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Capítulo VIII: El Mides y las mentiras de El País

Payasos en el basurero

Por Alberto Grille.

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Continuamos con nuestra ya clásica saga de mentiras de El País aplicadas al Mides y a las políticas sociales del Frente Amplio en general.

Si hubiera que clasificar en algún género literario los contenidos de esta pieza, habría que inventar una categoría. Pensando en el poder ilustrativo de la palabra, y en la evocación creativa de Gabriel García Márquez y su realismo mágico, podríamos considerar con licencia de los literatos que debería inscribirse en la categoría “irrealismo maléfico”.

Dicha categoría alude a la pretensión de intentar dar estatura de existencia a lo irreal y, siempre que venga de la mano de hacer algún tipo de daño, de generar algún tipo de odio y de alimentar las peores pasiones humanas.

Nos dice el editorial del El País del 16 de octubre de 2016, bajo el título ‘El gasto en juventud, otro déficit’: “En abril pasado se publicó un estudio del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), Estimación del gasto público social en adolescencia y juventud para Uruguay. Como pasa muchas veces en estos casos, sus análisis son sesgadamente oficialistas. Sin embargo, hay un aporte de información que muestra hasta qué punto han fracasado las políticas de gobierno en materia de juventud”.

Por lo pronto, el artículo no arranca mal, mostrando claramente que se trata de un editorial del mes de octubre sobre un trabajo presentado en abril, pero si sospechamos que dicho atraso es por el estudio dedicado al texto y contexto de la información existente, nos llevaremos una grave decepción.

La pieza producida por la empresa de opinión política denominada El País, la cual ha sido primera siempre en materia de inventar versos contra el actual gobierno, presumiendo que el mismo le ha producido perjuicios económicos varios al intervenir sobre varios de los negocios permanentes de sus accionistas y amigos, en especial cobrándoles los impuestos que antes evadían impunemente, o evitando que fundan bancos, se enriquezcan con quiebres cambiarios, o depositen sin control algunos su dinero en paraísos fiscales como lo han demostrado las revelaciones de los Panama Papers, no tiene desperdicios si de analizar la falacia se trata.

En realidad, desde una perspectiva periodística y de opinión, como debe ser un editorial, es 100% desperdicio, y lo malo que tendrá este artículo es que para no abusar del lector no podremos terminar el análisis del tema en un solo número.

El País continúa narrando que se trata de un estudio sobre la “cuantificación del Gasto Público Social (GPS)en juventud para los años 2010-2013; es decir, para la mayor parte del gobierno de Mujica. Se considera jóvenes a las personas entre 15 y 29 años; el Gasto Público Social se define como los gastos del Estado referidos al área social, siendo los más importantes los de salud, educación, vivienda y asistencia social”. Y señala que el mismo es importante por el grave problema del país en la infantilización de la pobreza, que lleva décadas, y el gobierno no lo ha resuelto a pesar de la prédica de la izquierda.

Entonces uno se alegra y se preocupa a la vez. Si el problema lleva décadas, ¿de quién será la responsabilidad? ¿Del gobierno que a la fecha del estudio llevaba de cinco a ocho años de gestión o de los que gobernaban hace décadas y lo vieron aparecer, crecer, enraizar y constituirse en tal problema? La respuesta parece tonta. A menos que algún irrealismo nos asista, no tiene dos opciones.

Luego continúa diciendo: “Hay dos datos de este estudio que son relevantes. Primero, el GPS del trienio 2010-2012 representó en total, aproximadamente, 23% del PIB del país. Es un porcentaje que, lejos de ser rupturista con relación a los gobiernos anteriores, se enmarca dentro de una vieja tradición nacional que desde hace más de medio siglo, en democracia, ha privilegiado el GPS para toda la población”.

Informemos: El GPS en 1990 era de 15,8 puntos del PIB, en 1999 era de 20 puntos y en 2013 era de 25%. Observe usted el disparate de la siguiente frase de la empresa El País: “La verdad es que en los años 90 el GPS representaba un porcentaje muy similar al que arroja el período de José Mujica”.

Pero la imaginería maléfica no termina acá: “El segundo dato refiere a que el GPS en juventud se mantiene constante en los años de análisis del estudio. Medido tanto en porcentaje del PIB (5%) como en porcentaje del total del GPS (16%), estos guarismos muestran que, en realidad, no hubo un mayor esfuerzo de la administración Mujica para gastar cada vez más, porcentualmente, con el objetivo de mejorar la situación social de la juventud más necesitada”.

