El presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, recordó a Caras y Caretas que el viejo dilema de “quién aísla a quién” sigue vigente y hace que el movimiento sindical, más allá de las reivindicaciones, debe mostrar a la sociedad todo lo que hace en materia de orientación social, como las colonias de vacaciones o los hogares de estudiantes. ¿Cómo ve el movimiento sindical del siglo XXI la figura de Gerardo Cuesta? Primero hay que tener en cuenta que formó parte de una generación muy importante. Pensemos que estos hombres cumplen 100 años y construyeron la unidad con 50. El año pasado cumplía cien años [José] D’Elía, este año cumple cien años Gerardo y por este tiempo cumplirán cien años otros compañeros. Fue una generación que logró construir un proceso de unidad muy valioso. Eran tiempos en que había dos organizaciones por rama de actividad, en algunos tres, como era el caso de los metalúrgicos, que lograron, articulando y negociando durante casi una decena de años, llegar a la Untmra. Y después construir una única central sindical. Hombres como D’Elía, [Gerardo] Gatti, Cuesta, [Ignacio] Huguet, [Luis] Iguini, [Daniel] Baldassari, Jorgelina Martínez y tantos compañeros queridos fueron capaces de amalgamar en un solo puño distintas visiones del movimiento sindical -los que provenían del anarcosindicalismo, del marxismo-leninismo, del cristianismo- para construir una herramienta superadora de lo que había. Porque no es que no hubiera sindicatos en Uruguay. Había, muy desperdigados. Construir una herramienta de mayor peso suponía ceder en posiciones con tal de construir una herramienta única capaz de ser resistente. Y de hecho fue resistente ni más ni menos que a una dictadura militar. Desde que se construyó la central en 1966, desde que comenzó el proceso de unificación en 1964 hasta la dictadura, medió menos de una década, y en esa década se hizo la huelga general con ocupación de los lugares de trabajo. Durante la dictadura se construyó la CNT en el exilio. Nuestros compañeros en el país resistieron de la mejor forma que pudieron y todo eso permitió construir el PIT. Fueron cosas que fuimos recibiendo de esa generación notable de hombres y mujeres constructores de unidad. En cierta medida es lo que el Pit-Cnt homenajea: que fueron constructores de unidad. No es que la unidad cayó del cielo y fue una gracia divina; fue una construcción política, ideológica, de renunciamientos, de hacer síntesis sobre qué cosa los trabajadores podían hacer. En medio de esta peripecia es que muere Gerardo, después de mucho tiempo de prisión y de tortura. Todos los testimonios que tenemos de Gerardo, además de que fue un cuadro político de primer orden, un parlamentario de fuste, un teórico importante, indican que se trataba de un ser humano sensible, capaz de hablar con los compañeros en forma clara, un líder que además de político era un líder espiritual en términos que la gente lo seguía, en términos de política, pero también en términos de concepciones humanísticas. En cierta medida, también este homenaje es un homenaje generacional, como fue el de D’Elía. Tomamos el nombre de una persona, pero es un homenaje generacional. En unos días, a una escuela de educación especial de la Obra Morquio se le va a poner el nombre de Pepe D’Elía y para nosotros eso, en términos de simbolismo, para lo que Pepe significó en términos de republicanismo, de país democrático, para la concepción de justicia social, es más que un homenaje: es una referencia de lo que es un hombre en una ciudad, en un país, en un lugar. Pienso que Pepe y su familia estarían muy contentos de que esa escuela lleve su nombre. Son pequeños homenajes, pero nosotros no los queremos dejar pasar. Es nuestro pasado, nuestra historia, nuestra construcción ideológica, son nuestras ideas, son nuestras referencias, nuestros mártires. Por eso ni en un solo acto del Pit-Cnt dejamos de reclamar verdad, justicia y nunca más. A la luz del centenario de Cuesta, ¿cómo enfrenta el movimiento sindical los problemas actuales? Primero, teniendo en cuenta que la unidad es fundamental. La