En marzo del año 1985 vuelve a asumir un gobierno democráticamente electo en el país luego de casi 12 años de dictadura militar, más los años de gobiernos autoritarios que ejercían su mandato bajo medidas prontas de seguridad. Mirado desde hoy, ese contexto de reapertura, es difícil imaginar que no se realizara trabajo de espionaje militar en los primeros tiempos de vuelta a la institucionalidad. El problema es que, detectada la “mala costumbre” el gobierno constitucional tendría que haber ordenado frenar toda infiltración castrense o policial en la sociedad civil y, teniendo en cuenta lo que está denunciado, esa situación, por demás irregular, se habría alentado. Archivo y comisión Siempre resultó lógico pensar sobre la existencia de documentación -sino oficial sí oficiosa- de hechos cometidos por la dictadura. Tantos años de aparato represivo impune no podían pasar sin dejar huellas. Pero lo que resultaba más difícil de imaginar era que podía existir tanto documento de espionaje militar y policial en democracia, o sea, a partir de la llegada de Julio María Sanguinetti a la residencia de Suárez y Reyes. Y más aún, pensar que Julio María no le puso coto y hoy lo niega. En 2007, siendo Azucena Berrutti ministra de Defensa, se encontraron miles de documentos microfilmados en la Escuela de Inteligencia del Ejército, los que fueron llevados al Archivo General de la Nación, comenzaron a procesarse y hoy se conocen como “Archivos Berrutti”. En el 2015 se incautó otro tanto en el domicilio de un militar fallecido, Elmar Castiglioni, teniendo conocimiento en ese allanamiento de otro archivo, el que lleva por nombre el apellido del difunto. Una y otra documentación son clave para concluir que hubo espionaje durante los gobiernos democráticos pero, sobre todo, en los dos períodos de Sanguinetti, quien terminó siendo convocado al parlamento para explicar a la comisión respectiva su qué ver en toda esta historia. Sanguinetti no sólo niega rotundamente que él estuviera al tanto, sino que asegura que durante sus gobiernos no se expió a nadie. Sus palabras, al conocer de la convocatoria, fueron: “Eso es todo mentira; durante los gobiernos democráticos nadie hizo espionaje. De repente hubo algún espía encubierto que uno no se enteró. Eso siempre puede ocurrir. La democracia resplandeció, no hubo espionaje y ahora, como estamos en movimiento, se ve que se acordaron de mí”, expresó riéndose, como que millones -sí, leyó bien: millones- de documentos con nombre, apellidos, lugares, fechas y hasta números telefónicos de los implicados, pudiera urdirse por una persona o por un grupejo. El diputado frenteamplista Gerardo Núñez, presidente de la comisión parlamentaria que trata este tema, explicó a Caras y Caretas que la convocatoria al expresidente tiene que ver “con una definición política que tomamos los integrantes del Frente Amplio en esta comisión en el sentido de investigar a fondo el espionaje en democracia que sufrió nuestro país desde 1985 hasta el año 2003 de acuerdo con lo que está expresado en el Archivo Berrutti”. El legislador informó que en los archivos están involucrados ambos períodos del gobierno de Sanguinetti: “Allí se da cuenta del espionaje policial y militar, particularmente militar, que existió en nuestro país cuando él era responsable de las Fuerzas Armadas, lo que quiere decir que no generó los controles necesarios”. Consultado sobre las palabras de Sanguinetti, quien dice que todo es una maniobra falsa, Núñez fue categórico: “Su procedencia es de carácter oficial, son indudablemente archivos de inteligencia militar y algunos policial. También están las declaraciones que se llevaron adelante en la comisión investigadora, por ejemplo, de Jorge Saravia Briano, que fue director de la Dirección General de Información de Defensa; el contraalmirante Óscar Otero, director de inteligencia militar, y otro exdirector, un inspector retirado de nombre Máximo Costa Rocha, que aseguró que fue de interés del gobierno de Sanguinetti la investigación del voto verde y del plebiscito en general”. En relación con los dichos de Sanguinetti sobre la exfiscal Mirtha Guianze, contra quien el político colorado arremetió [ver recuadro], Nuñez afirmó que son testimonios sólidos” que ayudan a pensar estos servicios de inteligencia no trabajaron de manera autónoma, sino que respondían a órdenes que se impartían desde el gobierno. Ahora habrá que establecer a qué nivel de gobierno respondían”, indicó. “Por otra parte, en función de las declaraciones de Costa se debe establecer el nivel en el que se efectuaba ese espionaje, si respondían alguna orden del ministerio del Interior o si estaban jugando juntas las Fuerzas Armadas con la Policía como quedaría de manifiesto en este archivo o si eran órdenes que venían de más arriba. Por eso es importante la comparecencia de Sanguinetti”, sostuvo Núñez. También se quiere saber por qué se le dio el Ministerio de Defensa al general retirado Hugo Medina. Ese hombre protagonizó un hecho de desacato a finales de 1986 cuando resuelve guardar las citaciones judiciales a integrantes del Comando del Ejército, declarando que las tiene guardadas en su cofre fort. La comisión parlamentaria tiene documentación acerca de que siendo comandante en jefe del Ejército “genera un plan de inteligencia donde se coloca como elemento central el espionaje, la persecución del Partido Comunista, el MLN, el PVP y de varios sindicatos y organizaciones sociales. Este señor luego pasa a ser el ministro de defensa de Sanguinetti”, dice Núñez. Sobre si se citará al también expresidente Luis Alberto Lacalle, el diputado asegura que, si bien hay información de esa época, no tiene el volumen de la vinculada a Sanguinetti: “Valoramos la importancia que tiene la figura de un expresidente. Tenemos que tener argumentos sólidos para ser serios y responsables en la investigación para no generar un simple circo mediático, sino que respondiera a argumentos fuertes. Con Sanguinetti los tenemos claramente expresados”, concluye Núñez.
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Todo por Guianze
Cuando la prensa solicitó la opinión que le merecía a Julio María Sanguinetti ser citado por la comisión parlamentaria que investiga el espionaje en democracia, expresó: “Supongo que es por aquella declaración temeraria y disparatada que hizo la exfiscal Guianze, debe ser por eso. Lo que sí digo es que, en su momento, cuando la doctora Guianze declaró falsamente de que se le había perturbado la carrera cuando se la designó con mi firma en la fiscalía penal, dije que era una temeridad y agregué que invocaba el testimonio de una persona muerta, lo cual le agregaba una nota de inmoralidad. Eso lo dije y lo aclaré. Otra cosa no hay ni puede haber”. De esa forma, Sanguinetti no sólo desconocía los otros testimonios que lo involucraban, sino que delegaba la responsabilidad de su accionar a otra persona. Caras y Caretas consultó a la doctora Guianze al respecto que sólo miró los titulares, “sé que dijo [Sanguinetti] que era un tema de moral, porque yo nombraba de testigo a una persona muerta, pero hay otras que conocen cómo fueron las cosas”, dice la exfiscal, quien agregó que “no hay justificación para que un expediente esté desde el 6 de febrero de 1996 hasta fines de setiembre de 1997 apretado en Presidencia, cuando eso era una cuestión que demoraba dos semanas a reventar en todo el trámite. Aparte ni siquiera estaba en el Ministerio de Cultura”, indicó. “Con atacarme a mí no consigue nada”, concluye Guianze.