Este lunes Portugal inicia su luto oficial por los efectos que está teniendo el incendio más mortífero de su historia. Desde el pasado sábado el fuego no ha cesado en el distrito de Leiría y ha alcanzado ya las localidades vecinas de Coimbra y Castelo Branco. Hasta el momento se han registrado 64 muertos y 136 heridos. Las autoridades portuguesas reconocen que se encuentran superadas por la magnitud de la catástrofe. Aún se encuentran varios focos activos en los que las altas temperaturas, el viento y la densidad del humo impiden todo tipo de acciones de los equipos de emergencia. Sectores de la sociedad reclaman responsabilidades que podrían haber disminuido el número de víctimas, como el corte de carreteas y el envío oportuno de efectivos a la zona. Alrededor de 30 muertes podrían haberse evitado. Por ello el gobierno anunció la apertura de una investigación. Actualmente hay más de 2.200 efectivos participando en labores de extinción, ayudados por seis aviones, 200 brigadistas y decenas de bomberos, según informó El Mundo. Aún no se puede asegurar cuando se tardará en controlar el fuego. El incendio La catástrofe se inició el sábado en una zona boscosa del interior de Portugal, entre dos aldeas que conforman el municipio de Pedrógão Grande. Un rayo desató un fuego de una magnitud extrema, avivado por las altas temperaturas, los vientos y la sequía que lleva meses sufriendo la localidad. Según las autoridades, los fuertes vientos provocaron una “tormenta de fuego” que rápidamente se expandió sin dar tiempo a cortar las carreteras. Esto hizo que decenas de personas que viajaban por la carrera nacional 236 muriesen atrapados por las llamas. Se sabe que 30 personas fallecieron dentro de sus coches. También se encontraron 20 cuerpos calcinados en los andenes de la carretera y en el bosque.
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