Faltan dos meses para el comienzo del Mundial de fútbol 2018 a celebrarse en Rusia. Las eliminatorias ya pasaron. Las primeras fechas FIFA, de encuentros internacionales preparatorios de las selecciones, permiten avizorar la identidad de los jugadores reservados y las dudas sobre otros. También es posible anticipar el potencial de las principales selecciones. Todo esto permite el ejercicio de arriesgar predicciones, sabiendo bien que es mero juego de futbolero y que en realidad no se pueden pronosticar campeonatos de esa extensión, avatares y movilidad geográfica. Pero, por ahora, veamos qué conclusiones nos parece posible exponer sobre algunos favoritos y sobre el rendimiento probable de Uruguay. Empecemos por esto último, quizá lo que más urge al lector. Uruguay: nunca tan bien equilibrado La sabiduría del maestro Tabárez se ha visto confirmada por el cuidado y respeto de los derechos y desempeños de los antiguos jugadores del proceso que empezó en 2007. Mientras fue chequeando la decadencia de algunos de los históricos, mechó paulatinamente a posibles herederos. Se le reprochó una tardía renovación, y puede ser que algo de eso haya habido. Pero el maestro, tipo culto, lector y cuidadoso, sabe que los jugadores son, antes que eso, seres humanos; y que estos viven grupal y no individualmente, sobre todo cuando deben afrontar instancias deportivas difíciles, en las que la cohesión grupal juega un papel aun más importante que durante la normalidad cotidiana y coyuntural. Por todo esto, la inclusión de un ‘nuevo’ y la exclusión o postergación de un ‘histórico’ son asuntos que no deben regirse por la irresponsabilidad con que los jugadores son ‘puestos’ y ‘sacados’ en el boliche, en la mesa familiar y hasta en el espacio periodístico deportivo, donde abundan los radicales fáciles que se quejan de algún chivo expiatorio que los frustró y que señalan ‘salvadores’ que deben estar sin decir quiénes deben salir para que ello ocurra. Inclusiones y exclusiones deben contemplar no sólo aspectos técnicos y tácticos, sino psicosociales, que pueden ser hasta más importantes para los rendimientos en la cancha. Bien vale la pena un pequeño retraso en la velocidad de sustitución de los jugadores si ello asegura la continuidad de la cohesión del grupo que cobijó a los ‘históricos’ y deberá proteger ahora el cotidiano y los desafíos de los ‘nuevos’. Los dos encuentros que Uruguay jugó por la fecha FIFA de marzo mostraron -pese a la modestia de los equipos enfrentados, de nivel inferior al de los que competirán como favoritos en Rusia- un rendimiento colectivo que, en su equilibrio de defensa, mediocampo (marca, obstrucción, retorno y salida) y ataque, no recuerdo alguno mejor en los últimos 30 años. Es cierto que los delanteros marcan como no marcaban entonces y que un adecuado ‘achique’ reduce los recorridos en la cancha y los desdobles interlíneas; pero eso también es un mérito del proceso Tabárez. Han sido agradables sorpresas la facilidad con la que Vecino ha tomado la posta de las funciones de Arévalo Ríos, el Ruso Pérez y Gargano; el manejo superior que Valverde y Bentancur le han imprimido a una salida al ataque sin patriadas voluntaristas ni pelotazos ciegos; y la confirmación de la extraordinaria complementación y automatismos con que Suárez y Cavani se dividen el trabajo final en ofensiva, al punto que, de los países que alinean duplas ofensivas, difícilmente alguien tenga un dúo de similar eficacia y variedad de rutas y definiciones. Otras dos agradables sorpresas se sumaron en los partidos disputados con República Checa y Gales: las excelentes actuaciones de Laxalt como lateral izquierdo, y no solo como en su lugar habitual, como lateral volante; y el muy buen desempeño de Torreira, con un continuo trajinar y una gran lectura de juego con capacidad para mostrarse y tocar, y hasta ofrecerse para finalizar contraataques