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Presente y futuro del trabajo en Uruguay

Uruguay forma parte de la periferia de un sistema capitalista que actualmente atraviesa una transformación de su base productiva en pro de las nuevas tecnologías y el trabajo intelectual. Sin una transformación educativa inclusiva y sin políticas de empleo defensoras de los trabajadores, el país se dirige a la profundización de las brechas que hoy lo consumen.

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Por Manuel González Ayestarán

  Uruguay es un país caracterizado por una tasa de desempleo relativamente elevada, cuya media en los últimos 30 años es de 10 por ciento (el mínimo registrado fue de ocho por ciento en 1989). Actualmente la desocupación se encuentra entre 8,5 y 9 por ciento. Esta tasa viene marcada por dos grandes brechas: el género y la edad. Durante los últimos 30 años, la tasa de desempleo en las mujeres ha sido entre 1,5 y 1,9 veces mayor que la de los hombres. Esto únicamente disminuyó en 2015, cuando era entre 1,3 y 1,4 veces mayor. En el caso de los jóvenes, la brecha es aun más amplia. Los menores de 25 años presentan una tasa de desocupación entre 3,8 y 4,8 veces por encima de la de los que superan esta edad. Al contrario que en la brecha de género, la brecha etaria no disminuye con el paso de los años, sino que tiende a aumentar. Con estos datos comenzó el acto Trabajo en el Uruguay. Presente y futuro, organizado el viernes 30 de junio en la sede del Pit-Cnt por el Equipo de Representación de Trabajadores (ERT) del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). El evento se inició con una reflexión general del representante de Inefop, Julio Perdigón, acerca de la coyuntura actual. En ella enfatizó en las dificultades que presenta un contexto de desempleo para la lucha por lograr mejoras salariales y derechos laborales. En este sentido, el desempleo es la mejor herramienta antisindical de la patronal. Por otro lado, planteó la gran interrogante que marcó el discurso de los panelistas: ¿qué efecto tendrá el desarrollo tecnológico en el trabajo? “Las nuevas tecnologías abren nuevas fuentes de trabajo, pero no vemos las condiciones de estos trabajos”, expresó. En este sentido, el sindicalista puso el ejemplo de la supuesta ventaja que aportan las nuevas tecnologías para no depender de un espacio laboral a la hora de trabajar en ámbitos como las ventas, la administración o las comunicaciones y poder desempeñar las funciones requeridas sin tener que desplazarse del hogar. Sin embargo, Perdigón cuestiona si esto trae “mayor libertad o mayor esclavitud” a los trabajadores. “¿Trabajan más horas o menos horas? ¿Tienen aportes a la seguridad social o se favorece el trabajo precario?”, cuestionó. En este sentido, otro tema que abordó de forma crítica el orador fue la capacitación, un término especialmente en boga durante las últimas décadas. “¿Para qué?, ¿cuánta capacitación?, ¿qué proyecto de país queremos construir?”. En este sentido, expuso como ejemplo el caso de la planta metalúrgica de Montes del Plata, en la que “se utilizó el argumento de la falta de capacitación para permitir que vinieran trabajadores extranjeros sin las condiciones laborales que tenemos acá y con menores salarios”. En estos parámetros se planteó el debate durante el mencionado evento acerca de un mundo marcado por la agenda neoliberal, en el que la frontera entre empleo y desempleo cada vez se hace más difusa en pro de la precariedad y las distintas formas de subempleo, trabajo freelance y cuentapropista. Estos nuevos formatos laborales, fomentados bajo la fórmula ideológica del emprendedurismo, vienen hechos a medida de las necesidades patronales, en el sentido que coinciden en aumentar la carga de trabajo sobre los individuos a la vez que cercenan derechos laborales básicos como los aportes a la seguridad social, los horarios de trabajo o las vacaciones.   El empleo hoy La primera exposición del acto corrió a cargo de la economista del Instituto de Comunicación y Desarrollo (ICD) Alejandra Picco, quien expuso el último informe de empleo elaborado por Inefop, el cual fue comentado posteriormente por los panelistas invitados Fernando Vargas (experto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT,-Cinterfor); el exrector de la Universidad de la República (Udelar) Rodrigo Arocena; y el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Álvaro García. Picco señaló que el mercado de trabajo uruguayo tiene cuatro características clave: un importante peso de los asalariados públicos y privados (70 por ciento del total ocupados); la existencia de brechas que históricamente han desfavorecido tanto a las mujeres como a los jóvenes a la hora de buscar trabajo; la preponderancia del sector servicios en el empleo total en comparación con el sector industrial o el sector primario; y la existencia de tasas elevadas de empleo precario, es decir, no registrado en la Seguridad Social.

Los nuevos formatos laborales (subempleo, freelance, cuentapropista), fomentados bajo la fórmula ideológica del emprendedurismo, vienen hechos a medida de las necesidades patronales, en el sentido que coinciden en aumentar la carga de trabajo sobre los individuos a la vez que cercenan derechos laborales básicos.

