Por Manuel González Ayestarán
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La figura de Bernie Sanders ha ido cobrando popularidad en los últimos años, hasta llegar a disputar las elecciones primarias del Partido Demócrata nada menos que a Hillary Clinton. Su crecimiento sorprende a muchos, habida cuenta de que el senador se autodefine públicamente como “socialista”, un término que los aparatos ideológicos del establishment estadounidense se han encargado durante décadas de expulsar de los parámetros del debate posible a nivel nacional.
El pasado martes, en las elecciones primarias de New Hampshire, Sanders venció a la candidata demócrata obteniendo 60% del apoyo, frente a 38% que logró Clinton. En los caucus de Iowa (asambleas ciudadanas para la elección de delegados de un partido a nivel departamental) celebrados el primero de febrero, Clinton se había impuesto por una escasa diferencia. Sin embargo, de cara al maratónico recorrido de las internas estadounidenses, aún parece difícil para Sanders lograr desbancar a la ex primera dama.
Pero mientras tanto, el senador por el estado de Vermont gana popularidad hablando de sanidad y educación públicas “a la europea” y manifestándose críticamente acerca de la política exterior estadounidense. Sus propuestas giran también en torno a la reforma migratoria, la lucha contra el cambio climático, el fin de la financiación de los partidos políticos por las grandes empresas, la abolición de las rebajas fiscales para las grandes fortunas, el control de las instituciones financieras y la implantación de vacaciones y licencias de maternidad pagas para los trabajadores.
En este sentido, Sanders da voz a buena parte de los movimientos de “indignados” estadounidenses, como Occupy Wall Street, esgrimiendo una buena parte de los postulados de estos. «¿Están listos para una idea radical? Juntos vamos a crear una economía que funcione para todos, no sólo para el 1%, con un salario mínimo de 15 dólares por hora y con igualdad salarial para las mujeres», declaró la nueva figura progresista en New Hampshire.
¿Quién es Sanders?
Bernie Sanders nació en Brooklyn en 1941, y se crió en el seno de una familia judía. Su padre era de origen polaco y emigró a Estados Unidos huyendo del nazismo. Hizo su educación terciaria en el College Brooklyn de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, y posteriormente se licenció en Ciencia Política en la Universidad de Chicago. Allí comenzaría su activismo como integrante de las juventudes del Partido Socialista de América, la Liga Socialista de la Juventud.
En el ámbito universitario inició también su actividad antirracista, formando parte del Movimiento por los Derechos Civiles, donde coincidió con Martin Luther King. También se desempeñó como organizador estudiantil para el Congreso de Igualdad Racial y en el Comité Coordinador Estudiantil No Violento. Su posición respecto a la guerra de Vietnam fue siempre contraria, aunque participó activamente en la promoción de beneficios para los veteranos.
Su incursión en la política partidaria comenzó, tras mudarse al estado de Vermont, en la formación izquierdista y antimilitarista Unión de la Libertad. En esta organización se postuló varias veces para gobernador del estado, pero no tuvo éxito y dimitió en 1979. Sería recién en 1981 que llegaría a ser elegido alcalde de la ciudad de Burlington, donde residía, tras presentarse a las elecciones como candidato independiente (postulante que no pertenece a ningún partido político). Sanders fue reelegido en el cargo tres veces. Más adelante, tras dejar la alcaldía, en 1990, se postuló de nuevo como candidato independiente, esta vez para la Cámara de Representantes estadounidense, obteniendo el cargo, en el que se mantuvo durante los siguientes 16 años.
Durante su período como alcalde de Burlington, Sanders promovió la protección medioambiental, la provisión de viviendas accesibles para los sectores más necesitados de la población y el desarrollo de una fiscalización progresiva, según se señala en su biografía digital en español. En este período su ayuntamiento auspició un discurso del lingüista y filósofo Noam Chomsky, al que considera una voz “muy importante en la agreste vida intelectual de los Estados Unidos».
