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Editorial

“Las fuerzas vivas y las empresas públicas”

¡Ojo!… genios trabajando…

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Ya hemos hablado de cómo la mención a “las fuerzas vivas” es una manera de ocultar el verdadero rostro de “la fuerzas de los vivos”.

Este batallón Panzer está integrado por los dueños de los medios de producción y sus gerentes, los propietarios de la tierra, los operadores de los agronegocios, los bancos privados, los grandes productores, comerciantes e importadores, los medios hegemónicos de prensa, las cámaras empresariales y el capital financiero trasnacional. No decimos “los militares” a propósito, porque es sabido que la lucha de clases no se detiene en la puerta de los cuarteles. Sus intelectuales orgánicos, ideológicamente neoliberales, ya lanzaron dos grandes líneas de acción a su Coalición Multicolor y Oligárquica, de la que son uno de los principales motores.

También nos ocupamos de la doble falacia de exagerar la importancia del déficit fiscal y de manifestar que su “urgente” solución pasa por una reforma regresiva de la Seguridad Social, haciendo trampas para burlarse de la Constitución de la República y apurados por bajar el índice medio de salarios y con ello el valor real de salarios y jubilaciones.

Prometí ocuparme en esta edición del “Manifiesto” que publicaron once “personalidades” (entre ellas la presidenta de ANCAP nominada por el Frente Amplio, Marta Jara) para “reformar la gobernanza de las empresas públicas”. Lo prometido es deuda.

Ya hemos hablado también de este asunto de la llamada “gobernanza de las empresas públicas” que no es más que introducirles los “caballos de Troya” (como hacerlas cotizar en Bolsa o vender una parte de sus acciones a privados), “eludiendo” la Constitución, no solo lo que esta dice expresamente, sino el patrimonio que el pueblo uruguayo votó que no se enajenara.

Anotemos con lápiz fluorescente, porque a estos genios de Harvard, Chicago, el FMI y la Shell no los para ni la Constitución, que ya veremos que resultará ser un auténtico primer escollo para las intenciones de estos fenómenos.

Estos buenos muchachos van por la rebaja del salario y las jubilaciones, el monopolio de Ancap y el de Antel, al menos en la trasmisión de datos.

Si estos “buenos muchachos” lograran su objetivo, se estaría cumpliendo el sueño del pope neoliberal del Uruguay, Dr. Ramón Díaz, que era privatizar las empresas públicas y, sobre todo, el Banco de la República Oriental del Uruguay.

Del finado Ramón Díaz también hemos hablado, socio del estudio Guyer y Regules, fundador y director de Búsqueda, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto en el gobierno de Pacheco Areco, y presidente del Banco Central durante la presidencia de Luis Alberto de Herrera. En vida, no pudo cumplir su sueño de liquidar las “vacas sagradas” como llamaba en sus editoriales a las empresas públicas, y al “gran toro sagrado” como llamaba al BROU.

Ramón Díaz se dio el gusto, durante la dictadura, de gestionar ante los mandos militares, que estaban muy divididos al respecto, la autorización para que naciera la primera universidad privada del Uruguay, la Universidad Católica, de la que precisamente sacó su título Lacalle Pou y de la que egresaron unos cuantos ministros del nuevo gobierno electo. Si miramos el desempeño académico del futuro gabinete, vemos que en el invernadero de la Universidad Católica, como en la Universidad de Montevideo, parecen germinar más ortigas que flores.

Como se recordará, el pueblo uruguayo rechazó por 72% contra 27% la llamada Ley de Empresas Públicas que se plebiscitó en el gobierno de Lacalle Herrera. También hemos hablado más de una vez de esta historia que evidencia que no estamos hablando de cosas nuevas ni de caras nuevas, sino de temas, apellidos y rostros recurrentes en el pasado reciente, y a veces en el pasado no tan reciente.

¿Qué buscan ahora los hijos y herederos de Ramón Díaz?

 

El Manifiesto de los economistas privatizadores

El 19 de diciembre, bajo el título La reforma de las empresas públicas que proponen economistas y académicos al estilo Eduy21, El País informó que: “Un grupo de técnicos y académicos destacados de distintas organizaciones y firmas, elaboró un documento que denominó ‘Acuerdo de Reforma para las Empresas Públicas’”, aunque el título del documento publicado en pdf y disponible en internet se titula “Reforma de EEPP. Propuesta de Agenda”.