unidad de los trabajadores es una herramienta formidable que hay que cuidar, proteger y defender día a día. Diferencias puede haber, pero nunca pueden llevarse las diferencias al punto tal que pongan en riesgo la unidad. Porque esa es la herramienta transformadora de la realidad. Es la herramienta que ha permitido grandes cambios en Uruguay. En segundo lugar, siendo capaces de interpelarnos a nosotros mismos sobre qué organización se necesita para el futuro del trabajo en el país. Cuál es la organización que se precisa para defender los derechos de los trabajadores. Por ejemplo, para discutir sobre los cambios tecnológicos, sobre cuál sería la jornada laboral razonable. Cuáles serían los ratos de ocio que los trabajadores tendrían que poder aprovechar para alimentar su cultura, su entretenimiento, y al mismo tiempo cómo nos imaginamos construyendo una patria y un mundo más igualitarios. Porque unos pocos se quedan con la mitad de la riqueza y los otros se tienen que conformar con el resto. A algunos no les toca casi nada. Este es un desafío muy grande, para los uruguayos y para el movimiento sindical planetario. En tercer lugar, combatiendo el neoliberalismo que ha sido un enemigo acérrimo, desde los 90 para acá, del movimiento obrero y sus conquistas y defendiendo la democracia y las instituciones democráticas. Creo que ahí hay una cantidad de temas que el movimiento sindical debe profundizar. Debe preocuparse para ganar posiciones. Por ejemplo, el principal asunto para las familias de los discapacitados y para ellos mismos es que se vote una ley de empleo para las personas con discapacidad. Y esto es importante para el movimiento obrero. También lo es, por ejemplo, construir un fondo de insolvencia patronal para que les paguen a aquellos trabajadores que quedan sin trabajo porque se fundió la empresa o el patrón se retiró. Que les paguen los haberes que no cobraron, el despido, el salario vacacional y tengan con qué reanudar su vida. En cuarto lugar, que se reglamente el convenio 158 y que, de alguna manera, si a alguien lo van a despedir, tengan que justificar el despido. Ahora en ALUR acaban de echar a una trabajadora que está en período de lactancia, una cuestión que se trató de prevenir por parte de legisladoras hace 50 años. No para que le paguen seis meses más de despido, para que protegieran a esa trabajadora. Porque es un período muy vulnerable de la mujer y del niño recién nacido. Y esas cosas las tenemos que tomar, aunque sea un caso, como importante, porque, si no, nos vamos deshumanizando. ¿Si no es un problema de miles no lo toma la dirección sindical? No. A veces es problema de uno y hay que atenderlo con los compañeros que sea necesario. Y hay un conjunto de otras normas que venimos empujando. También hemos propuesto un consejo superior de trabajo que analice la inversión pública, la privada, los distintos emprendimientos, los cambios en el mundo del trabajo, qué educación profesional se va a necesitar para los nuevos puestos de trabajo y, al mismo tiempo, qué educación formal. Es decir, los avances los tenemos que ver como posibilidades de que el hombre viva mejor, de que tenga una vida mejor; que la mujer y el hombre tengan una vida más integrada, más acorde, que el progreso atienda al nuevo formato de familia y de sociedad. Creo que en eso nos jugamos mucho, y si nos jugamos mucho, entonces hay que pensar que acompañar la trayectoria de Cuesta, de D’Elía, de Gatti, también es animarnos a tomar los nuevos desafíos, salir de la zona de confort para organizar sectores de trabajadores que todavía no están organizados, tanto en el sector rural como en el sector doméstico; también las nuevas tecnologías, el nuevo sector financiero, la nuevas expresiones laborales que se están dando en el mundo. Y ese es el desafío. O sea, el desafío de transformar la sociedad. Nosotros vamos a poder transformar la sociedad en la medida en que no nos aíslen; y hay una estrategia de la derecha para aislar al movimiento sindical. Cuando se masifica el discurso de que no gobierna Tabaré Vázquez, sino el Pit-Cnt, por un