Por Víctor Carrato
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
La OIT tiene un gobierno tripartito, integrado por los representantes de los gobiernos, de los sindicatos y de los empleadores. Su órgano supremo es la Conferencia Internacional del Trabajo, que se reúne anualmente en junio. Su presidente actual es el británico Guy Ryder, elegido en 2012. La sede central se encuentra en Ginebra (Suiza). Está integrada por 187 estados, pero no tiene potestad para sancionar a los gobiernos, a pesar de que se hable de listas negras.
En junio, en Ginebra, se va a discutir sobre el futuro del trabajo. La OIT presentó un documento de base para esa discusión. La organización entiende que nuevas fuerzas están transformando el mundo del trabajo y las transiciones implicadas en esta evolución piden que se tomen medidas enérgicas. La visión optimista dice que “nos esperan innumerables oportunidades para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, ampliar las opciones disponibles, cerrar la brecha de género, revertir los estragos causados por las desigualdades a nivel mundial y mucho más”. Sin embargo, aclaran, “nada de ello ocurrirá por sí mismo. Sin esas medidas enérgicas, nos dirigiremos a un mundo en el que se ahondarán las desigualdades e incertidumbres existentes”. El vaso medio vacío.
Y nuevamente es la tecnología que trae los desafíos y las amenazas. “Los avances tecnológicos -la inteligencia artificial, la automatización y la robótica- crearán nuevos puestos de trabajo, pero quienes van a perder sus trabajos en esta transición podrían ser los menos preparados para aprovechar las nuevas oportunidades. Las competencias de hoy no se ajustarán a los trabajos de mañana y las nuevas competencias adquiridas pueden quedar desfasadas rápidamente. La ecologización de nuestras economías creará millones de puestos de trabajo a medida que adoptemos prácticas sostenibles y tecnologías limpias; en cambio, otros puestos de trabajo desaparecerán cuando los países vayan reduciendo progresivamente sus industrias basadas en el carbón y en el uso intensivo de los recursos. La evolución demográfica no es un factor desdeñable. Si bien es cierto que el aumento de la población juvenil en algunas regiones del mundo y el envejecimiento de la población en otras pueden ejercer presión sobre los mercados de trabajo y los sistemas de la seguridad social, estos cambios abren nuevas vías que nos brindan la posibilidad de contar con sociedades activas, basadas en los cuidados y la inclusión”, dice el documento de la OIT.
La OIT plantea revitalizar el contrato social. “Para abrir esas vías es preciso una acción comprometida por parte de los gobiernos y de las organizaciones de empleadores y de trabajadores.
Estos actores deben revitalizar el contrato social que asegura a los trabajadores una participación justa en el progreso económico, el respeto de sus derechos y la protección de los riesgos a los que se exponen a cambio de su constante contribución a la economía. El diálogo social puede desempeñar un papel fundamental en garantizar la pertinencia de este contrato con miras a afrontar los cambios en curso si todos los actores del mundo del trabajo intervienen plenamente en él, en particular los muchos millones de trabajadores que están excluidos actualmente”.
Programa de la OIT se centra en las personas
El programa de la OIT se centra en las personas y se asienta en tres ejes de actuación. 1) Aumentar la inversión en las capacidades de las personas, propiciando que prosperen en una era digital, libre de emisiones de carbono. 2) Aumentar la inversión en las instituciones del trabajo. Para la OIT, “estas instituciones, desde la reglamentación y los contratos de trabajo hasta los convenios colectivos y los sistemas de la inspección del trabajo, son las piedras angulares de las sociedades justas”. Pero además, la organización tripartita pretende establecer una Garantía Laboral Universal. “Todos los trabajadores, con independencia de su acuerdo contractual o situación laboral, deberían disfrutar de derechos fundamentales del trabajo, un “salario vital adecuado” (Constitución de la OIT, 1919), límites máximos respecto a las horas de trabajo y protección en relación con la seguridad y la salud en el trabajo. Los convenios colectivos o la legislación pueden aumentar este piso de protección social. Esta propuesta contribuye también a que se reconozca la seguridad y la salud en el trabajo como uno de los principios y derechos fundamentales del trabajo”, continúa el documento. 3) Incrementar la inversión en trabajo decente y sostenible. La OIT recomienda inversiones transformadoras en áreas clave en favor del trabajo decente y sostenible, de conformidad con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Asumir responsabilidades
La OIT exhorta a todas las partes interesadas a que asuman su responsabilidad en la construcción de un futuro del trabajo justo y equitativo.
