La edición número 31 del Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) se celebró entre el 3 y el 8 de diciembre en Montevideo. Fui parte de su Consejo Académico y parte también de los más de 5.000 asistentes de toda América Latina, que por razones mixtas de demografía y proximidad geográfica tuvieron una asistencia de más de 70 por ciento entre participantes brasileños, mexicanos y argentinos. El total de actividades -entre grupos de trabajo, conferencias académicas y actividades paralelas, como presentaciones de libros- se realizó en la Intendencia de Montevideo y en las facultades de Ciencias Sociales, Humanidades y Ciencias de la Educación, Derecho y Psicología de Udelar. Como suele suceder en este tipo de congresos, se agendaron demasiadas actividades que dificultaron que las mesas de los grupos de trabajo tuvieran gente con continuidad; en particular las mesas de la mañana, temprano, mostraban muy poca gente, muy somnolienta y consultando excesivamente sus celulares con poco respeto por los exponentes. El evento se cerró con dos conferencias-paneles sobre ‘El futuro de la izquierda en un mundo en convulsión’, conmemorando los 50 años de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Como teloneros, se presentaron Piedad Córdoba (Colombia), Constanza Moreira (Uruguay) y Juan Carlos Monedero (España); y como plato fuerte, de fondo, otro panel: José Mujica (Uruguay), Dilma Rousseff (Brasil), Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo, Argentina) y Álvaro García Linera (Bolivia). Sobre este último panel es necesario y de alto interés realizar algunos comentarios. Significó además el cierre del macroevento, aunque no como parte del congreso propiamente dicho, sino que se aprovecharon las coincidencias temporales entre el mismo y el cincuentenario celebrado. Las tres salas del piso 1 1/2 de la IM (dorada, azul, roja) estaban colmadas. Los panelistas estaban en la dorada, pero las otras tenían grandes pantallas donde se podía ver y escuchar la actividad. También en los pasillos de los diversos pisos (planta baja y piso de los salones), fueron instaladas pantallas, que resultaron insuficientes para colmar la expectativa y ansiedad creada por los nombres convocados. García Linera: claro, preciso, breve El primero en hablar fue el sociólogo García Linera, vicepresidente boliviano. Planteó un conjunto de dilemas que la izquierda latinoamericana debería enfrentar, más allá de sus especificidades nacionales. Su discurso estuvo muy bien adecuado al tema del panel, a la breve extensión esperada de exposiciones que cerraban una muy abigarrada semana de reuniones académicas formales y sociales informales. Provocó el pensamiento sin ser críptico; ofreció alternativas sin profundizarlas; fue académico pero no esotérico; fue claro y breve sin ser obvio ni reiterativo de muletillas trilladas; evitó aparentar un ‘barrabrava’ de barricada, tentación a la que sucumbió algún otro. Por lo tanto, ni entusiasmó ni admiró, pero cumplió muy bien con el papel sociopolítico asignado, no sólo como testigo y orientador privilegiado del exitoso y novedoso proceso boliviano, sino como oferente de una reflexión metanacional, desde un latinoamericano a otros en una coyuntura particular de reunión. Abuelas de Plaza de Mayo, presentes Era difícil convocar a alguien representativo de Argentina en un contexto académico hiperpolitizado, dada la componente mayoritariamente estudiantil de las audiencias. Convocar a alguien del gobierno macrista hubiera sido someterlo a un hostigamiento permanente en todas sus intervenciones. Haber invitado a alguien del saliente cerno kirchnerista gobernante hubiera sido optar políticamente -en un congreso no confesional- por los más acirrados rivales del gobierno actual, con consecuencias posibles para la sede bonaerense de Clacso y su actuación como gestora y representante de la totalidad latinoamericana. Pareció una buena salida convidar a la presidenta actual de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, íntegra física, mental y socialmente a sus 87 años, y festejando la aparición y reconocimiento del nieto número 126 de las más de cuatro décadas de trabajo de las madres, ya abuelas. Ubicada en el panorama, sin fingir un vocabulario sociológico que no tenía por qué dominar, se limitó a historiar la trayectoria de las Madres y Abuelas de Mayo, sus luchas, permanencia y éxitos, pintando un futuro de sostenimiento de una acción moral y política aún necesaria para forzar verdad y justicia que no brillarían de ese modo sin ella. Dilma: verborrágica en portuñol Mientras los anteriores panelistas no habían excedido