Desde la ONU informaron que Lee estuvo cuatro días en Bangladesh, donde conversó con familias Rohingya que huyeron de Myanmar el 9 de octubre, cuando fue atacado un cuartel de policía que desató una ola de represalias contra la comunidad musulmana. Lee dijo en un comunicado que las familias denunciaron degollamientos, incendios de viviendas con gente dentro a la que se le impide salir, violaciones masivas y otros tipos de violencia sexual. También aseguraron que el gobierno de Myanmar impuso diversas “provisiones discriminatorias” de los Rohinya que dificultan aún más la precaria situación que viven. La relatora instó a las autoridades a actuar de forma urgente para evitar que se continúen violando los derecho de la comunidad y llamó a investigar imparcialmente todas las denuncias. “Es nuestro deber con esa comunidad hacer todo lo posible para garantizar que eso ocurra y para dar al pueblo Rohingya nuevas esperanzas”, señaló. A principios de febrero, la ONU presentó un informe en el que denunciaba que los Rohingya fueron víctimas de violaciones colectivas, asesinatos –incluso de menores–, palizas brutales y desapariciones por parte de las fuerzas de seguridad de Myanmar. Entre las atrocidades registradas en el informe -realizado en base a entrevistas a más de 200 personas- destacan el asesinato a cuchillazos de un bebé de ocho meses y los de dos niños de 5 y 6 años, así como el de una niña de 5 años que intentaba impedir la violación de su madre.
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