Señala el diario que dicho documento será presentado a las autoridades del nuevo gobierno como un aporte para lograr consensos en la reforma de las empresas públicas, “uno de los cambios impostergables que el país necesita”.

Conste que ya el pueblo ha dicho en un plebiscito que no quiere la tal reforma neoliberal de las empresas públicas y que todos deberíamos saber que cuando el pueblo se pronuncia sobre la Constitución, todo el mundo boca abajo.

Enfatiza el diario de la dictadura y del herrerismo que “el trabajo está firmado por profesionales que en los últimos años han realizado estudios sobre la temática de las empresas públicas desde el ámbito privado o la sociedad civil”, aunque “el documento fue una iniciativa y estuvo coordinado por Ceres”, o sea que es el think tank que dirigió Ernesto Talvi con el patrocinio de El Observador, el verdadero padre de la criatura.

No hay tu tía, Ceres dará que hablar en estos próximos cinco años.

El texto está firmado por: “Lucila Bonilla, Sebastián Fleitas, Bruno Gili (socio de CPA/Ferrere), Juan Manuel Mercant, Ignacio Munyo (Universidad de Montevideo), Gabriel Oddone (socio de CPA/Ferrere), Alejandro Perroni, Pablo Regent (Universidad de Montevideo), Pablo Rosselli, Guillermo Tolosa (director actual de Ceres), y Leandro Zipitría”.

Figuran “apoyando”: “Diego Aboal, María Dolores Benavente, Hernán Bonilla, Alejandro Butler, Alfonso Capurro (CPA/Ferrere), Florencia Carriquiry (Deloitte), Javier de Haedo, Daniel Ferrés, Alvaro Forteza, Nestor Gandelman, Agustín Iturralde, Marta Jara (Ancap), Daniel Laino, Aldo Lema, José Licandro, Gustavo Michelin, Jorge Ottavianelli, Tamara Schandy (Deloitte), Andrés Tierno, Marcel Vaillant, Ana (Inés) Zerbino”.

Como vemos, nada nuevo bajo el sol, es el viejo y conocido equipo de economistas neoliberales encabezados por la presidenta de la Academia de Economía, a la que suman nuevos operadores a los que sin embargo les fue muy bien bajo las administraciones del Frente Amplio, por no mencionar a la Sra. Marta Jara, la que hoy parece acompañada por el presidente del Banco de Seguros, al menos en lo que tiene que ver con vender acciones de las empresas públicas a “funcionarios de las mismas y ciudadanos en general”. Precisamente sobre la actual Presidenta de Ancap, declaró hace pocos días a El Observador el presidente de Fancap, el gremio de sus trabajadores y funcionarios, Gustavo Rodríguez, al ser preguntado sobre cómo califica su gestión: “Nosotros no entendemos cómo en un gobierno de izquierda una liberal formada en una multinacional como Shell puede llegar a estar al frente de una de las empresas públicas industriales más grandes del país. Indudablemente es una mujer muy inteligente y capaz, pero que tiene una mirada capitalista de la gestión. Por lo tanto, vino a gestionar Ancap para poner la casa en orden, sin importar el costo. Hizo recortes a diestra y siniestra, y de alguna manera vació de contenido o parte del contenido a la esencia social del ente. Y si no avanzó más fue porque el sindicato le puso un freno. En esa lucha contamos con el Ministerio de Industria que políticamente frenó a Jara en muchos aspectos”.

Con relación a la “Agenda”, se destaca que todos los firmantes y adherentes lo hacen a título personal y no en representación de su institución, o sea, que no representan ni a Ceres ni a CPA/Ferrere ni al Deloitte ni a la Universidad de Montevideo.

De Marta Jara no quiero hablar porque no conozco mucho de su gestión y, además, porque sobre las políticas de Ancap, opinar es como entrar a un campo minado en que cada paso que uno da puede volar en pedazos.

Tengo entendido, sin embargo, que hace algunas semanas, con el apoyo del miembro opositor blanco en el Directorio, Marta Jara quiso eliminar el subsidio del gasoil para el transporte ( una vieja política de todos los gobiernos del Frente Amplio). Esto no me gustó. No me gustó tampoco su designación como presidente de Ancap, viniendo de un alto cargo de la multinacional Shell, ni tampoco su reserva del cargo en la regasificadora, que le permitiría cobrar en pocos meses un despido millonario, ni tampoco me gustó casi todo lo que tiene que ver con la regasificadora que ojalá no nos traiga más disgustos.

