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Con Fernando Pereira, presidente del Pit-Cnt

“Siento orgullo por la huelga general

Para el presidente del Pit-Cnt, la forma de evitar que los hechos se repitan es defender los valores democráticos. Consideró que la huelga de 1973 fue la que consolidó los triunfos democráticos de 1980, 1982, 1983 y la derrota de la dictadura.

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¿Cómo ve el Pit-Cnt la huelga general de 1973 a 44 años de su realización? Siento mucho orgullo por esa decisión, por el proceso que tuvo. Fue decidida en 1964 y se aplicó en el 73. Por cómo se preparó para estar en condiciones; si había un golpe, se podían ocupar los lugares de trabajo y hacer la huelga, y eso suponía un trabajo previo en una época en la que no existía la tecnología que tenemos ahora. La comunicación era compleja, pero se logró. Y se logró porque había condiciones democráticas, porque era una central democrática, integrada por todas las corrientes, e incluso por aquellos sindicatos que no estaban dentro de la convención, pero que tenían claro que era necesaria la unidad de acción. Cuando se mira eso a 44 años, siento orgullo por la huelga, siento orgullo por la resistencia de 15 días, siento orgullo por lo que nuestros militantes padecieron. Siento dolor por los muertos, los torturados, por los desaparecidos, los exiliados. Pero también  se sienten cosas muy positivas. Hace unos días se presentó en la central un libro titulado Cartas para ellos, la correspondencia de la CNT con los familiares de los presos y la solidaridad. Esa fue una iniciativa para mantener viva a la CNT, pero también para hacer cosas concretas, dar ayudas concretas, recibir cosas concretas. Pero además fue una decisión política acertada porque nunca dejó que la dictadura se consolidara. Y eso, en el 80, fue demostrado en el plebiscito, con muy poca propaganda el NO logró ganarle a la propaganda que tenía la dictadura para el cambio constitucional. O sea que aquella medida trajo estos resultados, las elecciones internas del 82, el PIT en el 83. Es mucho más que una decisión y 15 días de huelga, y la tomó una central que apenas tenía siete años de vida. Creo que es un hecho que marcó la historia. Hoy no es fácil hacer una huelga de un día. Imaginemos organizar una huelga de 15 días con ocupación de los lugares de trabajo. Nunca es fácil. En el mundo es noticia un día de huelga en España o en Francia. Estos fueron 15 días, con las organizaciones apoyando. Porque no sería toda la realidad decir que sólo nosotros hicimos la huelga. La huelga la hizo la Universidad, la Academia, la cultura, sus teatros, el cine, sus cantantes, actores y actrices. La huelga la hicieron las organizaciones cooperativas, parte de la sociedad que la apoyaba.   Hubo también un amplio movimiento de solidaridad en los barrios. Participó mucha gente que no estaba organizada. Por todos lados surgía la solidaridad hacia una CNT que daba una respuesta a un proceso militar que no comprendía a la sociedad uruguaya. Y claro que fue duro. Estos hechos sirven para no abandonar el “Nunca más dictadura” y no abandonar en nuestras cabezas la necesidad de que haya justicia por esas cosas que hicieron los militares contra los uruguayos: violaciones de los derechos humanos, asesinatos, desapariciones, torturas. Y que el movimiento sindical no abandone esas banderas de justicia es una cuestión de deber ético y de responsabilidad política, y por eso ponemos toda la carne en el asador respaldando al Observatorio Luz Ibarburu para que las causas se sigan investigando. El relato histórico podría ser más profundo, pero lo que nos dejó a los uruguayos, a los hijos de ese movimiento sindical, a los que hoy somos militantes sindicales, son enseñanzas muy importantes. Las historias de aquellos dirigentes que declararon la huelga en la Federación del Vidrio son muy ricas. La reafiliación sindical es una historia de vida, el paro del Sunca en medio de la dictadura, las actividades del sector metalúrgico, distintas acciones, colocación de banderas, ningún 1º de Mayo dejó de conmemorarse. Son cosas que nos han marcado a fuego. De hecho, si esto no hubiera sucedido, si la central no se hubiera consolidado, si la reafiliación no hubiera funcionado, los compañeros jóvenes que construyeron el PIT no hubieran tenido esas tradiciones históricas de la CNT; probablemente ese único movimiento sindical no hubiera podido consagrarse en 1984. Este relato histórico hecho por historiadores como Álvaro Rico, como Porrini, como Gerardo Caetano y otros historiadores relevantes, también tiene un relato político por aquellos que construyeron esta historia, por aquellos que la hicieron. Es decir, la historia contada por aquellos que tuvieron que tomar las decisiones.   ¿Como se ve desde el movimiento sindical que cada tanto aparezcan voces intentando reivindicar la dictadura, como sucedió hace unos días con el general Mermot? Hay un sector de la sociedad uruguaya, por suerte cada vez menor, que es de derecha y responde de modo muy fuerte. Y representan una forma de ver el mundo dramática, como uno siente el drama cuando escucha reivindicar al nazismo o al fascismo. Esas expresiones ultraderechistas existen en Uruguay, conviven con nosotros, y el combate ideológico a esa posición tiene que ser duro, tiene que ser permanente. Y este es un pecado original: tratar de eliminar de la sociedad todo pensamiento reaccionario que implica poco menos que la eliminación del otro es una pelea que desde el movimiento sindical y los movimientos sociales no debemos dejar de dar.   A la luz de esos acontecimientos, ¿cómo ve el movimiento sindical al Uruguay de hoy? Yo creo que deberíamos darle más importancia a la democracia. La democracia se fortalece de múltiples formas. Fortaleciendo la escuela pública. La escuela pública es una escuela de democracia, y ahí se han construido buena parte de los valores del Uruguay democrático. En segundo lugar, fortaleciendo el papel de los partidos políticos, de todos los partidos. En tercer lugar, reivindicando la importancia de las organizaciones de la sociedad que representan diversos intereses y diversas contradicciones. Yo soy un convencido de que si volviera a pasar en Uruguay lo que pasó en 1973, el movimiento sindical, con sus dificultades y sus carencias, daría una respuesta a ese golpe de Estado. Por suerte, hoy parece no estar presente en el horizonte, pero tampoco parecía estar presente en el horizonte de Paraguay, de Brasil, de Honduras, y ahí, de alguna u otra forma, no con los métodos de los 70, fue golpeada la legalidad. Por eso hay que estar atento y siempre defender los valores democráticos.

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