Este martes es un día especialmente trágico para los palestinos: por un lado, entierran a los 60 muertos (entre los que se encuentran ocho menores de edad, incluida una beba) bajo fuego israelí en la jornada del lunes y, por otro, se cumple un nuevo Día del Nakba (desastre, en árabe) por ser un nuevo aniversario, el número 70, del Estado de Israel, que les quitó territorio y sometió al pueblo a un exilio forzoso. Como si tuvieran poca provocación, Estados Unidos inauguró su embajada en Jerusalén, generando más discordia en la zona. En Gaza están previstas movilizaciones para protestar contra el atropello de un Estado que los masacra. Aparte de los 60 muertos, miles de personas resultaron heridas, algunas en estado muy delicado debido al poder de fuego letal de los israelíes. Los hospitales palestinos, ya de por sí menguados en infraestructura y en materiales, están en máxima alerta. El más grande de Gaza, el Al-Shifa, dispuso de una zona de carpas para dar atención a los posibles heridos, pudiendo derivar con mayor prontitud los casos más graves hacia las zonas mejor acondicionadas. En las redes sociales, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, escribió: «Estamos extremadamente preocupados por lo que pueda pasar hoy, un día muy emotivo para todos, y en las próximas semanas. Urgimos a la máxima contención. Ya basta».
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