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AUNQUE SE DIGA QUE AÚN FALTA

Que sí, pero que no: rumbo a 2019

A dos años del agite para las internas de cara a la elección nacional de 2019, quienes se avizoran como posibles candidatos de la fuerza política de gobierno dicen no querer hablar del tema. Pero hablan y es inevitable que a quien le interese la política especule.

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Por Isabel Prieto Fernández

La rueda de nombres hace rato que comenzó a girar, y hasta se podría decir que con las vergüenzas del caso, porque si se les pregunta directamente dicen que es temprano para hablar de candidaturas, pero… En esos suspensivos entra de todo, incluidas las famosas “fuentes”, a las que ni siquiera es necesario preguntar, porque apenas te saludan y te largan la famosa “información confidencial”, que, por supuesto, es “sólo para que lo tengas en cuenta si vas hacer algo con el tema de las posibles candidaturas”. Y una se queda pensando si es tan así como te la cuentan o si “confiaron” para que pongan algún nombre en danza. Al final, si de especular se trata, mejor manejarse con la historia y tratar de sacar alguna conclusión lo más sensata posible.

Lo que el tiempo nos dejó

Una de las características del sistema político uruguayo es la resistencia a los cambios, que se producen, casi exclusivamente, en circunstancias críticas.

Lo dicho no solamente está referido a la lentitud con la que se procesan las alternancias en el gobierno, sino también a la escasa tasa de renovación de sus figuras diferenciales.

Igualmente, algo ha cambiado en el tránsito de un siglo a otro. Esto es, que el tradicional bipartidismo –con hegemonía colorada–, que marcó al siglo XX, dio lugar a un efímero tripartidismo con la irrupción del Frente Amplio (FA) como fuerza política ascendente. Correlación transitoria, en cuanto el acceso al gobierno por el FA en 2005, daría a lugar a tres elecciones consecutivas en las que se volvería a una suerte de nuevo bipartidismo que se materializaría en la disputa entre la “derecha” y la “izquierda”, producto de la eliminación de la Ley de Lemas, la institución del balotaje y el declive del Partido Colorado. Todo esto en un panorama en que la pauta parece ser el desplazamiento al centro de las políticas partidarias, dejando espacios marginales para la acumulación electoral de derechas e izquierdas, entendidas en el sentido clásico de los términos.

En lo referido al FA, ganó tres elecciones consecutivas con mayorías parlamentarias, lo que hubiera sido impensable tres décadas atrás. Esa situación favorable le permitió tener las manos libres para realizar las transformaciones que el país requería, particularmente luego de la crisis de 2002, que, además del impacto desquiciante que tuvo en la economía y la sociedad, transformó radicalmente la correlación de fuerzas entre los partidos.

Por ende, en sus dos primeros mandatos, el FA se benefició del viento de cola que le imprimieron a la economía el ciclo expansivo del capitalismo mundial y los altos precios de las materias primas que colocaba en los mercados.

El primer gobierno de Tabaré Vázquez se caracterizó por la superación de los efectos de la crisis de 2002, por la recuperación de la confianza del empresariado, por la ejecución de dos grandes reformas, la de la salud y la impositiva, que estaban impuestas por el programa, y por la recuperación de estándares de vida que habían descendido dramáticamente.

El gobierno de José Mujica transitó sobre los pasos de su antecesor, casi universalizó la fibra óptica, cambio la matriz energética y avanzó en aspectos de la superestructura, como la nueva agenda de derechos, que abarcó temas como la regularización de la producción y el consumo de la marihuana, el matrimonio igualitario y la liberalización del aborto (cuya legalización por parte del Parlamento había sido vetada por Vázquez), pero no fue mucho más allá.

Sin embargo, el ciclo expansivo en el que se desenvolvieron los sucesivos gobiernos progresistas parece haber llegado a su fin. Reflejo de ello es que la constelación de gobiernos progresistas que proliferó en el continente en la primera década del siglo ha entrado en una cuenta regresiva. Con esos datos en la mano y teniendo en cuenta que aún faltan casi tres años para los nuevos comicios, y dos para ganarse un lugar de destaque para pelear en la interna partidaria con chances, se podría pronosticar que el ciclo progresista está peligrosamente comprometido y que, al menos, la quimera de las mayorías absolutas no volverá a repetirse.

