Leandro Santos era un hombre conocido en el ambiente de la noche porteña. Joven, simpático y ambicioso, cuando tenía 25 años, fundó su agencia de modelos, Latin American Models. De a poco, al influjo de su oficio, Santos se hizo un nombre dentro de la farándula argentina y entabló vínculo con personalidades de distintos ámbitos. Fue novio de Zaira Nara y sus modelos comenzaron a participar en los principales programas de la televisión argentina, entre ellos, el mediático Bailando por un Sueño, conducido por Marcelo Tinelli, record de audiencia durante años en la televisión de la República Argentina. Junto a sus hermanos, Rodrigo y Micaela, comenzó a organizar eventos, desfiles y shows, en los que participaban las integrantes de su staff de modelos. Un staff que comenzó a crecer y a nutrirse de algunas de las modelos más importantes de su país, y que le permitió conocer a algunas de las personalidades más importantes de la Argentina, entre ellas, el fiscal Alberto Nisman (a cargo de la investigación por el atentado de la Amia y cuya causa de muerte es aún un misterio), a quien Santos le presentó varias de las integrantes de su staff. Según una crónica de la revista Noticias, Nisman solía asistir a boliches acompañado de modelos representadas por Santos, a las que invitaba a viajar por el mundo e, incluso, llegó a mantener una relación afectiva con alguna de ellas. Con esa trayectoria, Santos cruzó el Río de la Plata, rumbo a Punta del Este (Maldonado). Durante varias temporadas de verano, el representante se instaló en el balneario top de la costa uruguaya, alquilo casas de grandes dimensiones y se paseaba por la noche junto a sus representadas. Además, participó en varias fiestas en el Hotel Conrad y en otros lugares clave de la movida esteña, que le permitían entablar contactos con importantes empresarios de ambos países. En uno de sus viajes a Uruguay, Santos conoció a José Miguel Acosta, alias el Negro, un hombre que se transformó en ‘agente de modelos’ casi por casualidad y que desde hacía 15 años se había hecho un lugar en el ambiente de la noche de Montevideo. La relación entre ambos se estrechó y comenzaron a hacer negocios juntos. Negocios que no eran legales. En febrero de 2012, la jueza Graciela Gatti (hoy ministra de Tribunal de Apelaciones) ordenó la detención de Acosta y de otro “agente de modelos” uruguayo, Roberto Rodríguez, alias Daniel, con antecedentes por proxenetismo, por su participación en una red de prostitución Vip en Uruguay y Argentina. Tras la indagatoria penal, la jueza dispuso el procesamiento con prisión de ambos por “un delito continuado de proxenetismo en reiteración real con un delito por trata de personas en la modalidad de reclutamiento con fines de explotación sexual y lavado de activos”. Sin embargo, el testimonio de varias de las modelos reclutadas y las escuchas telefónicas recabadas durante la indagatoria penal apuntaron contra Santos. La Justicia uruguaya libró una orden de captura en su contra, que se cumplió cuando Santos estaba en plena conferencia de prensa. Su abogado, Mariano Cuneo Libarona, interpuso un habeas corpus y logró su libertad, a la espera de un pedido de extradición que nunca llegó. La jueza Gatti entendió que no podía solicitar la extradición y Santos quedó libre. La jueza, sin embargo, mantuvo una orden de captura nacional en su contra, por lo que el manager sería detenido en caso de pisar suelo uruguayo. “No pienso ir nunca más a Uruguay. Acá tengo todo lo que necesito”, dijo Santos a un amigo, según una crónica del diario Perfil. Pero eso podría cambiar. En setiembre de 2017, más de cinco años después del procesamiento de Acosta y Rodríguez, el fiscal Carlos Negro analizó nuevamente la causa y solicitó la captura internacional de Santos. El lunes 29, el manager fue detenido en su casa del barrio Nuñez, en Capital Federal. Dos días después, horas antes de abandonar la Fiscalía Especializada en Crimen Organizado, Negro (hoy fiscal de Flagrancia) solicitó su extradición, bajo una imputación por delitos de proxenetismo y explotación sexual. La