Desde su asiento en la Cámara de Representantes, el actual candidato demócrata se manifestó a favor de la prohibición de la tenencia armas de asalto. Sin embargo, en 1993 votó contra la Ley Brady, que pretendía imponer la verificación de antecedentes y períodos de espera a los compradores, y en 2005 votó en favor de una ley que protegía a los comerciantes de armas de posibles responsabilidades por actos criminales cometidos con sus productos. Esto le fue recriminado por Hillary Clinton en un debate televisado en enero de este año, a lo que Sanders respondió que consideraba dicha ley injusta con los comerciantes, y se mostró a favor de una legislación que se centrase más en los fabricantes.
Por otro lado, tanto en 1991 como en 2002, el ahora senador votó en contra de las resoluciones que autorizaron el empleo de fuerzas militares contra el gobierno de Irak. En 2001 votó contra la Ley Patriota, destinada a ampliar el control del Estado y el poder de vigilancia de las diversas agencias de seguridad en aras de la prevención del terrorismo en el territorio.
Desde el año 2005 Sanders integra el Senado estadounidense, habiendo sido apoyado en su campaña de postulación por varias personalidades del Partido Demócrata, como el propio Barack Obama. Desde 2008 sus principales críticas se han centrado en la gestión de la crisis económica llevada a cabo por el Ejecutivo. En setiembre de ese año envió una carta abierta al jefe del Departamento del Tesoro, Henry Paulson, denunciando su propuesta de rescate de la banca. La carta reunió más de 8.000 firmas en 24 horas.
La trayectoria política de Sanders tras su abandono del partido Unión de la Libertad estuvo definida por su constitución como candidato independiente hasta que, en abril de 2015, hizo pública su postulación como candidato presidencial por el Partido Demócrata.
Posibilidades de triunfo
El vertiginoso crecimiento de la figura de Sanders ha hecho que muchos sueñen con verlo como presidente del cambio para la primera potencia mundial. Sin embargo, sus posibilidades de vencer a Hillary Clinton son, para muchos expertos, escasas.
Según informó el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid, Óscar Sánchez Muñoz, para el diario español Público, el primer límite que tiene la campaña de Sanders es su falta de apoyo entre las minorías (negros, hispanos, etcétera), ámbitos que ya demostraron tener votos decisivos en la elección de Barack Obama como presidente. Según el experto, Hillary Clinton tiene ganados más votos en estos sectores que el nuevo candidato.
“Sanders sólo estaría por delante en los estados del extremo noreste (Maine, New Hampshire y Vermont, que entre los tres sólo suman 88 delegados) y en Alaska (20 delegados), pero perdería claramente ante Clinton en estados con mucha población y muchos delegados en juego, como California (546 delegados), New York (291 delegados), Florida (246 delegados) y Texas (252 delegados)”, explica el profesor.
Por otro lado, la diferencia de fondos que manejan ambas campañas también es un factor a tener en cuenta. Hasta ahora Sanders ha superado a Clinton, en lo que a donaciones privadas se refiere, gracias a sus hábiles campañas a través de internet. Sin embargo, es de esperar que si esta tendencia continúa, algunos sectores empresariales reaccionen e intervengan para inclinar la balanza a favor de Clinton.
Por último, la última barrera para el senador se encuentra en el propio Partido Demócrata, en el que la ex primera dama cuenta con el apoyo del grueso de las élites. Según Óscar Sánchez, Hillary Clinton tiene el respaldo de 362 líderes que tienen su presencia asegurada en la convención nacional del partido (los conocidos como “superdelegados”), y Sanders únicamente cuenta con ocho. Esto quiere decir que Sanders deberá superar a su contrincante en las urnas, buscando la superioridad a través de un amplio número de delegados electos.
En cualquier caso, para visiones críticas como la del intelectual norteamericano James Petras, Bernie Sanders no es sino una nueva ilusión progresista semejante a la encarnada por el Obama de 2009, que fue vendido como adalid del cambio y terminó liderando intervenciones imperialistas en Oriente Medio, impulsando macrotratados de libre comercio en todo el globo y favoreciendo, en definitiva, a las altas esferas de poder que controlan el país.