“Nuestras ventajas comparativas son muchas”, dijo a Caras y Caretas. Otro diferencial de la mutualista, aseguró, es “la cercanía física y humana, que es lo más importante”. ¿Cuáles son los llamadores que tiene el Círculo Católico para quienes deseen cambiarse de mutualista? Nuestras ventajas comparativas son muchas. Las que hoy estamos destacando son los tiempos de espera para ver a un médico, los beneficios en materia de órdenes gratis para la gente joven –por medio de un producto que se llama Círculo Joven, que alcanza a quienes tienen entre cero y 29 años–. En esto se incluyen el servicio odontológico gratis, las órdenes de emergencia gratis, el primer carné de salud laboral gratis, entre otros beneficios. Lo que pretendemos es que esta población tenga la asistencia, pero que prácticamente no deba pagar nada. No olvidemos que se trata de una época de la vida en la que muchas veces son los padres quienes tienen que afrontar esos gastos. No sólo importa que tengan derecho a la salud, sino también que tengan acceso a ella. Esas fortalezas son muy importantes para nosotros y es importante que las tomen en cuenta en febrero, cuando se puedan cambiar. ¿Cómo hacen para reducir los tiempos de espera de quienes quieren ver un médico? Da mucho trabajo, porque no es tan fácil manejar la demanda. Los asociados demandan en función de sus necesidades, lo que no se puede regular. Para eso se realiza una gestión diaria. Todos los días se revisan los tiempos de espera que se producen para las especialidades. Si no son los adecuados, se aumenta la oferta. Para nosotros la oferta de servicios no es estática. Se ponen más profesionales a atender asociados. Todos los días la dirección técnica recibe un reporte de la demanda y dispone qué policlínicas hay que reforzar para disminuir la espera. Otro tema es el tiempo de espera en la emergencia. Nosotros tenemos una política de atención inmediata, que obviamente depende de la gravedad de la patología de que se trate. Pero podemos controlar exactamente cuánto se demoró en la atención: cuánto se demoró en iniciarla, en llegar al diagnóstico y en darle el tratamiento o ingresarlo al block o al CTI. Podemos tener el control exacto. Además, en el CTI tenemos reforzada la enfermería con un sistema de nueve horas de trabajo continuo –al igual que en todas las áreas cerradas– por el que cobran por 12 horas. De esta manera, se logra una continuidad asistencial y que al paciente no le estén cambiando quien lo atiende todo el tiempo. Con eso se logran muy buenos resultados. Lo mismo pasa con los cargos médicos de alta dedicación en los CTI de niños y adultos. Es todo un cambio de modelo asistencial, que se ve reflejado en la calidad de la asistencia que se le brinda al asociado. En el interior, donde el Círculo Católico tiene mucha presencia, ¿cómo se desarrollan estas experiencias? Nosotros tenemos dos sanatorios más: los de Cardona y Juan Lacaze; en ellos hay un equipo de profesionales muy destacado. Además, se trabaja en conjunto con ASSE [Administración de los Servicios de Salud del Estado], lo que es muy destacable. Además, cuando el paciente lo requiere, tiene asegurado el traslado a Montevideo de forma inmediata. Pero, además, la resolución de todos los casos –no importa dónde esté el paciente– la hace la dirección técnica de la mutualista. Y si no es posible trasladarlo a Montevideo, es ingresado en el primer lugar donde se haga ese tratamiento. Jamás se escatiman recursos en eso. ¿La mutualista tiene capacidad como para incorporar más asociados? Sí, en el último año hemos hecho la mayor inversión edilicia de los tiempos recientes y desde el punto de vista de la inversión en tecnología. Eso nos permite tener más capacidad para crecer. Tenemos 92.000 asociados, pero nuestra capacidad es de 100.000. Además, estamos armando un plan director a diez años, que prevé crecer en infraestructura, no sólo para atender a la masa social, sino también para la venta de servicios o la complementación. ¿Siente que la gente es fiel al Círculo Católico? Hay un grupo importante que tiene una fidelidad a prueba de todo; lo valoramos y cuidamos, porque en los tiempos que corren no es lo más común. Eso se contrapone con que en el sistema hay mucha gente que no es fiel a las instituciones. No se debe olvidar que uno elige la institución cuando está sano, pero que la usa cuando enferma. Además, la realidad cultural marca que estamos lejos de que los afiliados hagan prevención con su salud; para eso la gente tiene que venir, hacerse los controles, ver al médico. La mayoría concurre al médico cuando se siente mal, lo que dificulta el trabajo de la institución. El boca a boca es muy importante… Sí que lo es, es fundamental, y creo que es importante que la gente se asesore y pregunte cómo es nuestra institución. Si tengo tecnología actualizada, es seguro que voy a llegar a un mejor diagnóstico y a un mejor tratamiento. Nosotros estamos trabajando todos los días en mejorar la asistencia de nuestros asociados. ¿Cómo piensa que le irá al Círculo Católico al cierre del período de levantamiento del corralito mutual? El Círculo Católico es una institución que viene creciendo firmemente. Este año pretendemos crecer en forma cuidada, sostenida y responsable. Estamos deseosos de que quienes nos eligieron lo sigan haciendo y estamos motivados para recibir nuevos socios, a los que ofrecemos una institución sana, que gestionamos dueños y funcionarios, donde todo lo que ingresa se invierte en la mejora de la atención de la salud. En eso no escatimamos. Apostamos a recibir nuevos socios en forma responsable, porque, no en vano, tenemos la red mutual más grande del país. Tenemos 50 centros de atención, y próximamente estaremos abriendo el número 51 en el Cerro y luego el 52 en Malvín Alto. Tenemos como diferencial la cercanía física y humana, que es lo más importante. El socio llega a quien necesita cuando lo necesita.
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