El secreto a voces

En esas condiciones, pese a que se diga que “de eso no se habla”, ya se advierten movimientos en el FA tendientes a perfilar candidaturas para 2019.

Para esbozarlos, es necesario tener presente que los dos últimos gobiernos frenteamplistas tuvieron la característica de ser mandatos “bicéfalos”, sostenidos por la alianza tácita establecida entre Asamblea Uruguay (AU) y el Movimiento de Participación Popular (MPP). Los momentos de ruptura que tuvo esa concertación hicieron escorar al gobierno del FA, lo que parece haber tomado cuerpo en la actual administración, que tiene claro que si se disparan las contradicciones eso podría significar el final anticipado de la hegemonía del oficialismo. Aquí vale la pena recordar que la diferencia clara entre los liderazgos de Vázquez y Mujica radica en que, si bien ambos se fueron del sector al que pertenecían para asentar la unidad en su masa de votantes, Vázquez dejó de pertenecer plenamente al Partido Socialista (PS), mientras que Mujica mantiene claros sus vínculos –y su ascendencia– con el MPP.

Volviendo a lo que se decía, no es casual entonces que AU y el MPP dividieran sus áreas de influencia. Mientras Danilo Astori y su equipo son los árbitros incuestionables de la conducción de la política económica, otras carteras, particularmente las vinculadas a la seguridad y la defensa, han sido prácticamente un patrimonio del MPP, que si no tiene allí a sus titulares, tiene a su gente secundándolos.

Para realizar el arduo ejercicio de imaginar qué candidaturas podría llevar el FA de cara a 2019, habría que tener en consideración esa bicefalia aludida.

Hoy por hoy, el candidato por excelencia sería Mujica. Por las razones que fuere, posee un carisma que lo hace de por sí un presidenciable exitoso. Esa sensación se refuerza, más que por los logros de su presidencia, por su indiscutible popularidad entre los sectores más humildes y por la formidable campaña realizada en el exterior por “el presidente más pobre del mundo”, eslogan discutible que, a estos efectos, poco importa. El flanco vulnerable es su edad. En el caso hipotético de que asumiera por segunda vez la presidencia, lo haría a los 85 años, lo que lo convertiría, sí, en el más anciano del mundo. Una variante a esa caducidad biológica podría ser encabezar una fórmula con un alterno de su paladar, aunque debería pertenecer a otro sector, porque la fórmula no puede romper los repartos de poder que ha efectuado el FA para poder alcanzar el gobierno.

El ministro de Economía y Finanzas, Astori, ya perdió en las elecciones internas, ante Vázquez primero y ante Mujica después. Por otro lado, su estrella no parece haber ascendido desde entonces, sobre todo si se tiene en cuenta que hoy por hoy comienza a ser el administrador de la recesión, y esa condición no va del brazo con la simpatía.

Dejando de lado esas dos figuras, será preciso pensar en el actual intendente de Montevideo, Daniel Martínez, una persona más joven, ingeniero, masón, integrante del PS, de relativo consenso dentro del FA y que, precisamente, por no pertenecer ni al MPP ni a AU y por tener gran aceptación en la opinión pública, podría postularse a la presidencia en virtud de acuerdos entre los pesos pesados de la política frenteamplista. Un elemento en su contra es que, ni de lejos, tiene la presencia carismática de Vázquez y Mujica, pero eso puede contrapesarse con su fama de buen administrador. En ese caso, la incógnita a despejar es quién lo acompañaría en la fórmula.