Para analizar las tendencias del mercado de trabajo es preciso centrar la atención en los aspectos de la igualdad, la sostenibilidad y la capacidad de inclusión.
Los nuevos datos mundiales sobre 2018 recopilados por la OIT indican cierto avance, pero sobre todo revelan la persistencia de importantes déficits de trabajo decente, y diferentes tipos de problemas en las diversas regiones.
Brecha de géneros
Persiste una gran brecha entre los géneros en la participación laboral. La tasa de participación laboral femenina fue del 48 por ciento en 2018, muy inferior a la masculina, que fue del 75 por ciento. Vale decir que, en 2018, alrededor de tres de cada cinco de los 3.500 millones de integrantes de la fuerza de trabajo mundial eran varones.
En 2018, la mayoría de los 3.300 millones de personas empleadas en el mundo sufrieron déficits de bienestar material, de seguridad económica y de igualdad de oportunidades, y carecieron de margen suficiente de desarrollo humano. Estar en el empleo no siempre garantiza condiciones de vida decentes.
Informalidad
En 2018, 360 millones de personas fueron trabajadores familiares auxiliares, y otros 1.100 millones trabajaron por cuenta propia, a menudo en actividades de subsistencia realizadas debido a la falta de oportunidades de empleo en el sector formal y/o a la ausencia de un sistema de protección social.
Un total de 2.000 millones de trabajadores estaban en el empleo informal en 2016, el 61 por ciento de la población activa mundial.
En 2018 más de una cuarta parte de los trabajadores de países de ingreso bajo y de ingreso mediano bajo vivían en situación de pobreza extrema o de pobreza moderada.
Se calcula que en 2018 había 172 millones de personas desempleadas en el mundo, una tasa de desempleo del 5,0 por ciento. Es llamativo que esa tasa pasara del 5,0 por ciento en 2008 al 5,6 por ciento en 2009 en solo un año, y que la recuperación hasta los niveles predominantes antes de la crisis financiera mundial haya tardado un total de nueve años.
En general, en 2019 y 2020 la tasa de desempleo mundial debería mantenerse aproximadamente al mismo nivel. Las previsiones indican que el crecimiento de la población activa hará aumentar el número de personas desempleadas en 1 millón al año, hasta situarlo en 174 millones en 2020.
Subutilización de las mujeres
Aparte de las personas desempleadas, en 2018 hubo otros 140 millones de personas en la categoría de “fuerza de trabajo potencial”, un grupo clasificable como fuerza de trabajo subutilizada.
Quienes buscan empleo pero no están disponibles para incorporarse a un empleo, o que están disponibles pero no buscan empleo, hay muchas más mujeres (85 millones) que hombres (55 millones).
La correspondiente tasa de subutilización de la fuerza de trabajo es más elevada en el caso de las mujeres -del 11,0 por ciento- que en el de los hombres -del 7,1 por ciento-.
Es mucho más probable que las mujeres trabajen a tiempo parcial, aunque un importante porcentaje de ellas afirma que preferiría trabajar más horas.
Regionalidad
Los problemas del mercado laboral en relación con la calidad del trabajo, el desempleo y la desigualdad entre mujeres y hombres son universales, pero su carácter específico y grado de prioridad difieren según la región y el nivel de desarrollo del país.
Algunos nuevos modelos empresariales, a menudo propiciados por nuevas tecnologías, amenazan con socavar los logros existentes en la materia. En los últimos años, en los países de ingreso alto las tasas de desempleo se han reducido considerablemente. Sin embargo, en varios países de ingreso mediano alto que han sufrido una desaceleración económica estas tasas han aumentado o están en proceso de aumento, por lo que un alto porcentaje de la población activa queda expuesta a un mayor riesgo de pobreza.
Las mayores brechas se aprecian en los Estados Árabes y las subregiones de África del Norte y Asia Meridional.
Los países menos adelantados registraron un aumento del crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) inferior al 5 por ciento en los últimos cinco años.
En buena parte del mundo las tasas recientes de crecimiento del PIB per cápita, y de productividad laboral, son inferiores a los niveles notificados en decenios anteriores.