los 15 minutos cada uno, Dilma Rousseff utilizó 70 minutos de tropical relato en portuñol, como ella misma lo anunció. Es entendible que ante una concurrencia tan selecta y susceptible de reproducir su discurso por el mayoritario apoyo del que a priori disfrutarían su figura, narración y discurso, era previsible que Dilma quisiera acumular todos los argumentos y hechos posibles que permitieran defender la historia política reciente del Brasil en concordancia con sus intereses electorales. Pero 70 minutos de apretadísimo relato parcial de miles de intrincadísimos incidentes legales y políticos, en portuñol, son imposibles de seguir por nadie. La enorme experiencia administrativa y política de Dilma le debería haber advertido de que su relato sería difícil de resistir por cualquier ser humano en la última noche de atención y cansancio acumulados. Creyó ganar el tiempo de convencer a una elite latinoamericana, pero en realidad no lo pudo hacer. Muy probablemente esa elite política seguirá defendiéndola y adoptando su punto de vista en el futuro próximo; pero muy dudosamente habrá sumado al stock de argumentos del carcaj de sus partidarios. Lástima. Confieso que yo también abandoné pasada la mitad. Pepe superstar Uruguay es -a la vista del mundo común- poco más que una suma de Luis Suárez + Pepe Mujica, este año con el agregado de los goles de Cavani en la liga francesa de fútbol. En este caso particular, en el marco del congreso latinoamericano de sociología celebrado en Montevideo, puede decirse que ‘voló en alas de Mujica’ desde que este empezó a desgranar sus lentas, roncas y expresivas reflexiones. Es curioso el magnetismo que su tan antiestética figura recoge, quizás en parte por eso mismo (sería motherable, tan más importante que ser cute en nuestra envidiosa actualidad). Pero además sigue mostrando que es una verdadera esponja de absorción de conocimientos y con una gran capacidad de articular de modo aprovechable por muchos esa absorción. Probablemente su reconocimiento de que la izquierda falló en no enfatizar el cambio del imaginario de la gente fue el punto más alto de sus palabras. Este columnista lo ha reiterado muchas veces en Caras y Caretas: ha habido un inexplicable olvido de la necesidad de construir ‘hegemonía’ en la sociedad civil, como único seguro para el asalto político del poder. Los logros del gobierno se han evaluado como si fueran conquistas de una socialdemocracia, a lo más de centro, en el espectro político-cultural-ideológico. El ‘nuevo’ uruguayo fue perfilado como un mero consumista de clase media emergente. Y eso es una bomba de tiempo político electoral: en el futuro puede bien preferirse a alguien del espectro de centroderecha si parece asegurar un mejor perfil de consumo; o bien condenar al progresismo a travestirse de centrismo consumista para mantener ventura electoral. Si le sumamos a ese perfil ideal de consumista de clase media que predomina en el imaginario criollo a) el panzismo geriátrico emergente, y b) el fascismo en materia de seguridad impulsado por el gobierno junto a grititos histéricos pequeñoburgueses, conformamos una base electoral trucha como pocas desde el ángulo de una izquierda progresista. No me he cansado de decir, desde 2005, y más aun desde 2009, que los votos que el Frente Amplio ha tenido no son básicamente de izquierda. Si persigue el mismo electorado, deberá seguir apuntando al centro y abandonando la izquierda (con excursiones puntuales por la derecha); si persigue otro más de izquierda, deberá cambiar el discurso y las prácticas arriesgando perder en lo inmediato, pero manteniendo un futuro de izquierda. Clacso, barrabrava de izquierda Una breve reflexión merecen las intervenciones puntuales de Pablo Gentili, coordinador de Clacso en su cincuentenario, que arengó militantemente a los congresistas en un estilo oratorio sesentista. A mi modo de ver, su participación fue inadecuada y lejos está de sintonizar con un congreso de una ciencia social que debería aportar, para sumar un aporte específico, una reflexión disciplinaria que, sin evitar el compromiso político, perfilara un instrumental particular en lo sociocultural. El propio Mujica, sin referirse a nadie, dijo que no estábamos ahí para darnos manija, sino para reflexionar desde el conocimiento. Supongo que sé a quién iba dirigida la frase. Concuerdo. Barrabravas de gabinete y de laboratorio sobran y deben reciclarse como científicos sociales, analíticamente distinguibles, en teoría y práctica, de los militantes de base. Al César lo que es del César; zapatero a tus zapatos.
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