Desde AU, no aparecen figuras de fuste para la liza. Tal vez pueda pensarse en Mario Bergara, actual presidente del Banco Central, y tal vez en Pablo Ferreri, subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas e integrante de la lista 99. Ha trascendido que, desde hace varios meses, Mujica se reúne periódicamente con Bergara y que hablaron del tema candidaturas. En privado, Bergara manifiesta su disposición a aceptar postularse a la presidencia y es notorio que ha rechazado ofrecimientos para desempeñar cargos en el exterior. A pesar de eso, cuesta considerar a Bergara más que a la sombra de Astori, aunque él se ha encargado de diferenciarse de este en sus opiniones y declaraciones políticas.

En las filas del MPP, en cambio, las alternativas son más versátiles. Potenciada especialmente por la senadora Lucía Topolansky, la actual ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, no es una figura a desdeñar, y quizá sea la única mujer con la que cuenta el FA que logre ir más allá de una posible candidatura a la vicepresidencia. Algunas otras propuestas, provenientes de la misma vertiente, vienen de derrotas en la interna frenteamplista, pese a haber tenido el espaldarazo de Mujica. Tales son los casos de Ernesto Agazzi, de la propia Topolansky y de Alejandro Pacha Sánchez, quien representa a la nueva generación del MPP, quien podría considerarse una figura a tener en cuenta en el futuro. Un convidado de piedra en este convite podría ser el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, hombre de plena confianza de Mujica, que desde hace siete años ejerce la titularidad de una de las carteras más desgastantes del gobierno. Quizá habría que tener en cuenta al que, aparentemente, parece ser el más prometedor para instancias a más largo plazo: el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, pero la legislación le permite ser reelecto para un nuevo período al frente del gobierno canario.

Constanza Moreira, que en su momento apareció como interesante figura renovadora dentro del FA, está distanciada del MPP, y muy alineada con la candidatura de Martínez, por lo que podría jugar un importante rol si ganara el FA en 2019, pero lejos de la fórmula presidencial. No se puede olvidar que su adscripción al Espacio 609 y su posterior distanciamiento no han favorecido su presencia en la marquesina de los presidenciables. De todas maneras, y a juzgar por su carácter, sí es probable que se presente y que, por estrategia política, cuente con los dos tercios de los votos del Congreso que habiliten su precandidatura. Pero seguramente no irá más allá de eso.

Distanciados del pelotón, cierran filas el presidente de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Álvaro García, y la senadora Mónica Xavier, ambos socialistas que, por diferentes razones, están lejos de constituirse en probables candidatos de una fórmula presidencial, y el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro.

El poder de Mujica

De todas maneras, una cosa es innegable y extraña cuando se analizan las posibles precandidaturas: la incidencia de Mujica. Lo que resulta extraño es que hablamos de una persona a la que nunca le fue bien a la hora de postular a alguien. La única vez que tuvo éxito en esas lides fue con Ana Olivera, candidata a la Intendencia de Montevideo –triunfadora a la postre– gracias a la estrategia utilizada por Mujica. Aquella jugada dejó fuera de la contienda a Martínez (a quien la vida le dio revancha cuando le ganó a Topolansky en la última elección departamental) y condicionó a Olivera al fracaso, a pesar de no haber tenido una mala gestión. Definitivamente, a los electores no les gustó y lo demostraron con un 10% de votos en blanco y anulados.

Sin embargo, a pesar de esos antecedentes, parece que lo fundamental para que un político frenteamplista tenga chance de postularse para la precandidatura es contar con el aval de Mujica.

El nombre de Bergara comenzó a sonar gracias a las reuniones con el ex presidente. El de Cosse siempre viene acompañado de un “le gusta al matrimonio Mujica-Topolansky”. Moreira carga con su cruz a partir de las desavenencias con esa dupla y es fácil percibir que no podrá zafar. Martínez, cuya relación con Mujica era mala a ojos vista, lo recibió en su despacho. Antes de eso, había nombrado a Pablo Inthamoussu como director de Movilidad y a Ramón Méndez como coordinador de un gabinete departamental que ignoraba al MPP. Luego del encuentro, fuentes cercanas al intendente afirmaron que habían hablado de “cómo está planteada la situación hacia 2019”.

Al final, una cosa está clara y hay que ser ciego para no verla: por ahora, se viene el candidato que más le gusta a Mujica. Le dicen Pepe.

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