Por Alexandra Perrone
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ASOCIARMEA pocas semanas de comenzado este 2021, se envió a la delegación de Unesco en París el informe de actividades de los últimos cuatro años en el Geoparque Mundial Unesco Grutas del Palacio, solicitando la segunda renovación por cuatro años más.
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El informe elaborado por el equipo técnico destaca el empoderamiento de la comunidad por sus recursos patrimoniales, las oportunidades laborales que se han generado junto a empresas emprendedoras que elaboran geoproductos y el crecimiento del sector turístico y gastronómico.
Actualmente, son 140 los geoparques mundiales de la Unesco, distribuidos en 38 países, que tienen como objetivo poner especial énfasis a nivel local en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la Agenda 2030.
Caras y Caretas habló con César Goso, profesor de Geología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República (Udelar), integrante de Pedeciba Geociencias y coordinador científico del Geoparque Mundial Unesco Grutas del Palacio.
Goso contó que el Geoparque integra desde el año 2013 el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), bajo la categoría de monumento natural, siendo el primer monumento natural legalmente protegido en Uruguay.
“El espacio cuenta con 15 geositios, algunos de relevancia internacional, como las propias Grutas del Palacio, que es el geositio que le da nombre al Geoparque. En esos 15 geositios se realizan actividades educativas, geoturísticas y eso promueve el desarrollo local y ha provocado que Flores, que no se caracterizaba por ser un departamento con características turísticas, de a poco se fue incentivando en infraestructura turística, hotelera, gastronómica”, explicó.
“Un geoparque, tal como lo concibe la Unesco, debe tener límites bien definidos, lugares con yacimientos palentológicos, con vestigios arqueológicos de relevancia científica internacional. Pero ese lugar puede tener además otros sitios importantes, que pueden aportar por ejemplo a la educación, sobre lo que es la erosión, la sedimentación, u otro proceso geológico en particular”, dijo Goso.
Una de las líneas de investigación en las que está trabajando el científico, es la creación de un inventario de geositios de patrimonio geológico. La investigación la lleva adelante en conjunto con Camila Salles, estudiante brasileña que está haciendo su maestría en Pedeciba Geociencias. Los investigadores comenzaron recorriendo el norte del país para identificar lugares y clasificarlos según el interés científico internacional, educativo o turístico.
El experto señaló que la concientización de la importancia del valor científico y cultural de estos sitios tiene que ver con la educación de la sociedad y enfatizó que cuanto más conciencia social exista, el camino a la conservación se torna más fácil.
“Actualmente estamos trabajando para identificar unos lugares en Tacuarembó, Rivera y Artigas, y estamos realizando un inventario de geositios pensando en futuros geoparques.
También evaluamos aquellos que están en situación de degradación, para aplicarles algunas medidas de conservación, porque en la bibliografía hay propuestas de cómo se pueden conservar este tipo de lugares. Estas metodologías se pueden ir aplicando en función del estado de vulnerabilidad, por ejemplo, una señalética, o mantener en secreto el sitio para preservarlo, no dar mucha publicidad, porque si el lugar es fácilmente degradable, y los visitantes son muchos, se puede perder la riqueza geológica.
Por ejemplo, las pisadas de dinosaurios en ruta 26, en Cuchilla de Ombú, departamento de Tacuarembó. Hace un tiempo existió un proyecto para rescatarlas e incluso financiación para ponerlas en condiciones para que hubiera detrás un proyecto educativo, porque son las únicas pisadas de dinosaurios hasta el momento que se conocen en Uruguay. Nosotros visitamos el año pasado el lugar, son 14 o 15 pisadas, y está bastante degradado porque el proyecto no prosperó. Conservar esos lugares promueven interno, del que hablamos tanto hoy en día en época de pandemia”, detalló.
Si bien el camino para la geoconservación de estos sitios está comenzando a formarse de la mano de la creación de este inventario, la esperanza está puesta en un proyecto de ley de patrimonio nacional que se encuentra en el Parlamento, con el que se podrá mitigar la pérdida de sitios que contribuyen al acervo del país, y que aportan conocimiento científico de nuestro pasado geológico.
“Actualmente hay algunos instrumentos legales a nivel nacional, y departamental, pero todo esto siempre supone los controles, y disponer los recursos para que las leyes se apliquen. Ahora, como Sociedad Uruguaya de Geología, que yo soy presidente también, estamos participando con un grupo de distintas asociaciones civiles con la nueva ley de patrimonio, que está a nivel de proyecto en la Cámara de Diputados.
