La popularidad de Michel Temer al frente del gobierno de Brasil nunca fue buena y, luego de una fiesta de Carnaval bastante pobre, es peor. Es así que la mejor forma que encontró para revertir esta situación fue decretar la intervención militar de Río de Janeiro por la violencia instaurada en ese Estado. El decreto debe pasar por el Congreso Nacional para que le de el visto bueno. Un Congreso que vive un día sí y otro también la presión de un gobierno que no cesa en su intento por sacar leyes que quitan beneficios al pueblo, como sucedió con la ley de trabajo primero y con la de la seguridad social, que es la que se viene y lo que está detrás de todo esto. El tema de la seguridad en Brasil en general, y en Río de Janeiro en particular, es algo que tiene prioridad en la gente. No es ninguna novedad que las balas perdidas suelen impactar contra la gente común y que muchos de esos proyectiles provienen de las fuerzas de seguridad, aunque la excusa, por lo general, es el narcotráfico. Bueno, Temer encontró una nueva vía para revertir su mala fama: el Ministerio de Seguridad Pública. De allí sacará los cargos necesarios para comprar los votos que permitan que salga la ley previsional, esa que recorta tanto los derechos conquistados por los trabajadores brasileños, que hasta los legisladores reaccionarios se niegan a votarla. En otras palabras: vos me votás la ley, yo te doy un cargo en el nuevo ministerio. Para el 19 de febrero está previsto un paro contra la reforma previsional y para revocar la ley de la reforma laboral. Veremos qué pasa y si, para entonces, los soldados ya tomaron las calles.
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