consecutivos a pelotas que él había recuperado. Si Uruguay mantiene y consolida el nivel mostrado, debería pasar la serie, y hasta ganarla, teniendo en cuenta que es la de menor potencial futbolístico de todas, con un local muy flojo y que acaba de perder a su goleador Cocorin. Hecho esto, y obtenido un primer lugar de la serie, Portugal es posible y se evita España. El primer gran test mundialista para Uruguay sería Francia en cuartos de final, país con grandes jugadores y plantel, pero que aún no ha armado un ‘equipo’ ni un grupo humano como Uruguay. Pero si arma grupo, supera estrellatos conflictivos y afirma un esquema de funcionamiento, justo es decir que Francia debería ser el cuarto en la disputa, junto con Alemania, Brasil y España. Los grandes favoritos Brasil venció a Alemania por la mínima diferencia en Berlín, en un partido que mostró a dos de los grandes favoritos a obtener la Copa. Fue un partido del ‘futuro’, con equipos con delanteros que marcaban y defensores que llegaban a fondo. Brasil sin Neymar, pero con un doble 5 (Casemiro-Fernandinho) de marca implacable y continua (creo que acertadamente no fue incluido Renato Augusto, como hasta ahora). Se vio a un Paulinho monstruoso, que probó desde marcar atrás de Dani Alves y rechazar los centro de Kroos hasta llegar a definir al área y tirar de afuera. Y adelante un trío de alta potencia, elegancia y combinación: Gabriel Jesús, Coutinho (una delicia) y Willian, una lancha con motor fuera de borda. Parecían Alemania sin pelota y con continuos dientes apretados: el 1-7 de 2014 en Río clamaba venganza. Los brasileños continúan, eso sí, teniendo el problema de la estatura de los laterales para cierres y juego aéreo. Alemania, como ya es tradicional, es el equipo que mejor y con más continuidad juega sin pelota y construye superioridades numéricas en todo el campo. Eso no se ve en las filmaciones, no lo ven los comentaristas en general; y es clave. Todos hablan del rendimiento colectivo alemán, pero nadie apunta cómo se obtiene. Mire cuántos alemanes hay en cada sector de cada jugada y cuántos hay de los otros; y cómo se mueven para que esto pase. Contra Brasil jugaron sin cinco titulares, pero con ellos la historia puede ser diferente. Lo cierto es que Brasil y Alemania son los grandes favoritos, pero con España no muy lejos. Tiene una pareja de zagueros insuperable en el mundo, defendiendo y atacando; un medio campo con marcadores (Busquets, Koke, Saúl) y una gran variedad de creadores (Iniesta -aunque en decadencia-, David Silva, Isco, Asensio, Lucas Vázquez); sin embargo, no tiene ‘puntas’ de nivel semejante. Argentina, por ahora, es una murga con todos los boletos jugados a Messi, que, creo, es la primera vez que exhibe una fatiga muscular que lo puede llevar a lesiones y proporcionar una buena excusa para la estupidez patriotera de los periodistas deportivos argentinos que dominan casi todos los programas de cable formadores de opinión, sobredimensionando a los jugadores argentinos y poblando el espacio visual y oral con oportunismos, radicalismos y simplezas sin par. Diego Latorre y Quique Wolf merecen exceptuarse. Es difícil que haya grandes sorpresas fuera de los anotados antes porque no tendrán que cruzarse entre ellos en octavos o cuartos. Es también el caso de Uruguay, por ejemplo, que tendría el cuarto de final más favorable, ya que podría evitar a cualquiera de los tres grandes favoritos hasta las semis (Francia, como ya se dijo, será el más fuerte, pero es más potencial que una realidad como equipo). En cambio, otros bien calificados, como Bélgica, Suiza, Croacia, Colombia, Inglaterra y Messi deberán encontrarse con los tres mejores en octavos o cuartos. Y es difícil salvar esos obstáculos. Así, muy audazmente, toda la carne estará en el asador en un muy posible cuarto de final contra Francia.
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