Es muy interesante, y acaso refiere a la cuestión central, que entre los puntos que se plantean figura como parte esencial de la reforma que las empresas públicas “deben perseguir un retorno adecuado sobre el capital invertido por el Estado, en el marco de las políticas públicas establecidas para el sector, y tomando en cuenta las inversiones previamente evaluadas desde el punto de vista técnico por el regulador”.

Esto demuestra que los redactores no han advertido, o no quieren advertir, que el fin de las Empresas y los Bancos Públicos no es “perseguir un retorno adecuado sobre el capital invertido”, sino satisfacer el bien público y brindar servicios públicos de la más alta calidad posible.

Esa es la diferencia sustancial: las Empresas, la Educación y los Bancos Públicos están al servicio de la gente, y deben tener la mejor administración y brindar los mejores servicios, pero no están para generar utilidades o ganancias.

Enfatizando en el divorcio entre el interés público y el interés “privado” que quieren dar a las EEPP, los firmantes plantean además la necesidad de “desacoplar el retorno de las empresas al del desempeño fiscal del Estado”, en atención a que ha sido una práctica usual de (todos) los gobiernos utilizar las tarifas como una forma indirecta de recaudación.

Solamente alguien que desconozca absolutamente la estructura real del Uruguay, o que crea que la privatización se consigue con un chiflido, puede estar planteando este tema de esta forma. Las EEPP y los Bancos Públicos serán siempre indisolubles de la estructura global de financiamiento del Estado nacional. Sobre esta cultura solidaria y patriótica está conformado el Estado batllista, y es parte sustancial de la superestructura cultural del Uruguay, la democracia, la laicidad y el concepto de soberanía.

Finalmente, en otro toque surrealista (seguramente dictado por la necesidad de “vestir” el documento) el texto señala que los subsidios que realicen las empresas públicas “deben estar explicitados y estar a cargo del presupuesto nacional y con objeto, montos y plazos determinados”. Esa es una tarea cuya realización exigiría montar una estructura comparable a una OPP paralela.

Y nos muestra otra vez el interés privatista y enemigo del interés público que anima este proyecto. Es el caso del gasoil de la presidenta de Ancap y de la propuesta del Director de Ceres de cortar la luz al que hoy no puede pagarla y recibe sin cortes el suministro que energía eléctrica.

Durante años hemos oído tronar a los economistas neoliberales contra las “transferencias cruzadas” y su deseo de eliminarlas. Yo me informé porque tampoco sabía qué eran, y estando un poco paranoico sospecho de cualquier cosa que provenga de semejantes lumbreras que en su memorable pasaje académico han hecho temblar a Harvard. ¿Que son las “transferencias cruzadas”? Muy sencillo, aquellas partidas que, en empresas gigantescas como UTE, Antel u OSE, hacen que con lo que se recauda en los departamentos “ricos” pueda financiarse que reciban los mismos servicios en los departamentos “pobres”. El caso más claro: Montevideo, Maldonado y Canelones “financian” (y está muy bien que lo hagan) los servicios que reciben algunos departamentos fronterizos y otros no tanto.

Para que se vea bien el peligro que entraña el interés privatizador de los neoliberales basta recordar lo que ocurrió en Argentina cuando Carlos Menem privatizó sus empresas públicas: numerosas provincias quedaron sin agua, sin luz y sin comunicaciones.

Precisamente porque se terminaron las “transferencias cruzadas”.

Y recordemos que en la Declaración de la Misión del FMI, sobre la que informamos en la edición anterior, el organismo multilateral de crédito aconsejaba que “también deberían aprovechar las ventajas institucionales de Uruguay para mejorar aún más los marcos de objetivos fiscales y de inflación e implementar reformas estructurales”, que sabemos que siempre refieren a las privatizaciones en su jerga.

No queremos eso para Uruguay, y estamos seguros de que el pueblo uruguayo tampoco lo querrá, aunque es muy claro que debemos estar muy alertas desde ya, porque esta es la vanguardia del neoliberalismo uruguayo actuando otra vez como ariete y con total impunidad.

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