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Editorial

Sea usted el jurado

¿Quién ganó el juicio político en EEUU?

Por Juan Raúl Ferreira.

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Terminó el segundo juicio político al expresidente Trump. El primero en la historia que se hace a un presidente después de culminado su mandato. Lo trasforma al exmandatario en el primero en ser objeto de dos juicios políticos. No hubo una condena que le hubiera impedido ocupar dignidades públicas en el futuro, léase, ser candidato nuevamente. ¿Quién ganó? Son muchas las cosas en juego que no destacó la prensa. Vamos a ponerlas (más interrogantes que certezas) arriba de la mesa para que el lector sea el jurado.

Si el objetivo de los acusadores (Cámara de Representantes, de mayoría demócrata) era la condena, hubieran perdido, pero además hubieran sido unos tontos. Para sancionarlo se precisan 2/3 de los votos del Senado, donde ninguno de los dos partidos tiene mayoría y apenas dos republicanos iban a votar la suspensión de sus derechos políticos a Trump. ¿Era eso lo que buscaba el juicio político?

Cuando uno consulta a gente allegada al Partido Demócrata, no siente que buscaran la censura. ¿Entonces para qué? Primero para que el atentado más grave a las instituciones desde la Guerra de Secesión (de 1861 hasta 1865) no quedara impune. Para que se hicieran públicas complicidades ocultas de miembros del establishment republicano. Agregan que política y no jurídicamente Trump es parte de un pasado irrepetible.

Horas antes de que comenzara el receso parlamentario, los demócratas, contrariamente a lo anunciado, piden que se abra el juicio a testigos. ¿Por qué? Si habían dicho que no recorrerían ese camino. Para que tome estado público que una congresista republicana, Herrera Beutller (que votó por el juicio), pudiera mostrar las notas de su conversación con el líder de su partido en la cámara baja, Kevin McKathy, en las que este cuenta que Trump le había anunciado, antes, el ataque armado al Capitolio. Por cierto, cosa que este, hasta ese momento, negaba.

¿Querían realmente abrir el juicio a testigos los demócratas o simplemente dar debida difusión a esta prueba? De haberse abierto a testigos, los republicanos hubieran presentado también su lista y cada citación sería objeto de eventuales recursos judiciales. En otras palabras, el juicio, por lo menos, se tragaba todo este año. El primero de la presidencia Biden. ¿Buscaban eso?

Por primera vez, por la complejidad y la cantidad de matices que tiene el tema, decidí consultar algunas fuentes republicanas. Algo más: fuentes trumpistas. Muchos partidarios del expresidente prefieren que no aparezca más. Si bien es cierto que es alarmante (para el mundo) el alto porcentaje de adhesión que sigue manteniendo (el 70% de quienes lo votaron, unos 50 millones aproximadamente), ya nunca podrá ganar. Si no ganó estas, con un 30% menos, está fuera de concurso.

Para saber, pues, quién ganó y quién perdió hay que tener en cuenta las distintas posiciones en que quedan divididas las opiniones.

El presidente Biden y su equipo quieren comenzar su relacionamiento con el Congreso de cara a su gestión y todo deterioro de relaciones con los republicanos les resulta inconveniente. El aparato de su partido quería raspar hasta el hueso. Los promotores del juicio se dividen entre los que querían proscribirlo y los que querían dañarlo en su imagen pública sin victimizarlo. Es decir, en el bando demócrata había por lo menos cuatro expectativas distintas.

En la “oposición” republicana el abanico de posturas no es menor.

Por un lado, muchos -el exvicepresidente Pence a la cabeza- querían que por lo menos se evidenciara que el exmandatario le ocultó que sus vidas corrían peligro. Curiosamente fueron sus aliados los acusadores (demócratas) que pasaron una y otra vez la filmación de las cámaras de seguridad del Capitolio, que muestra a los equipos del FBI evacuando en el medio de la sesión a Pence y la horca con su nombre que la turba había instalado en las afueras del Capitolio. Ya hay formalizadas cuatro personas por “homicidio agravado en grado de tentativa”.

Entre estos, algunos creían que para el partido lo mejor era la censura. Otros, en cambio, creen que era más conveniente que ellos mismos actuaran echándolo del partido antes que jugar nuevamente de “malos”, dejando el monopolio de los “buenos” al Partido Demócrata, hoy en el gobierno.

También hay republicanos que se oponen a que Trump se aleje de la colectividad. Creen que dentro de filas es derrotable, pero que si abre un nuevo partido, puede dividir el voto conservador y alejar las chances presidenciales de los republicanos. Como vimos, tras nuestras consultas, también hay quienes creen que estuvo bien, pero prefieren que se vaya porque puede ganar en las “primarias” su candidatura en cuatro años, pero perder las elecciones.

O sea, a vuelo de pájaro, podemos leer cinco posturas o deseos diversos dentro de la misma colectividad a la que pertenece el expresidente.

Ojalá hayamos puesto elementos de juicio poco difundidos en manos del lector para que pueda evaluar quién ganó y quién perdió. O quizás debiéramos decir quién ganó más y quién perdió más en el juicio político (¿frustrado?).

De todos modos hay cosas que trascienden los distintos bandos y demuestran que el gran perdedor es el pueblo estadounidense. Sufre una debilitación profunda del sistema de partidos, hecho del cual era, quizás, el único país, junto a China, que lograba preservar su statu quo. Habiendo mirado por arriba del hombro a las que suelen llamar “repúblicas bananeras”, hoy ven que en su propia casa ocurren cosas que creían que eran propias de pueblos que consideran inferiores. Finalmente, esos 50 millones que apoyan a Trump asustan. Mucho.

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