jueza Especializada en Crimen Organizado de 1º Turno, Beatriz Larrieu, aceptó el pedido; este viernes 3 el Juzgado envió el exhorto internacional hacia la República Argentina. Ilusiones y engaños La red de prostitución Vip desbaratada en 2012 operaba en Montevideo, Punta del Este y Buenos Aires. Sucesivas crónicas del periodista Ricardo Gabito Acevedo en Caras y Caretas, publicadas en 2012, detallan el accionar de la organización y el complejo entramado de jóvenes, que, en busca de fama, terminaron en el mundo de la prostitución. Así también lo detalla el auto de procesamiento de la jueza Gatti y el reciente pedido de captura internacional del fiscal Negro. En efecto, la indagatoria en Uruguay determinó la existencia de un nexo entre Santos y Acosta, quienes actuaron como socios de la red de prostitución, que vinculaba modelos uruguayas con empresarios argentinos y uruguayos de alto poder adquisitivo. Según detalla el expediente judicial, los clientes vip pagaban entre 1.500 y 3.000 dólares para tener relaciones con las modelos; estas sólo percibían el 10 % de ese monto. Los encuentros se producían en hoteles o en fiestas privadas a las que las modelos eran invitadas, tanto en Buenos Aires como en Punta del Este. En este sentido, el dictamen del fiscal Negro recuerda el testimonio de dos testigos que señalaron, con precisión, la labor de intermediación y el protagonismo de Santos para proveer estas jóvenes –integrantes de su staff de modelos– a clientes de un hotel en Punta del Este: el representante llevaba en su propio vehículo a las mujeres hasta el hotel donde se encontraba el cliente y cobraba el precio previamente estipulado. Otros testimonios insisten en la “relación comercial” entre Santos y Acosta. Así lo relató el propio Rodríguez en su declaración judicial: “Acosta era quien arreglaba el precio, le pagaba a la chica y esta me daba la mitad a mí. Después Acosta les ofrecía a las chicas lindas, desfilar en Buenos Aires como también trabajar con clientes y mantener relaciones sexuales y supuestamente las presentaba a Leandro Santos, quien posee una Agencia de Modelos y con esa fama, Acosta le vende todo el circo a las chicas de que las va a hacer llegar hasta Tinelli y muchos más”. “También recuerdo haberle presentado dos chicas de nombre teniendo yo conocimiento de que Acosta las llevó a Argentina a ejercer el meretricio. (…) Acosta percibía una parte de lo que ganaban las chicas, él las obligaba a tener sexo, si no, no las llevaba a Buenos Aires ni les presentaba clientes”, siguió Rodríguez. Estas modelos uruguayas eran reclutadas a través de anuncios en una página de avisos clasificados; el primer encuentro se realizaba en un local de comidas rápidas y allí se entablaba la relación y Acosta les prometía una carrera en el mundo del modelaje y su relación con Santos le permitía llevarlas a Punta del Este o a Buenos Aires. Las escuchas telefónicas son coincidentes en relación al vínculo entre ambos. “Explícame que es lo que tenés lindo como (menciona a una joven con identidad reservada) que vaya para delante y me lo pasas, si no me la mandás un día acá y la veo acá y listo (…) Hablale las cosas claras y avísame”, le dijo Santos a Acosta, en diciembre de 2011, cuando la investigación por la red de prostitución Vip estaba en curso. En otra conversación, Santos pregunta si una joven era “todo terreno”, es decir, si podía modelar y prostituirse. Esta actividad era resarcida por Santos que enviaba a integrantes de su staff de modelos a desfilar en “boliches” de Punta del Este a pedido de Acosta. Ese vínculo quedó de manifiesto en la imputación de la fiscal Ferrero en febrero de 2012: Acosta y Santos “se intercambian chicas para los distintos eventos de modelaje, así como para el ejercicio de la prostitución. De la versión de las modelos que declararon en autos surge que tanto Acosta como Santos las instaban a la prostitución y ambos tenían beneficio económico por ello, quedando muy clara la explotación sexual reprimible penalmente (…) Por lo tanto, si Santos además de lucrar en Uruguay, lo hacía en Argentina