En lo referente a las categorías de ocupados, Picco señaló que alrededor de 25 por ciento de ocupados son cuentapropistas o trabajadores autónomos. En este sector se concentra una parte significativa del empleo precario del país. Según el informe de Inefop, 80 por ciento de cuentapropistas uruguayos no están registrados en la seguridad social. Los trabajadores autónomos se dividen entre los que realizaron algún tipo de inversión en su inserción laboral, ya sea en un local, medios de producción o en mano de obra (20 por ciento), y los que no (cinco por ciento). Entre estos últimos, la preeminencia de la precariedad es mucho más elevada. En este sentido, el informe expuesto por Picco destaca que “el mercado laboral uruguayo se caracteriza por contar históricamente con un porcentaje importante de trabajadores precarios”. Este problema es uno de los que menos avances ha tenido el país a pesar de los logros conquistados durante la última década en otros ámbitos del terreno laboral. Así, resulta especialmente preocupante que en un periodo de crecimiento económico como el que ha vivido el país desde 2005, la tasa de empleo precario (trabajadores no registrados en la seguridad social) se mantenga en torno a 24 por ciento del total de ocupados. La situación de la que se partía era de 41 por ciento de empleados precarios en 2004. Esto da cuenta de lo funcionales que son las crisis económicas para la burguesía a la hora de desarmar a la clase trabajadora de un país en aras de ahorrar costos en mano de obra. Los sectores económicos que mayor precariedad concentran actualmente son el servicio doméstico, la construcción y el sector de comercio. Sin embargo, en otros, como la salud, la educación y el sistema financiero, este problema de empleo es prácticamente inexistente. Por otro lado, dentro de los desocupados, de los 140.000 que había en 2016, 55 por ciento fueron mujeres. Alrededor de 75 por ciento son menores de 39 años y casi la mitad son menores de 25 años. “Desde el punto de vista de la rama de actividad, y tomando en cuenta sólo a los desocupados propiamente dichos, 17 por ciento pertenecen al comercio, 12 por ciento al servicio doméstico y 8 por ciento a los sectores de la industria manufacturera y los servicios a empresas”, describe el informe. Por otro lado, otra característica que marca a los desocupados en Uruguay es que la mitad cuenta con 12 años de educación formal aprobados, una proporción baja en comparación con el promedio internacional. Según Inefop, “22 por ciento de los ocupados en 2016 contaba solamente con primaria completa (seis años de educación formal), mientras que 32,3 por ciento tenía además algún año de educación secundaria realizado, pero sin haber completado el ciclo. De aquí el exrector de la Udelar Rodrigo Arocena dedujo que una “menor formación conlleva mayores posibilidades de caer en el desempleo, pero, por otro lado, una mayor formación no garantiza el empleo”. Por último, Alejandra Picco se refirió al concepto de “tasa de desempleo estructural”, que es la que no cambia con las variaciones del ciclo económico. El estudio de Inefop la ubica levemente por debajo de 10 por ciento. “Se trata de un tipo de desempleo más preocupante, ya que al no variar con el ciclo económico y explicarse fundamentalmente por un desajuste entre el perfil requerido para los puestos de trabajos que se ofrecen y las características de quienes ofrecen un empleo, su reducción requiere políticas de empleo más específicas”, explicó. Asimismo, la economista criticó “la baja cobertura que tiene el seguro de desempleo en nuestro país en relación al total de trabajadores”, por lo que se hace necesario “tratar de pensar alguna manera de ampliar esa cobertura si bien hoy estamos en un momento del ciclo económico marcado por un leve decrecimiento”. Picco concluyó señalando que es evidente que “los procesos de crecimiento de la actividad económica, por sí solos, no logran mejorar la calidad de vida del total de la población”. Por ello “las medidas de impulso al crecimiento de la economía deben ser complementadas con otras que posibiliten que todas las personas puedan apropiarse de los beneficios que el crecimiento económico habilita”. En este sentido, la inserción en el mercado laboral es clave para la erradicación de la pobreza, siempre y cuando el trabajo sea de calidad. Por ello desde Inefop remarcan que el gobierno debe trabajar más en políticas de empleo estrechamente vinculadas con las políticas de desarrollo productivo, para evitar que se dé ese desfase antes mencionado entre las capacidades de la población trabajadora y los requerimientos del mercado de trabajo.   El empleo mañana Teniendo en cuenta estos datos, Fernando Vargas (OIT-Interfor) señaló que para orientar a la población a las demandas del mercado de trabajo, el país debe atender la organización, la mejora y el acceso para el desarrollo de habilidades, ya que estas serán la “moneda de uso corriente en el siglo XXI”. Esto, según él, incluye perfiles técnicos adaptados a los nuevos cargos que nacen dentro de la industria de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Las empresas actualmente precisan gente “que haga que las cosas funcionen”. En este sentido, el experto destacó el trabajo que realizan instituciones como Inefop y la Universidad del Trabajo del Ururguay (UTU) en la formación de nuevos profesionales.

