Durante el mes de octubre trascendió en el panorama informativo hondureño, el escándalo que resultó de una compra corrupta de hospitales móviles para hacer frente a la pandemia de Covid-19 en un país que hasta hace unas semanas tenía la astronómica cifra de 84.400 casos confirmados y 2.500 fallecimientos por la enfermedad.
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A esta desfavorable situación que tenía de antemano una cuarentena agotadora, se sumó otra catástrofe: la depresión tropical Eta que ha dejado al menos 11 muertos antes de salir este jueves de Honduras rumbo al Mar Caribe. Fuentes consultadas por Caras y Caretas allí, refieren la calamidad que se vive durante esta jornada.
El vigésimo noveno organismo de la temporada ciclónica transitó por Honduras debilitado a depresión tropical con vientos inferiores a los 60 kilómetros por hora (km/h), luego de tocar tierra por la costa caribe norte de Nicaragua el martes, convertido en un huracán categoría cuatro de la escala Saffir-Simpson.
Las zonas norte, centro y caribeña del país se llevaron la peor parte del impacto de las fuertes lluvias que azotaron ininterrumpidamente la nación desde inicios de la semana y causaron numerosas inundaciones.
El gobierno de Juan Orlando Hernández en el mes de octubre había nombrado a un ex reguetonero, Max Alejandro González Bonilla como director de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), justo en un país con las características de Honduras, proclive en gran medida a los fenómenos naturales y en temporada de huracanes, lo que causó gran preocupación y burlas dentro de la nación. Las consecuencias se ven con claridad en momentos como este en el que se contabilizan lamentablemente pérdidas de vidas humanas, destrucción de casas, inundaciones de poblados enteros, desconexión de internet.
Resulta más preocupante aún la situación que se avizora ya que actualmente no hay comunicación con la zona norte (Valle de Sula) , los puertos se deterioraron, los puentes que traían todo el alimento desde la costa para el interior se cayeron, los tractos camiones que trasladaban todos los productos de esa zona -que es sumamente próspera y se conoce como la despensa del país- quedaron inundados.
Muchos de los productos que se consumen en el interior de la región son importados desde Estados Unidos, específicamente desde Miami por cantidades, ahora no hay forma de que esos suministros lleguen. Por su parte el presidente salió por los medios de comunicación expresando contradictoriamente que hay suficientes toneladas de frijoles y arroz para cubrir la demanda y las “necesidades alimenticias”, cuestión que el pueblo, que ya sufre carencias, pone en duda.
Evidentemente el gobierno no protegió bienes materiales, ni se preparó para una catástrofe de esta magnitud. No hubo resguardos, ni prevención suficiente, no se prepararon albergues y mucho menos se alertó a la población del huracán Eta, todo con el fin de potenciar y “proteger” el turismo durante la semana Morazánica (10 días que son de vacaciones en el país).
Hay muchas personas que todavía no han podido evacuar, individuos que están en los techos desde el domingo, niños, ancianos, animales. Desde hace días están esperando que vayan las lanchas, los bomberos para rescatarlos.
La incompetencia del gobierno ha llevado a designar a un grupo muy reducido para el salvamento con solo 15 personas a cargo en regiones extensas, en territorios inundados y donde habría que movilizar a brigadas completas y numerosas.
Residentes preocupados denuncian que la opinión internacional debe conocer la verdadera realidad que impera en el país, que se encuentra en un caos total y en la más absoluta destrucción. Tegucigalpa, la capital, está como en una burbuja, pero el resto de las poblaciones necesitan de manera urgente toda la ayuda humanitaria posible. El desastre va a perdurar por muchos meses.