En la mayoría de los países más de la mitad de los obreros no agrícolas trabajan de modo informal
Ha habido una caída de la tasa de desempleo mundial, pero se ha de insistir en que sigue habiendo más de 170 millones de personas sin empleo.
Otro aspecto preocupante es que más de una de cada cinco personas jóvenes no trabaje ni estudie ni reciba formación (los ninis).
A largo plazo, una tasa elevada de ninis dificulta el crecimiento de una economía en un período sostenido. La tasa mundial de ninis ha perdido apenas 2 puntos porcentuales entre 2005 y 2018.
En 2016, seguía habiendo 114 millones de niños de entre 5 y 14 años en el empleo; si bien esa cifra va reduciéndose, no lo hace al ritmo adecuado para poder conseguir la meta de poner fin al trabajo infantil en todas sus formas a más tardar en 2025.
El Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87), y el Convenio sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949 (núm. 98), dos convenios fundamentales de la OIT, han ido siendo ratificados por más y más estados miembros: en el momento de redactar el presente informe contaban ya con 155 y 166 ratificaciones, respectivamente.
Brecha de género en Uruguay
ONU Mujeres en Uruguay emitió una guía de trabajo con el fin de eliminar brechas por género en Uruguay.
“Si bien se registran avances en la participación económica, social y cultural, la presencia de las mujeres en la política avanza de forma aún lenta”, advierte el organismo a través de un comunicado.
ONU Mujeres trabaja en Uruguay principalmente sobre tres ejes: 1) la importancia de la participación de mujeres en política y cargos de decisión; 2) la promoción de prácticas con igualdad en empresas y organizaciones; 3) el apoyo a políticas públicas que atiendan los altos índices de violencia basada en género.
Dentro de cada eje el organismo reconoce avances en materia legislativa como la aprobación de leyes de cuotas dentro de los partidos políticos y destaca que tras las elecciones nacionales de 2014 aumentó el porcentaje de mujeres en la cámara alta y en la cámara baja.
No obstante, el resultado fue menor al esperado y Uruguay quedó en el puesto número 96 de participación de mujeres en la cámara baja, según un ranking mundial emitido por IUP.
En cuanto al mercado laboral, el comunicado señala que se mantiene una brecha en la participación, y resalta que las mujeres disminuyen su participación en los trabajos remunerados a medida que crece la cantidad de niños que integran el hogar, algo que no ocurre con los varones. Eso refleja la desigual carga de trabajo doméstico y de cuidados que existe entre ambos géneros.
Dentro del mercado laboral también se destaca la brecha salarial. Según los datos publicados, entre los trabajadores no dependientes la diferencia en el salario es de 16% en promedio, y entre los asalariados privados es del 12%.
Otro dato que destacan es que solo el 19,4% de las empresas en Uruguay tienen mujeres en altos cargos de decisión.
En Uruguay no hay categorías salariales diferentes para hombres y mujeres
Desde 2008 el registro de trabajadoras ante el BPS es mayor que el de hombres, y en el sector Industria y Comercio la remuneración promedio de las mujeres creció de 72% al 75%. “No hay categorías salariales diferentes para hombres y mujeres”, dijo el ministro de Trabajo, Ernesto Murro.
El ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, dijo que entre 2004 y 2018 “la cantidad de puestos de trabajadoras registradas ante el Banco de Previsión Social (BPS) creció 66%, mientras que la de los hombres aumentó 45%.
Murro participó el jueves 7 de marzo de la sesión del Consejo Nacional de Género, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres.
En dicho ámbito, el secretario de Estado dijo que en 2018, según cifras del Instituto Nacional de Estadística, en Uruguay hay 1.625.000 personas trabajando, 730.000 de las cuales son mujeres.
“Tenemos, también, y nos duele cada una, 150.000 personas desocupadas”, reconoció.
Pero remarcó que la tasa de empleo de las mujeres “ha crecido en los últimos años el triple de lo que ha crecido la tasa de empleo de los hombres”.
Agregó que en los últimos diez años se logró un crecimiento de 300.000 puestos de trabajo y hubo mayor crecimiento de la tasa de empleo femenina.
“Ahora que perdimos 50.000 puestos laborales hay una menor pérdida de trabajo femenino”, indicó.
Por otro lado, dijo que si se mira el registro de puestos cotizantes al BPS, “2018 cerró con 1.423.000, de los cuales 688.000 son mujeres”.
