Hay una política de ajuste que va y va contra viento y marea.
El anuncio de Lacalle de que 50.000 trabajadores pasaron por Inefop, comparado con que en 2019 pasaron 100.000, ¿cómo en un año en el que tuviste miles y miles de trabajadores en el seguro de desempleo, un instrumento procíclico por excelencia como Inefop que puede aprovechar el momento para hacer más formación profesional, hacés la mitad de cursos? Es inexplicable. Nadie puede decir que es solo el covid.
¿Qué análisis hacés de las medidas tomadas el martes?
Lo primero que hay que hacer es apoyarlas. Pedirle a todas las uruguayas y los uruguayos que nos cuidemos lo máximo posible. Pero hay tres o cuatro consideraciones que son indiscutibles.
Primero, de enorme preocupación el divorcio que ocurrió entre el Gobierno y la comunidad científica. Las últimas semanas fue de terror.
Segundo componente, la ausencia de diálogo social. Hace un año atrás teníamos la construcción acordando una licencia especial para achicar la movilidad. ¿A cuántos sectores convocamos para pensar medidas en medio de una situación mucho más dramática que el año anterior?
Prefiero tirarte una soga mucho más gruesa, que aguante 10 veces tu peso, a tirarte algo y que te caigas.
Tercer componente, ausencia de diálogo político. Cuarto, hay dos fuentes principales de contagio: familia y trabajo. Sobre el ámbito del trabajo no se está haciendo casi nada. Nadie que diga que no se están cumpliendo los protocolos. No te dirijas solo al individuo, ahí hay un tema de ortodoxia neoliberal.
En medio de la pandemia sale Alfie diciendo «ojo que los trabajadores se avivan y cantan contagio para pedir licencia». Dramático. Un enfoque equivocado.
Queremos parar la curva. Cuidémonos el doble o el triple de lo que dicen las medidas. Nuestro papel es contribuir en lo que podamos a que extrememos los cuidados. Porque sería un trauma para la sociedad tener que elegir a quién le toca respirador.