Por Isabel Prieto Fernández
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Autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP), encabezadas por el ministro Jorge Basso y la subsecretaria Cristina Lustemberg, convocaron a la prensa para informar sobre los últimos datos que maneja la cartera en relación a embarazo adolescente y mortalidad infantil.
Los números son fríos, simples cifras que dan una idea global del contexto, pero que nada dicen del trabajo que hay detrás. A saber: en 2014 se registraron 7.779 embarazos adolescentes (entre 15 y 19 años); en 2015, 7.371 y en 2016, 6.575, o sea, 796 menos que en el año anterior. A esto se le debe sumar que en 2016 se atendieron 123 menores de 14 años que fueron madres, la mayoría víctimas de explotación sexual.
Cristina Lustemberg informó que Uruguay “tiene cifras muy altas” de embarazo adolescente, pero que hay un compromiso en disminuirlas: “Estamos trabajando en eso”, sostuvo.
Tanto es así, que en un año hubo 1.877 nacimientos menos y, si bien “la reducción en la fecundidad se produce en todas las franjas etarias, es en el sector adolescente se acentúa más”.
De acuerdo a la presentación que realizaron las autoridades, “el aporte que realiza el descenso de los nacimientos en madres adolescentes representa más de 42% del descenso del total de los nacimientos”.
También es cierto que hubo un aumento en la interrupción voluntaria del embarazo, pero este no es significativo (9.500 en 2016 contra 9.362 en 2015).
Mortalidad infantil
En lo que respecta a mortalidad infantil (considerándose como tal a las muertes ocurridas durante el primer año de vida), Lustemberg aseguró que la tendencia sigue siendo decreciente, a pesar de que en el último año hubo nueve fallecidos más que en el registro anterior: “En 2006 fallecieron 502 niños y en 2016 [una década después] la cantidad se redujo a 376”.
La subsecretaria indicó que “la tasa de mortalidad para el año pasado fue de 7,99 por cada 1.000 nacidos vivos”. Aunque reconoció nueve decesos más en 2016 respecto al año anterior, igualmente dijo que “Uruguay viene reafirmando la tendencia decreciente”, y afirmó que “el leve aumento se explica en parte por la baja de los nacimientos entre los años señalados”.
También dijo que la principal causa de la mortalidad infantil se debe a “la prematurez y las malformaciones congénitas”, y pidió “seriedad” a la hora de analizar las cifras: “Se habla de vidas humanas y nosotros tenemos la obligación de trabajar en la calidad de los que sobreviven”, recalcó.
Lustemberg expresó que en materia de mortalidad infantil se reafirma la tendencia a la baja tal como viene sucediendo en los últimos 50 años, y aclaró algunos conceptos: “En los países con tan pocos nacimientos y cifras similares a las nuestras, lo que se analiza no es el valor de una tasa, sino que se habla de tendencias. Esta tendencia decreciente en materia de mortalidad infantil nos genera más compromiso aun”.
Explicó que estaban trabajando para identificar uno por uno a los 376 niños que fallecieron en 2016: “Uruguay tiene un certificado de defunción electrónico que lidera en la región. Eso es lo que nos permite en tiempo real saber de qué fallece ese niño y tomar acciones para hacer frente a la mortalidad infantil”.
La jerarca dijo que las causas de defunción vinculadas a la prematurez son evitables: “Están asociadas a los cuidados del embarazo, los que llevan a una adecuada atención de parto y del recién nacido, pero también hay otras afecciones vinculadas al sufrimiento fetal en el parto y a infecciones”.
De todas maneras, informó que lo que ha aumentado en Uruguay, al igual que en los países desarrollados, son las defunciones por malformaciones congénitas: “Para evitarlas, se necesitan acciones concretas, mejorando los servicios de atención neonatal”.
Explicó que casi 47% de las causas de las malformaciones están vinculadas al aparato cardiovascular: “Para eso elaboramos un plan nacional para reducción de las cardiopatías congénitas”. No sólo capacitan al personal de salud, sino que también ponen en conocimiento de la ciudadanía la importancia de determinados estudios, como la ecografía estructural: “Es fundamental que sepan dos cosas, que es gratuita, tanto en el sector público como privado, por un lado, o sea que no hay excusas para no realizarla; y que se hace entre las semanas 18 y 22 de embarazo”. También agregó que “es muy importante que los médicos ecografistas vean las cavidades cardiovasculares y cómo funciona el corazón, porque eso determina que un niño con cardiopatía congénita nazca en un lugar con infraestructura adecuada para recibirlo”.
Otras de las causas que históricamente han estado asociadas a la mortalidad infantil son las enfermedades respiratorias, pero también ahí los decesos bajaron significativamente: “El año pasado ingresaron al departamento de urgencia del hospital Pereira Rossell 6.000 niños con infecciones respiratorias. Mil requirieron ingreso por cursar una enfermedad aguda grave. De ellos, 520 fueron pasibles de un método de oxigenoterapia de baja complejidad en los servicios de cuidados moderados, que evitaron que se agravaran e ingresaran a cuidados intensivos pediátricos”, indicó Lustemberg. Recordó que el invierno afecta a los niños de manera exponencial y que favorece a que se tripliquen las consultas por infecciones respiratorias: “Por eso recomendamos la vacunación antigripal y reforzar los cuidados. Sobre todo, para menores de un año”, concluyó.
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Mortalidad materna
En la presentación también se informó sobre la mortalidad materna, aunque muy someramente. Es fácil suponer que no es insensibilidad de las autoridades, sino que como su número es el menor de Latinoamérica y el Caribe, los datos fueron pasados con rapidez. En 2015 se registraron 11 casos, y en 1016, ocho: “El 62% de los casos fueron muertes
indirectas por patologías preexistentes al embarazo (cardiopatías, VIH, bocio) o patologías médicas que complicaron el embarazo (neumonías, TEP)”.
También se marcó que la mortalidad materna por aborto en condiciones de riesgo descendió de manera exponencial: “En 2016 se registró una sola muerte por esta causa fuera de los servicios de salud”, indicó.