Si lo miramos en la evolución: “Desde 2008 las mujeres crecen más que los hombres en calidad de personas registradas en el BPS, y desde 2012 hasta ahora las mujeres tienen una mayor formalidad en el trabajo que los hombres”.
“Podemos decir que desde 2008 crecen más y desde 2012 son más formales en el trabajo, eso quiere decir más acceso a derechos y más perspectivas a futuro”, aseguró.
Manifestó que ello fue posible por las leyes de igualdad, concubinato, trabajo doméstico, flexibilización de jubilaciones, y otras generales como el Sistema Nacional de Salud, la Reforma Tributaria.
Dijo que se puede medir esto, por ejemplo, en lo que significa el aumento de los puestos cotizantes de mujeres y de hombres, tanto en trabajadoras dependientes como empresarias, trabajadoras por la cuenta, monotributistas, registradas en el BPS.
“Tomando como base 2004 a 2018, los puestos correspondientes a mujeres registradas en BPS aumentaron un 66%, y los de los hombres también tuvieron un buen aumento, 45%. Esto hace que hoy tengamos 275.000 mujeres más registradas y 220.000 hombres más registrados”, indicó.
Aseguró que dicho crecimiento “no se da solamente en las trabajadoras dependientes, las empleadas y obreras de la actividad privada y pública, también en las empresarias, en las emprendedoras, en las trabajadoras por cuenta propia, en las monotributistas”.
En el principal sector de actividad del país, que es “Industria y Comercio” comparando 2004 con 2018, el crecimiento de mujeres registradas en actividades por su cuenta, empresariales, monotributistas ha crecido un 72%, mientras que en los hombres el crecimiento fue 46%.
Asimismo, en Industria y Comercio, “se ha mejorado la remuneración promedio de las mujeres que ha subido del 72% al 75%”.
“Este aumento se dio en los últimos tres años, coincidiendo con el impulso de las políticas de igualdad”, aseguró.
Murro resaltó que por primera vez en la historia del país se constatan 14 años seguidos de crecimiento de salarios y las pasividades por encima de los precios. “Nunca se había dado esto en la historia del Uruguay, esto también beneficia particularmente a las mujeres y más aún cuando es parte de los Consejos de Salarios, de la negociación colectiva por rama de actividad obligatoria”, aseguró.
El aumento de los salarios ha estado “55% por encima de los precios, el salario mínimo nacional prácticamente se ha cuadruplicado en términos reales.
“En Uruguay no hay categorías diferentes y salarios diferentes para hombres y mujeres”, lo que hay son fenómenos culturales, sociales, que hacen que las mujeres ganen menos, dijo Murro.
Desde 2008 crece más el registro de mujeres que de hombres en el BPS. Por primera vez desde 2012 tenemos más formalidad en las mujeres que en los hombres, remarcó el secretario de Estado
Murro destacó “las 600.000 mujeres que se han beneficiado de los Consejos de Salarios y de la negociación colectiva en esta séptima ronda de 2018-2019, las 275.000 mujeres que se incorporaron a seguridad social en estos últimos años, las más de 200.000 que ahora cobran ellas y es parte de su ingreso la asignación familiar, 150.000 cónyuges y concubinas que gracias el nuevo sistema ingresaron al Sistema Nacional Integrado de Salud y aquellas que permiten que 67.000 cónyuges y concubinos hombres, gracias a ellas, también hayan ingresado al sistema”.
Remarcó la existencia de “33.000 mujeres que se jubilaron y no se hubieran podido jubilar sin ley de 2009 que les otorgó el reconocimiento de un año de trabajo por hijo y las 30.000 que mejoraron su jubilación gracias a esa ley. Además 50.000 mujeres pudieron volver a ver después de las intervenciones de ojos de la Operación Milagro.
Otras 15.000 son beneficiarias de la nueva Ley de Maternidad y Paternidad, 10.000 pueden usar el medio horario y la corresponsabilidad, por la que “debemos luchar”.
Además remarcó que hay “decenas de miles de pequeñas y microempresarias que ahora tienen derechos que antes no tenían -como la licencia por enfermedad y maternidad-, decenas de miles de trabajadoras públicas que se han beneficiado del acceso a lentes y prótesis en estos cuatro años, o las funcionarias judiciales que cobraron después de siete años de conflicto y a las cincuentonas que pudieron recuperar un mejor derecho jubilatorio”.