con el reclutamiento que le efectuaba Acosta, es evidente que entre ellos había una relación de sociedad criminal”. “Es importante señalar que la televisación, la participación en eventos, y los títulos de belleza eran el mayor objetivo, en tanto todos ellos eran estándares a tener muy en cuenta para la cotización de las modelos en la prostitución vip, de la cual tanto Santos como Acosta obtenían beneficios económicos directos, más el primero que el segundo, ya que este último admite que en algunos casos su beneficio fue el canje de modelos para prostitución que le llevaba a Santos, y éste le enviaba una modelo de renombre para desfilar en Uruguay”, afirmó Ferrero en su dictamen. Caso paradigmático El proceso judicial abierto en Uruguay incluyó el testimonio de varias de las modelos que fueron víctimas de esta red de prostitución. Las jóvenes declararon con su identidad reservada y aportaron detalles sobre las estratagemas de engaños diagramada por Santos y Acosta. Por ejemplo, un viaje de tres de ellas a Buenos Aires bajo la promesa de participar en diversos eventos y desfiles, que finalmente terminó en su participación en una fiesta sexual. Una de las modelos que se quebró en el Juzgado y declaró llorando lo que había pasado, dijo que su objetivo era ascender como modelo y que Acosta y Santos le prometieron que eso sucedería si aceptaba prostituirse, actividad que ella aceptó realizar. Un relato similar aportaron otras dos jóvenes; estas contaron que junto a otra joven viajaron a Buenos Aires para participar de un desfile en la discoteca INK, pero al llegar debieron permanecer varias horas encerradas en un hotel junto a Acosta, que incluso dormía en la habitación con ellas. En determinado momento, llegó Santos que las evaluó físicamente –las hizo poner en ropa interior– y les dijo que no irían al desfile, sino que a una fiesta, donde deberían mantener relaciones sexuales con hombres. Las jóvenes accedieron, pero no sabían que la fiesta era una orgía, organizada en un galpón en la zona de Palermo. Allí había muchas mujeres y algunos hombres y camas por todos lados donde se practicaba sexo grupal o shows eróticos. Antes de ingresar, un empleado de Santos le entregó 300 dólares a cada una. Las jóvenes se quedaron en la fiesta, pero en una situación incómoda, según relataron ante la Sede. Dos de ellas, lograron no tener relaciones sexuales con nadie, ya que un hombre “se apiadó” de ellas y dijo que ya habían estado con él; la otra joven fue encerrada en un escritorio y obligada a mantener relación con un hombre, detalla el expediente. En este contexto, el fiscal Negro consideró probada la existencia de la red de prostitución y solicitó la extradición de Santos. “Se desprende sin mayor esfuerzo entonces, que efectivamente quedó probado, y más allá de cualquier duda razonable, que existió engaño y violencia moral, y que dichos artificios, manipulaciones e imposiciones fueron acordadas entre Acosta y Santos, empezando a cometerse el delito de trata de personas desde que se capta o recluta a las víctimas engañadas, lo que, tal como quedó establecido en esta causa, se hizo en Uruguay, con o sin la presencia de Santos, pero con su directa participación”. Las modelos accedieron a viajar a Argentina “merced a las promesas –orquestadas por parte de ambos individuos– de participar en desfiles, programas de TV y eventos de similar naturaleza”, detalla el dictamen. “A juicio del suscrito, es imposible diferenciar las conductas criminales de Santos de las de Acosta, ya que ambos participaron concertados en una única actividad delictiva, dividiéndose los roles y repartiendo las ganancias según la importancia de los mismos (donde claramente destaca la participación de Santos), todo lo cual inhibe cualquier tipo de discriminación respecto de sus responsabilidades”, señaló Negro. Ahora la Justicia argentina deberá pronunciarse en relación a la requisitoria internacional contra Santos, quien cinco años después de aquellos sucesos podría volver a pisar suelo uruguayo.
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