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Hallazgo arqueológico

Nuestros ancestros y las altas montañas

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La revista Nature publicó en Mayo de este año el descubrimiento por parte de un monje budista de la mandíbula de un denisovano (sub especie de homosapiens con aproximadamente 160.000 años de antigüedad) en la cueva china de Karst Baishiya, en la meseta tibetana.

Los restos estaban a 3.280 metros de altura con lo que puede concluirse que los denisovanos se habían logrado adaptar a las alturas mucho antes que los sapiens, cuyos restos en la montaña rondan los 40.000 años.

El hallazgo indica que esta variante genética contaba con una  importante capacidad de adaptación a la altitud.

Los Homo Sapiens partieron desde África aproximadamente hace 70.000 años en un acontecimiento que transformó el mundo. Esta especie ya había salido del continente en otras ocasiones pero en ninguna migración habían logrado transformar el mundo como en la última. Las generaciones nuevas se esparcieron por toda la tierra convirtiéndose en la única especie humana viva en el planeta.

Se suponía que las montañas más elevadas conquistadas por nuestros antecesores supuestamente no superaban los 2.500 metros ya que luego la falta de oxígeno vuelve difícil la sobrevivencia de los seres humanos los que tienen que enfrentarse a temperaturas muy bajas, terrenos áridos y una radiación ultravioleta poderosa, sin embargo descubrimientos recientes muestran que los seres humanos habían seguido hace tiempo el llamado de las montañas.

Esta semana, la revista Science publicó que la mandíbula china no se encontraba acompañada de restos arqueológicos que demuestren una adaptación de  aquellos seres humanos a la altura, por lo que la llegada del denisovano, puede haber sido meramente circunstancial según un investigador de la Universidad de California en Merced(Estados Unidos).

Sin embargo la misma revista ha publicado el resultado de una investigación efectuada por un equipo internacional de científicos que ha logrado aportar evidencias arqueológicas capaces de sustentar la idea de que existió un prolongado asentamiento en montañas muy elevadas, como Bale en el sur de Etiopía

La supervivencia hace 45.000 años cuando el lugar se encontraba circunvalado por zonas muy secas, en el refugio de Fincha Habera situado a unos 4.000 metros de altura  se debió a la existencia de un gran roedor de más de medio kilo de peso, fuente de alimento abundante, como se ha demostrado a raíz de restos de  estos animales encontrados en los yacimientos humanos de la época.

El 93,5% de los restos pertenecen a esta rata topo de gran dimensión. Aparentemente las asaban ya que hay muchos huesos quemados que así lo sugieren. .

En la misma altitud y zona, fueron encontrados afloramientos de obsidiana que aquellos humanos usaban para construir herramientas de piedra los que se encuentran en los yacimientos con trozos de cerámica o una cuenta de cristal.

Los autores del estudio consideran que Fincha Habera fue usado como residencia por diferentes grupos de Homo Sapiens por milenios.

Restos de fogatas ponen de manifiesto el uso de la cueva donde residían así como una gran cantidad de herramientas y la prueba de preparaciones de alimentos cientos de metros por debajo de glaciares lo que indica que a pesar del gélido clima el lugar era utilizado como refugio.

Varias sorpresas nos aguardan ante la reconstrucción de esta parte de la historia de la humanidad aunque el yacimiento etíope nos da una idea de cómo el estilo de vida de los primeros colonizadores.,

Aunque las grandes alturas nos parecen hostiles para vivir. nuestros ancestros las usaron para erigir allí sus hogares sin demasiados problemas.

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