lado le quieren quitar peso al gobierno -eso es parte de la política partidaria-, pero, por otro lado, lo que quieren es colocar al Pit-Cnt en un lugar de aislamiento, aislarlo del resto de la sociedad como si nosotros fuéramos parte del gobierno, y no lo somos. De hecho, debemos ser el movimiento sindical de izquierda que le ha hecho más paros a un gobierno de izquierda. Y lo hacemos en el marco de eso, de la independencia, sin sentirnos ni indiferentes ni prescindentes. Por ejemplo, firmamos un acuerdo marco laboral en vista de la instalación de una nueva planta de celulosa. Ahora, ¿nosotros vamos a negociar la instalación de la planta de celulosa? No, pero a los trabajadores les vamos a defender el derecho a la salud y al trabajo, a la formación profesional, a la alimentación y a la vivienda en el lugar de trabajo, a tener un sistema de prevención de conflictos lógico; va a ser el actor privilegiado de la negociación colectiva para construir las mejores condiciones. Al mismo tiempo hemos planteado por qué no les compramos a productores uruguayos. Algo que debería estar demandando la industria nacional lo estamos reclamando nosotros. ¿Por qué no hacen licitaciones más pequeñas para que parte del empresariado uruguayo pueda beneficiarse y, al mismo tiempo, se construyan puestos de trabajo en el sector? Lo que decimos es: ser responsables con el país, ser responsables con nosotros y no dejarnos aislar. Siempre el tema es quién aísla a quién. Si la derecha logra aislarnos, nosotros perdemos la batalla por más que ganemos un punto de salario. Por el contrario, nosotros, con nuestras ideas, debemos lograr que la sociedad las conozca, que las imponga, que sepa que además de las reivindicaciones logradas y de los conflictos que se muestran, hay decenas de colonias de vacaciones, de hogares estudiantiles, decenas de lugares que se prestan a escuelas para que vayan en forma gratuita. El caso de AEBU, para que vayan los chiquilines con discapacidad a nadar. En el caso del Sunca hay un conjunto de políticas sociales; llevaron el cine a todo el país. Pero todos los sindicatos tienen acciones para mostrar, para sus asociados y el resto de la sociedad, y ese tiene que ser también el trabajo de los dirigentes sindicales: mostrar todo lo que el Pit-Cnt hace. Hace unos días mandamos dos camiones completos al departamento de Canelones afectado por las inundaciones. Y seguimos juntando porque somos conscientes de que hay dificultades en Florida y otros lugares, y en algún momento va a ser necesario contribuir. No quiere decir que por eso suspendemos el conflicto, sino que además agregamos una tarea más que es la de tratar de contribuir con aquellos uruguayos que están en dificultades. Pero para esas acciones la región se está poniendo difícil. Y de derecha. En Brasil hay una dictadura, en Argentina, acciones antipopulares como nunca había visto antes. Se trata de construir puentes y lazos con las organizaciones, pero en Argentina hay una penalización de la movilización como nunca hubo. En Brasil hay una dictadura con un presidente acusado de todo tipo de cosas. En Uruguay sería visto como desastroso, pero continúa ahí, con el respaldo de sectores poderosos, haciendo una reforma laboral restrictiva, retrógrada. Esta achicando el Estado al mínimo y generando mayores beneficios a las industrias privadas. Esto ya lo vimos, es la misma receta neoliberal. Claro que es complicada la región y también es claro que nosotros nos tenemos que defender de distintos embates. Graciela Bianchi se levantó hace unos días y se le dio por tuitear que estamos entregando derechos porque negociamos con una multinacional. ¿Y ella quién piensa que negocia con las empresas de refrescos multinacionales, con los frigoríficos multinacionales, con las multinacionales que funcionan en el sector de los supermercados? Es el mismo Pit-Cnt. ¿Qué se piensa? ¿Que vamos a regalar los derechos laborales porque venga una multinacional? Estos temas no los vamos a regalar porque hacen a la genética del movimiento sindical.
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