Por ejemplo, en Grutas del Palacio, ya hace unos años, la Junta Departamental de Flores resolvió, como medida de protección, no autorizar la minería, forestación y agricultura en el entorno inmediato de cada uno de estos geositios.
Pero la inmensa mayoría de los lugares, salvo los que pertenecen al Sistema Nacional de Áreas Protegidas , como pasa con el Valle del Lunarejo, no cuentan con ningún tipo de protección. Por ejemplo, en Nueva Palmira, el rincón de Darwin, ahí donde es supuestamente el kilómetro cero del Río de la Plata. Darwin estuvo en varios puntos del país, y por la relevancia internacional de la presencia de ese naturalista, quizá en los sitios donde él estuvo, además de haber un monolito donde se recuerda que estuvo, debiera tener algún otro tipo de protección, porque por alguna razón visitó esos lugares. Allí en Nueva Palmira hay en esas barrancas fósiles, y quizás haya ido allí por ese motivo, porque él estaba como naturalista, colectando animales, pero también haciendo estudios geológicos y paleontológicos, y en todos ellos hay un pequeño monumento conmemorando eso, pero no son sitios protegidos”, explicó.
Consultado sobre si existe algún ejemplo de impacto negativo sobre yacimientos de fósiles que haya ocurrido debido a la realización de alguna obra en particular, Goso mencionó una cantera ubicada en los alrededores de la ciudad de Tacuarembó, en la que se habían realizado importantes investigaciones científicas que luego fueron publicadas en revistas internacionales.
“Cuando fuimos nos llevamos una sorpresa, teníamos entre los sitios a estudiar una cantera en donde aparecían muchas escamas de pescados de más de 140 millones de años y restos de tiburón, y resulta que la cantera prácticamente no existe más. Con una gestión adecuada se podría haber conservado el sector de la cantera donde estaba este yacimiento, y ahora es información sobre la evolución de la vida que se pierde.
También en Cerro Largo ha habido hallazgos muy importantes para la paleontología de Uruguay, en caminos cerca de Mangrullo, o próximos a Melo, que hemos perdido porque se han ido erosionando, o el pasaje de alguna maquinaria los ha destruido. Por eso es fundamental que exista una figura legal para proteger este tipo de sitios, y en este proyecto de ley hay una luz de esperanza, porque están todas estas asociaciones que tienen que ver con los arqueólogos, los archivólogos, paleontólogos, antropólogos, arquitectos, porque es una ley nacional que incluye a todos los tipos de patrimonio. Y espero que nuestros comentarios y sugerencias para mejorar la ley sean escuchados, porque la ley que tenemos actualmente es de la década del 70.
Nosotros estamos en contacto permanente con la Comisión de Patrimonio, porque, por ejemplo, estamos viendo en Facebook la venta de fósiles de Uruguay, y los paleontólogos hacen constantemente denuncias para mitigar y desestimular ese tipo de comercio, que no le hace bien a lo que es la conservación. Ahora, con la nueva ley, auguramos que desde el punto de vista de la conservación, podamos dar un paso adelante”, expresó.
Una carrera con futuro
La licenciatura en Geología que se estudia en la Facultad de Ciencias de la Udelar existe desde el año 1978, con más de 130 egresados desde ese entonces, tal vez por ser una disciplina no muy conocida, o porque Uruguay no tiene una tradición minera.
Sin embargo, es una carrera que cuenta con una buena perspectiva de trabajo para los egresados.
Goso explicó que el plan de estudios, que es de cuatro años, comprende disciplinas básicas, como la geoquímica, geofísica, mineralogía, petrología, sedimentología y geología estructural.
Aclaró, además, que también incluye materias más aplicadas, como la geología ambiental, la geomorfolgía, la hidrogeología, la geología de los recursos minerales y la geología económica, alguna de las asignaturas optativas que el estudiante elige para diseñar su carrera.
“Los geólogos se dedican a la exploración, y a aportar conocimientos que se obtienen de la rocas, de recursos minerales y de otras actividades que tienen que ver con las aguas subterráneas. Brindan asistencia técnica en los estudios para la ingeniería civil, para la construcción de obras, donde se requieren conocimiento de los materiales geológicos. También para los estudios ambientales, la geología ambiental, que nos tiene como responsables del dictado de esa materia en la facultad.
Los geólogos formamos nuevas generaciones, y siempre consiguen trabajo rápidamente, porque hay una fuerte inserción laboral en geología”, contó.
El experto opinó que, de todas formas, debería potenciarse un poco más la oferta laboral para los geólogos, por ejemplo en los gobiernos departamentales, donde considera que sería fundamental el apoyo científico que se podría aportar a las comunas.