Los años a los que refiere el estudio son de 2010 a 2013 y el gasto público refiere a la inversión del Estado en salud, vivienda, educación, seguridad y asistencia social, y por tanto es muy difícil que pueda haber un gran movimiento en el correr de un plazo tan breve que signifique en porcentaje del PIB una variación importante; la afirmación del estudio bien leída remite a que dicho gasto no es la obra de un programa aislado que se dio en un año particular, sino que es estructural, no es ocasional, y por tanto es más o menos constante en el corto plazo.

El gasto público social en juventud, como en cualquier edad, se modificó más por el aumento del gasto global en relación al PIB y del gasto social en relación al no social que por una importante reestructura de corto plazo dentro de los componentes del gasto social. Y la razón es sencilla: en un país devastado, como lo dejaron los amigos del diario El País, no es posible expandir el gasto con rapidez sin perjudicar a sectores sensibles de la población, no se puede dejar de pagar jubilaciones, cerrar escuelas u hospitales, o seguir postergando las magras políticas de vivienda que hemos tenido de un momento a otro y sin graves consecuencias. Esos son los componentes del gasto público social, por tanto, la transformación es lenta y es un proceso acumulativo.

Además, el gasto público social que se muestra en ese artículo es en porcentaje del PIB y no es el gasto bruto, y obsérvese que no es lo mismo tener un gasto de 25% con el PIB actual que uno de 22% con el PIB de 2002. Con el actual hay 10% de pobreza y con el otro hay 40% y gente comiendo pasto.

Continúa El País: “El Frente Amplio en el poder multiplicó así programas, recursos y burocracia, que permiten contratar a compañeros de ruta y aumentar así el clientelismo. Sin embargo, no logró con todo eso que los varones adolescentes y jóvenes se insertaran más y mejor en el mercado de trabajo”.

Compartamos algunas cifras

La totalidad de los programas de referencia para los jóvenes a los que alude el diario El País no constituye ni 10% del gasto del Mides, y dicho ministerio no debe pasar ese 1% del PIB destinado a políticas de asistencia social.

Pero además es insólito que esto lo diga el diario El País, que es el diario de referencia del Uruguay del clientelismo y la tarjetita, porque recordemos que en tiempos del gobierno de este diario en Uruguay, sin una tarjetita no había quien se jubilara ni accediera a UTE, Antel y otros servicios públicos. Alguna vez hemos recordado que hasta para aspirar a un trabajo de cabezudo en el corso de carnaval se requería una recomendación de un edil, un diputado o un senador.

Recordemos también que es a todas luces imposible sostener por alguien en sus cabales que con un aumento del salario real de más de 50% y una reducción en la tasa de desempleo de cerca de 10 puntos no hayan mejorado las condiciones laborales de los jóvenes, los cuales entre 2006 y 2015, según datos publicados en la página del INJU, pasaron de un desempleo de 21,7% a 16,6%.

O sea, algo más de 30.000 jóvenes consiguieron empleo, muchos se formalizaron y mejoraron significativamente su salario sin que El País lo pudiera notar, mientras afirma que 18% del PIB destinado al gasto público social en el gobierno de Lacalle es igual a 25% del PIB del gobierno del Frente Amplio, siendo el PIB de 2013 cerca de una vez y media que el de Lacalle a precios constantes.

Para rematar el editorial enfatiza: “El GPS en tiempo de administración de izquierda siguió siendo proadulto y mostró una enorme ineficiencia, porque multiplicó todo tipo de programas, pero no logró que los jóvenes tuvieran más y mejores empleos. Esta es la verdad de los datos. Lo demás es puro cuento”.

Más allá de la perogrullada harto demostrada en su falsedad y a los solos efectos de informar a los lectores, vale el comentario de que el GPS siempre será proadulto en un país de viejos y que Uruguay, desde el gobierno del Frente Amplio, viene cambiando la tendencia para hacerlo más proniño, y ello se debe a que los lentos cambios en la estructura del GPS deben apuntar a atender la existencia de riesgos y oportunidades en la vida, y por ello siempre la vejez y la niñez consumirán más gasto que las edades intermedias.

La tendencia a que el gasto social en este país se orientara durante décadas mucho más a la vejez que a la niñez, con todas las graves consecuencias que ello tiene sobre los niños y los que fueron niños, y hoy son jóvenes, se debe con seguridad a que los niños nunca votaron. Y eso siempre lo tuvieron claro el diario El País y todos sus socios. Nunca fue una inversión interesante para la oligarquía lumpen y rentista de este país invertir en cuidar y formar a sus niños y a sus jóvenes, y hoy se rasgan las vestiduras con un histrionismo magistral porque el GPS para los jóvenes no alcanza.

¡Sigamos hurgando en esta basura a ver si el gancho trae más!

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