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Socializar el petróleo

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La existencia de petróleo en nuestra plataforma marítima, sobre lo cual existen más que fundadas sospechas a ser confirmadas en los próximos meses, supondrá una gran oportunidad económica para el país, pero también un serio desafío técnico y ambiental y una prueba política para gobierno y oposición.

El presidente Tabaré Vázquez dio el mejor comienzo posible a la nueva etapa, que se abrirá con la perforación prevista para el mes de marzo, al convocar a todos los ex presidentes democráticos a una reunión, con la presencia de los representantes de la petrolera francesa Total –que estará a cargo de la perforación del pozo descubridor–, en la que les brindó un detallado informe con el resultado de las investigaciones realizadas hasta el momento. Los cuatro ex presidentes más Tabaré analizaron la información y salieron de la reunión reconociendo la actitud y la transparencia del presidente, y aparentemente comprometidos a estudiar el documento y comunicar a sus respectivas colectividades lo conversado, todo en el marco de la búsqueda de acordar una política de Estado.

Aunque la reunión fue un gesto de apertura indiscutible, no fue bien vista por todo el mundo. Especialmente en la oposición se levantaron algunas voces críticas por haber convocado a los ex presidentes, que son figuras de referencia, pero ya no son figuras con peso político en las diferentes orgánicas partidarias. Son críticas razonables pero de corto vuelo. Tabaré sabe perfectamente con quién habla cuando se junta a conversar con los ex mandatarios, y no fue a esa reunión a buscar votos para una ley, que ni necesita en este momento, ni pueden obtenerse por ese mecanismo. A lo que aspiraba Tabaré era muy superior: fue dar una nueva muestra de republicanismo, diálogo y pluralidad ante un hecho histórico. Y ya de paso, relanzar su gobierno en este segundo año –luego de un primero muy complicado– con una serie de iniciativas políticas que se comen la agenda, como esta publicitada reunión o los consejos de ministros que sesionan en el interior. Ya tendrá tiempo de reunirse con los dirigentes formales de los partidos políticos con representación parlamentaria para trasmitirles las buenas nuevas. Esperemos de los partidos opositores cierta lealtad y hasta la dosis de patriotismo necesario para poner el futuro de Uruguay por delante de sus intereses electorales.

La prueba más importante que impone el hallazgo de crudo para el sistema político es la de acordar una política de Estado, dejando de lado mezquindades. No será fácil, porque en las disputas por el poder abundan los nobles pero también los ruines, y éstos tienen una facilidad inimitable para poner en marcha la máquina de impedir. Pero es una prueba real y obligatoria: la extracción y comercialización de petróleo no será un hecho inmediato, requiere de años de trabajo e inversiones muy importantes, aun cuando poseamos petróleo de buena calidad en nuestro subsuelo marino. No puede ser obra de un solo gobierno y no puede comenzarse sin cierta garantía de que un eventual cambio de gobierno no va a discontinuar el trabajo y desperdiciar todo el esfuerzo realizado por el país.

Desde el punto de vista técnico y ambiental el debate no será menor. Las reservas petroleras uruguayas estarían debajo de más de tres mil metros de agua, y tres mil metros más de subsuelo marino. Extraer petroleo de semejante profundidad no es simple ni barato, y los riesgos de desastres ecológicos se incrementan con la complejidad de explorar a tanta profundidad. Como dato alentador, podríamos recordar que todos las críticas de este tipo por inviabilidad que se le hicieron a la intención del Estado brasileño de extraer petróleo de su reserva pré-sal, de características muy similares a las que habrían en Uruguay, fueron refutadas por la realidad. Han pasado solo ocho años desde que Petrobras descubrió la reserva y Brasil ya obtiene más de 500.000 barriles por día de los pozos petroleros del pré-sal, extraídos con tecnología desarrollada por ellos mismos.

Para llevar adelante una política de Estado y para garantizar que las cosas se hagan cuidando el medio ambiente, es necesario acordar con todo el sistema político que el petróleo que se encuentre en Uruguay es un recurso del Estado, eso sin perjuicio de la participación sobre lo extraído que podrían tener las grandes empresas internacionales que lleven adelante las perforaciones y la extracción. Ese modelo es el único que asegura además que el pueblo uruguayo va a ser el principal beneficiario de la explotación de este recurso natural que, como tal, no es renovable y más temprano o más tarde se nos va a agotar, incluso a nosotros que todavía ni siquiera lo encontramos. Haríamos bien si acordamos desde el vamos que una buena parte de las utilidades que se obtengan por la explotación petrolera se va a destinar a la inversión en educación pública y en desarrollo industrial. Estos destinos de los dineros siempre son deseables, pero lo son más si los dineros provienen de la explotación de un recurso que te puede extraprimarizar una economía ya bastante primarizada.

No voy a caer en el pensamiento medio perverso de Jorge Batlle, entre otras personalidades, que han hecho público su deseo de que no se encuentre crudo para evitar “tentaciones” o para que a Uruguay no se le pudra el bocho con la plata fácil. Como razonamiento es atendible, aunque insólito en un país donde todavía existen tantas dificultades. No somos un país rico, y nuestra riqueza natural, básicamente agrícola y ganadera, tiene dueños. Pocos. La mayoría de los uruguayos quiere vivir mejor y, entre ellos, la mayoría lo merece. El hallazgo de una buena reserva petrolífera, si se utilizan bien las ganancias que proporcione, puede permitir que nuestro pequeño país mejore los estándares de vida de toda la población en todos los planos, sobre todo entre los más pobres y los trabajadores, pero también puede repercutir en el desarrollo de las ciencias y de las artes, de una industria pujante y una educación pública de excelencia para todos.

En realidad no es que el petróleo, cuyo precio se encuentra en valores muy bajos de forma transitoria, sea el recurso mágico que puede lograr que la vida de los uruguayos cambie radicalmente. Lo que puede permitir el progreso de nuestro país y de nuestra sociedad es la socialización de la ganancia que el petróleo deje. Porque no es, naturalmente, una mercancía, por valiosa que sea en el mercado internacional, la que transforma un país y su destino, lo que cambia la vida de la gente es que semejante recurso se destine a nuestro socialismo y no a la voracidad de los empresarios capitalistas y los políticos privatizadores.

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