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Sergio Mautone: “La cultura transversaliza la economía, la sociedad, e incluso el medioambiente”

Sergio Mautone lleva más de dos años al frente de la Dirección Nacional de Cultura (DNC). Su experiencia como actor independiente y expresidente de la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) aportó una nueva perspectiva a las oficinas de esta unidad del Ministerio de Educación y Cultura.

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El jerarca dijo a Caras y Caretas que desde su cargo tiene tres objetivos fundamentales: “Avanzar hacia una ley de cultura, hacia un plan nacional de cultura y hacia un programa de circulación de bienes y servicios culturales”.   ¿Qué evaluación hace de sus dos primeros años al frente de la Dirección Nacional de Cultura? ¿Cuál considera que está siendo su aportación al cargo que ha heredado? Para mí es una primera experiencia al frente de un servicio público. Más allá de eso, creo que venimos cumpliendo nuestro plan, que básicamente tiene que ver con tres objetivos fundamentales: avanzar hacia una ley de cultura, hacia un plan nacional de cultura y hacia un programa de circulación de bienes y servicios culturales. Una de nuestras premisas es garantizar la accesibilidad al disfrute de esos bienes y servicios. En este sentido, nos hemos propuesto como meta ayudar a la construcción de un sistema que esperamos quede funcionando dentro de los plazos de esta administración. En términos generales, creo que estamos pudiendo cumplir con aquellos objetivos que nos hemos trazado al margen de las dificultades que surgen en el día a día. Una de nuestras apuestas tiene que ver con facilitar el acceso al disfrute y a la creación de bienes y de servicios culturales. Para que esto sea así, nosotros venimos trabajando conjuntamente con la red de directores y con los municipios en la conformación de un sistema que por ahora denominamos Sistema de Circulación Cultural. Esta iniciativa tiene que ver con poner en línea y hacer convivir distintos aspectos que facilitan la circulación de bienes y servicios culturales. Cuando hablamos de circulación, hablamos de la posibilidad de que ofertas artístico culturales puedan presentarse en distintos lugares del país, para lo que es necesario garantizar las infraestructuras, la logística y las condiciones generales. En este momento estamos promoviendo una experiencia a lo largo del litoral, coincidiendo con el Corredor de los Pájaros Pintados. Nosotros nos sumamos a esta iniciativa, en principio ubicada en el sector turismo, con una agenda cultural diversa y bien potente que persigue la interacción con las distintas instituciones de orden educativo y social que se ubican en cada uno de los departamentos. A su vez, con esta iniciativa pretendemos ayudar a consolidar la oferta turística del país desde una propuesta artístico cultural. Por supuesto que todo esto se suma a la continuidad de programas, acciones y enfoques que se iniciaron en administraciones anteriores y que forman parte de la construcción del concepto de cultura en el país como las políticas en museos, ciudadanía y derechos culturales, industrias creativas, artes, premios, fondos y fomentos.   ¿Cuáles son los principales retos que afronta su dirección actualmente? En primer lugar, creo que tenemos desafíos de carácter operativo. Uruguay tuvo un crecimiento muy rápido en la implementación de políticas culturales que no han corrido paralelamente al desarrollo de una estructura de derecho. Esto nos ha supuesto uno de los mayores inconvenientes porque estamos teniendo que convivir con el mantenimiento de programas destinados a la implementación de acciones nuevas y al mismo tiempo pensar en la formalización de la estructura, porque desde el punto de vista formal no la tenemos. Este es un problema que se vivió con menos intensidad en los dos períodos anteriores, pero que hoy da cuenta de un crecimiento y de una consolidación de las políticas culturales en el país. La Dirección Nacional de Cultura va a cumplir diez años tal cual la concebimos hoy, como unidad ejecutora, por lo tanto, estamos en una etapa todavía nueva en la que recién durante el gobierno pasado se consolidó el presupuesto de base. Si uno lo mira en perspectiva, en relativo poco tiempo pasamos de cero a tener una unidad con su presupuesto; ahora nos compete conformar una estructura y habilitar la consolidación de un organigrama. Por otro lado, necesitaríamos más gente en los programas. El Estado es lento, sobre todo cuando no hay una estructura para proveer las vacantes que se van generando. Para nosotros esta es una de las dificultades primordiales, ver cómo nos hacemos de los recursos humanos necesarios para llevar adelante nuestros programas. Además, tenemos un problema adicional, y es que en la medida en que la población cada vez tiene más acceso al disfrute de los bienes culturales, cada vez los demanda más. A diferencia de otras ofertas, no existe un punto de saciedad, sino todo lo contrario. Cuando uno sabe más, quiere más. Esto implica generar constantemente nuevos y mejores servicios. En los museos esto se ve muy claramente; afortunadamente tenemos una demanda creciente y esto implica la instrumentación de cambios en cuanto a ampliación horaria, de manera que los fines de semana los museos estén abiertos porque la ciudadanía así lo requiere. Esto significa, obviamente, contar con personal extra o personal que tenga capacidad de trabajar más allá de su tiempo habitual, lo que también implica pagas extras. Hay una serie de dificultades que vienen detrás de esto que no siempre son sencillas de resolver.   ¿Cómo evalúa los presupuestos designados en la presente Rendición de Cuentas? En principio nosotros no hemos sufrido mayores recortes desde que estamos al frente de la gestión, aunque siempre el dinero es poco. En ese sentido, hemos contado con una línea de base que en algunos aspectos incluso ha tenido un pequeño incremento, pero idealmente deberíamos tener un presupuesto aun mayor, sobre todo si queremos ajustarnos a la porcentualidad recomendada a nivel internacional. Pero, de todas maneras, creo que el presupuesto se está consolidando. Habrá que hacer una valoración a fondo del impacto real que genera la cultura a nivel de la sociedad, y esto redundará en la medida en que comprendamos cada vez más el rol de la cultura en el incremento de presupuesto. Considero que este es relativamente pequeño si lo comparamos con el enorme potencial que la cultura contribuye al desarrollo de Uruguay.   ¿De qué forma impacta el desarrollo de la cultura en el desarrollo del país? La cultura es una dimensión sobre la que hay cada vez mayor conciencia acerca de su valor, en la medida en que transversaliza toda la sociedad y se convierte en una herramienta ideal para la consolidación de  cualquier esquema de desarrollo. La cultura transversaliza la economía, la sociedad e incluso el medioambiente, por tanto, posibilita la cohesión y la síntesis de todas las políticas asociadas a estos sectores. Al mismo tiempo, la cultura también genera empleo directo y, por supuesto, impacta a nivel de toda la sociedad creando otros nichos en convivencia con iniciativas como la ciencia, la tecnología, la educación, el turismo, el cuidado del medioambiente, por citar sólo algunos. Todo esto tiene su efecto sobre la convivencia, la integración de nuestra sociedad y también sobre su economía. Hay muchos ejemplos en el mundo -y en Uruguay, en menor escala, también- de cómo, a través de iniciativas culturales, se logra un reposicionamiento de una ciudad a nivel internacional o a nivel planetario. Se me ocurren casos típicos como Bilbao y su iniciativa de contar dentro de la ciudad con un museo Guggenheim. Esto no sólo reperfila a Bilbao, sino que hace a Bilbao un centro al que acuden cientos de miles de turistas anualmente motivados por el museo en primer lugar, pero que luego participan de la vida de la ciudad. En Uruguay hay acciones concretas que ilustran cómo a través de un emprendimiento o de un sello cultural muy fuerte hay no solamente una puesta en valor de la iniciativa en sí misma, sino también un efecto derrame hacia el resto de la sociedad desde el punto de vista económico.   ¿Qué aspectos concretos regulará la Ley Nacional de Cultura? Aún estamos en un proceso de discusión de la ley. Hay distintos grupos, distintos actores que están trabajando en la creación de insumos. Concretamente, en el ministerio hemos conformado una comisión redactora que está ensayando algunos conceptos a partir de todas las discusiones previas que se han venido procesando. En primer lugar, será una ley que consagre la cultura como un derecho humano fundamental, que ubique a la cultura dentro del plano primordial que tiene en la construcción de nuestra sociedad y en la promoción de la misma. En segundo término, será una ley que nos ayude a regular la institucionalidad de la cultura, ya que requerimos una organicidad que la cultura en sí no tiene porque su institucionalidad ha sido producto de un crecimiento desordenado y caótico a partir de la implementación de distintas medidas a lo largo del tiempo. También será una ley que nos ayudará a ordenar el conjunto de leyes ya existentes, muchas de ellas nacidas en la última década, que tienen que ver con todo el quehacer cultural. Este corpus jurídico hoy por hoy no forma parte de un cosmos medianamente organizado, así que es una buena instancia, una buena oportunidad para poder avanzar en este objetivo.   ¿Qué países se están tomando como modelo para la creación de esta ley? Hemos analizado, sobre todo, las leyes de la región, y de ellas estamos tomando insumos. De alguna manera nuestra ley deberá nutrirse de lo mejor de las legislaciones ecuatoriana, colombiana, chilena y mexicana, por citar algunos ejemplos. La ley todavía no tiene redacción;  la intención es que el Ejecutivo presente un proyecto al Parlamento este año. Con base en los contactos que hemos tenido con los distintos partidos políticos, me atrevo a anticipar que no generará un debate de oposición, en todo caso creo que generará un debate a partir de la necesidad de consolidarla. Existe una comisión que está trabajando en el Parlamento a través del presidente de la Comisión de Educación y Cultura, Marcos Carámbula, que de alguna manera está también allanando terreno en este sentido. Por otro lado, nosotros tenemos un vínculo muy fluido desde la DNC con la red de directores de Cultura, consolidada a partir de 2012 y que se ha convertido en la herramienta fundamental para poder analizar políticas culturales. Esta red, al estar integrada por todos los directores de Cultura del país, es representativa de todas las corrientes de opinión que en este momento se encuentran en el gobierno nacional y en los gobiernos departamentales.

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