“Es uno de los lugares en los que nosotros entendemos que debieran haber geólogos contratados, porque las intendencias precisan materiales para los caminos, para abrir canteras, y ahí se requiere conocimiento geológico. Hay algunas intendencias que lo han hecho, pero podría existir una mayor oferta laboral si las comunas pudieran tener geólogos, porque el personal idóneo del territorio es aquel que se formó en geología.
También podría aplicarse para la geología ambiental, en lo que tiene que ver con la elección de sitios para la disposición de residuos. Allí también es necesario el conocimiento técnico de los geólogos, porque, para instalar un centro de disposición de residuos, sea a cielo abierto o relleno sanitario, es necesario saber la calidad de los materiales, y eso va emparentado con la geología y la ingeniería civil”, indicó.
Para Goso, la llegada de la covid-19 puso a la ciencia en un primer plano, y puede quedar como ejemplo vivo de la importancia de la mirada científica para la solución de problemas presentes en nuestra vida cotidiana.
Tesoros del Geoparque
“Cada geositio es una experiencia a descubrir”, anuncia la página web oficial de este tesoro geológico que podemos visitar en el departamento de Flores.
El Goeparque Mundial Unesco Grutas del Palacio tiene la particularidad de contar con geositios de diferente antigüedad que brindan información sobre lo que había en la zona en distintos períodos de la historia.
César Goso, quien trabaja junto a Pedro Martínez, también geólogo del parque, explicó las características principales de los geositios más destacados.
“Las cavernas, las Grutas del Palacio, son una forma de relieve generada por la erosión hídrica, o sea, por el agua de lluvia que ingresó por fisuras del techo, de material rocoso y formado por areniscas, y que luego fueron endurecidas por óxidos de hierro. Esa formación, esas columnas y el techo reciben el nombre de Palacio. Hay una leyenda de la ocupación de los indios, por eso es la Gruta del Palacio de los Indios”, contó Goso.
Se estima que los materiales rocosos fueron acumulados o sedimentados hace unos 70 millones de años, pero endurecidos por óxido de hierro, que permitió la formación de estructuras columnares y el techo, hace unos 60 millones de años.
La edad de formación de la caverna es desconocida, pero se cree que tiene unos pocos miles de años.
Otros de los geositios que se destacan son el Bartolomé Hidalgo 1 (Lagarto de piedra) y el 2 (Sendero de las rocas); están formados por rocas sedimentarias de 290 millones de años.
“Ellas representan la acumulación de esos materiales en antiguos ríos montañosos, porque en ese tiempo esa porción austral de América del Sur estaba muy cerca del Polo Sur. Por eso había grandes montañas, picos nevados, ríos caudalosos, que hoy quedan registrados en la sedimentación de esos ríos, las montañas estaban hacia el sur, y esa cuenca estaba hacia el norte” explicó.
Chamangá son dos geositios, uno es el que corresponde a unas grandes bochas de granito con pinturas rupestres, y otro corresponde a una antigua cantera abandonada de granito negro, que estuvo activa en la década del 90. El granito negro, desde el punto de vista geológico, recibe el nombre de gabro.
“Son rocas oscuras, muy ornamentales, muy apetecidas por los arquitectos por su color negro, intenso y homogéneo, y se aprecian algunos gabros de Uruguay de la época en la que estuvieron en la cúspide del mercado a nivel mundial, porque se exportaba principalmente a Italia y Japón.
Tanto el granito gris como el negro, allí en Chamangá, tienen unos 1.800 millones de años, y los granitos grises se estima que tienen entre 1.800 y 2.000 millones de años. Son de las rocas más antiguas de Uruguay”, remarcó.
Otras áreas graníticas, que son geositios del Geoparque son las Fallas de Villasboas, Cerros de Ojosmín, San Martín del Yi, que si bien tienen características distintas, tienen una antigüedad aproximada.
“También tenemos Piedras Blancas, que alude a las calizas que sustentaron una industria de fabricación de cal. Allí hay una antigua calera, con la cantera al lado, de la que se extraía la piedra, se calcinaba y se producía cal.
El geositio El Arenal tiene que ver con materiales sedimentarios de pocos miles de años, que se acumularon a expensas de la actividad del río Negro, porque allí había como una especie de bucle, se empezó a formar una barra arenosa, que hoy queda sumergida, y los niveles de ascensos y descensos del actual lago artificial hacen que se vaya erosionando y vayan formando terrazas y barrancos, por eso le llamamos así. En esos barrancos, producto de la erosión, es donde aparecen los materiales arqueológicos”.