Los sectores económicos que mayor precariedad concentran actualmente son el servicio doméstico, la construcción y el sector de comercio. Sin embargo, en otros, como la salud, la educación y el sistema financiero, este problema de empleo es prácticamente inexistente.

Sin embargo, Vargas explicó que la sociedad uruguaya, a diferencia del resto de América Latina, no está creciendo. El sector donde más niños nacen es en el más pobre de la población, lo que a su vez ya determina la trayectoria laboral de precariedad y bajos salarios de una parte muy importante de la población. “Las habilidades se desarrollan desde los primeros años de educación –algunos llegan a señalar que incluso desde el vientre materno ya se están desarrollando–, con lo cual, si no trabajos políticas que integren desde el comienzo este tipo de desarrollo de habilidades, vamos a tener problemas más adelante”. El experto señaló tres desafíos claves: desarrollar la capacidad de trabajo interdisciplinario y de resolución de problemas; integrar en los programas educativos las nuevas formas de conocimiento que traen las TIC, superando la dinámica tradicional de memorizar y recitar. Y, por último, desarrollar medidas de protección social enfocadas a reducir la precariedad generada por las formas atípicas de empleo. En este sentido también se expresó Rodrigo Arocena, quien hizo especial énfasis en que en el futuro “la capacidad de seguir aprendiendo valdrá más que un título”. Así, citó un documento redactado por el Partido Laborista británico en el que “se prevé que 50 por ciento de los trabajos cambiarán radicalmente en términos de cómo están organizados y qué hace la gente en el trabajo”. Por ello, Arocena destacó que las políticas no deben enfocarse sólo en la educación, sino en la “educación junto a la actualización, de lo contrario, vamos a una situación de catástrofe”. En este sentido, la transformación debe centrarse en combinar la educación formal con formas de trabajo creativo que permitan actualizar el conocimiento. Según el exrector, está teniendo lugar algo más que una revolución tecnológica; estamos viviendo “un cambio en la base material de la sociedad en la cual la industria está siendo sustituida por el conocimiento científico y tecnológico avanzado como corazón de las fuerzas productivas”. Para él este gran cambio está siendo aprovechado por las clases privilegiadas: “La separación entre sectores populares y conocimiento avanzado es el gran problema de nuestro tiempo”. Por ello, Arocena destacó la necesidad de adaptar la formación avanzada a sectores de población con diferentes capacidades mediante programas educativos ajustados al conocimiento del que parte cada sector porque “se aprende de lo que se sabe”. “No es lo mismo enseñar a un muchacho de 18 años que a una compañera de 60. Desperdiciar la experiencia de la compañera de 60 es un pecado educativo que cometemos a diario”, señaló. Así, igual que Marx en el siglo XIX miró al mundo del trabajo en el futuro, por entonces a la tecnología industrial, “nuestra tarea hoy por hoy es tratar de vincular sectores populares y conocimiento avanzado”.

“Una menor formación conlleva mayores posibilidades de caer en el desempleo, pero, por otro lado, una mayor formación no garantiza el empleo.” (Rodrigo Arocena, exrector de la Udelar)

Por último, el director de la OPP, Álvaro García, señaló que para cualquier plan de desarrollo hay que tener en cuenta las tendencias poblacionales a las que apunta el país. En este sentido, basándose en proyecciones demográficas de la Cepal de cara a Uruguay 2100, el experto mencionó que la población cada vez vivirá más años, a la vez que se irá reduciendo la tasa de fecundidad. Esto implica que habrá menos gente en edad de trabajar y que, por tanto, menos población deberá mantener una tasa de producción mayor si se quiere sostener el crecimiento económico. Por ello, en este punto las nuevas tecnologías deben ser claves, así como la eliminación total de la brecha de género en el acceso al trabajo. “Esto permitirá amortiguar la caída hacia la que nos dirigimos”, señaló. Por otro lado, el director de la OPP explicó que para el crecimiento futuro, teniendo en cuenta estas tendencias, es necesario incorporar la automatización al sector productivo. Esto está generando una gran cantidad nuevos puestos de trabajo a nivel global, sólo que de diferente tipo. Los puestos de trabajo robotizados se relacionan especialmente con tareas manuales por encima de las tareas intelectuales. Por tal motivo, el desarrollo futuro del país sólo puede pasar por una transformación educativa inclusiva en la que se incida en las capacidades de aprendizaje permanente. Finalmente, el experto informó que actualmente ingresan casi dos mujeres por cada varón a la universidad, sin embargo, en las carreras más duras, relacionadas con el mundo productivo (como las ingenierías) hay tres varones y medio por cada mujer. Por ello, García explicó que se están impulsando políticas públicas y proyectos desarrollados junto a Naciones Unidas para fomentar en el sector femenino las actividades que tienen que ver con ciencia y tecnología.

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