori? Es que no me animo a contestar. Leí una entrevista hace unos días, pero no quiero discutir por la prensa. Fuimos a la Mesa Política y planteamos las dudas que teníamos. Allí se discute.

¿Cambió el rol de las empresas públicas para el gobierno?
Hubo un cambio, sí. En el anterior gobierno se priorizó la inversión. Algunos entendemos que son las empresas más importantes del país. Tienen que tirar de la economía. Pero si vos las usás sólo para sacarle dinero para llevar a Rentas Generales, y no invertís, pasa lo que pasó cuando llegamos al gobierno, o sea, teníamos unas empresas públicas en muy mal estado. Las fuimos reflotando con el primer gobierno, las apuntalamos con el segundo y en el tercero vino una retracción. Y eso se nota en la sociedad. Esta es una discusión política; ni mediática ni ideológica. Y la vamos a dar.
Un nuevo consenso
“Este Frente Amplio no es el mismo de su nacimiento. En aquel momento la columna vertebral del acuerdo eran los socialistas, los comunistas y los demócrata cristianos. Eso hoy es distinto, los socialistas tienen peso fluctuante, el Partido Comunista está estancado y, por ahora, es chico, y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) es muy pequeño. A su vez, han crecido otros grupos y algunos han mantenido la mayoría durante un buen tiempo. Además tenemos 36 grupos y no puedo creer que existan 36 visiones de izquierda en este país. Cuando Fidel [Castro] vino en 1995 y fue a la intendencia, saludó uno por uno a los delegados de los grupos del Frente. Éramos una cantidad. Cuando llegó al final, preguntó: “¿Por qué hay tantas visiones de izquierda en un país tan pequeño?”. La pregunta estaba cantada. Bueno, ese problema se ha agravado. Yo creo que hay que repensar el contrato que nos une, lo que no quiere decir que haya que dinamitar nada. Quiere decir que pasaron casi 50 años. Tenemos que actualizarnos un poco”.
El congreso y su nombre
“El décimo congreso del MPP se llamará Raquel Dupont, que fue una gran compañera que falleció y cuyo mayor destaque fue el compromiso. Siempre, hasta el último día, estuvo con los compañeros. Incluso pidió que la cremaran y sus cenizas fueran tiradas al mar, salvo un puñadito que debíamos poner en una maceta del local para que siempre estuviera cerca de los compañeros. Eso puede tomarse como una anécdota, nada más, pero quisimos reflejar ese compromiso nombrando al congreso en su memoria”.

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