Cuando sentí por la radio “renunció Alfie”, me vino una especie de alivio. Volvíamos al Uruguay sensible democráticamente. Regresábamos, pensé, al Uruguay donde, por encima de diferencias, nadie puede usar el poder para beneficio propio. El Uruguay, cuando se descubría una irregularidad, el presidente exigía la renuncia de inmediato. Pero no, había renunciado a los beneficios que le otorgó la ministra Arbeleche a su empresa, que además está bajo su nombre.
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¡Mundo al revés el multicolor! Persigue a los que ganaron juicios para Uruguay y exonera a quienes tomaron parte contra Uruguay en esos juicios, más allá de que investigan al Dr. Toma, como fiscal de gobierno, por su desempeño como secretario de la Presidencia y hombre de confianza del presidente Vázquez.
Pero resulta que el Dr. Miguel A. Toma con sus viajes logró ganar tres grandes juicios contra Uruguay. El de Philip Morris; el de Italba, operador de internet que reclamó contra el Estado uruguayo 100 millones de dólares; también el de Aratirí por 4.000 millones de dólares, que debió pagar los gastos de la comitiva uruguaya. Raro: en la misma estaban Bustillo y Ferrés, hoy canciller y prosecretario de la Presidencia respectivamente. Hoy ambos sostienen la falta de idoneidad de la comitiva que ellos mismos integraron.
Deberíamos mencionar también el papel fundamental del Dr. Toma en años que integraba yo la Institución de Derechos Humanos, en los juicios llevados a cabo en Roma por delitos de lesa humanidad que ganamos gracias a su intervención.
Por otra parte, premian con una exoneración tributaria a Isaac Alfie, que declaró contra Uruguay en el juicio de su cliente Aratirí. Se opuso a la política antitabaco, escribiendo columnas en la prensa uruguaya al respecto. No lo ocultaba. Le daba la razón a Philip Morris. Pero a él, que declara en contra de Uruguay, exoneración. Para Toma, quien gana los juicios: investigación aunque ocupara otro cargo (de confianza). Delegación que viajó: incompetente; Ferrés y Bustillo, que la integraron, en el gobierno. ¿No suena feo todo esto? ¿Qué es esa impunidad de la que goza Alfie?
El beneficio no lo tomó de sorpresa. Es decir, el director de Planeamiento y Presupuesto pide que la empresa, que es suya y lleva su nombre, no pague impuestos; como lo explicó por TV el senador Bergara, lo hace durante el gobierno del Frente, pero se lo aprueba este gobierno con la firma de la ministra. Y ambos siguen en sus cargos.
Consigna El Observador que la ministra estampó su firma para la exoneración “mediante resolución del 11 de febrero de 2021”. El beneficio refiere al no pago del Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE) y equivale a un monto de unos diez mil dólares. El motivo del premio es la “importación de bienes muebles de activo fijo y materiales destinados a la obra civil […] que no goza de exoneraciones al amparo” de otros beneficios legales.
O sea, a las microempresas, no. Corte al gasto social, suba de impuesto (baja de excepciones), aumento de tarifas dos veces, pero a Alfie, si trae algo no exonerado por la norma, beneficio con nombre y apellido. Y el descargo nos hace pensar en el viejo proverbio de “peor la enmienda que el soneto”. Se dice “no es ilegal”. Ético es lo que no es. Él debió retirar el pedido al ser nombrado en su cargo. Es la ministra la que no debió firmar. Y si igual lo hicieron, debieron renunciar.
Recuerdo, porque ahí me formé de muy joven, las famosas interpelaciones contra la corrupción de Wilson en el Senado, en el 67; salvo excepciones no terminaron en censura. El presidente Gestido pedía la renuncia de los ministros al conocer los cargos. Y no hacía falta que hubiera delito, ante la mera falta de ética o insensibilidad en el manejo de los fondos públicos, el presidente pedía la renuncia.
Hoy, más que nunca, necesitamos recomponer la confianza entre la gente y las estructuras políticas. También, por qué no, el diálogo entre gobierno y oposición. Hay una emergencia sanitaria, para librarnos de la cual todos debemos confiar en todos. Salir de ella juntos. Si se le corta al que menos tiene y se le da por abajo de la mesa al más fuerte, todo por influencia política, la gente se vuelve muy escéptica.