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Uruguay: exportaciones de marzo

Una mirada en el espejo

Las exportaciones uruguayas tienen un comportamiento contradictorio. Si se tiene en cuenta la comparación entre los primeros tres trimestres de 2016 y 2017, se observa que crecieron 3,4% y totalizaron un valor de 1.874 millones de dólares.

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Por José López Mercao

Si el comparativo se realiza mes a mes, nos encontramos con que en marzo se verifica una caída de 3,2% con relación a marzo de 2016, lo que se explica fundamentalmente por la retracción de las exportaciones de soja y celulosa. Sin embargo, ese retroceso se compensa en términos relativos por la recuperación de las exportaciones de carne bovina, ganado en pie y, fundamentalmente, de productos lácteos y derivados.

La deflación del mercado venezolano y sus efectos

El flujo exportador en su conjunto, y el del sector lácteo en particular, se resintió con la inestabilidad política en la República Bolivariana de Venezuela. El peso de Venezuela como importador de productos uruguayos se había incrementado vertiginosamente a comienzos de esta década, y en 2014 había llegado a ser el cuarto comprador de Uruguay. Esa realidad cambió drásticamente en 2016, año en el que Venezuela se ubicó en el lugar 21 entre los receptores de exportaciones uruguayas.

Para tener una idea de lo abrupta que fue esa caída, baste considerar que durante 2016 las exportaciones a la nación bolivariana estuvieron en el entorno de los 49 millones de dólares. En 2013, año en el que se produjo la muerte de Hugo Chávez y el recambio presidencial en la persona de Nicolás Maduro, el total de las exportaciones era de 449 millones de dólares, lo que marca para 2016 una caída de 90%.

Pese a esas dificultades, el sector lácteo, que era el que más volumen colocaba en el mercado venezolano, recuperó rápidamente su tonicidad y se transformó en el segundo rubro exportador durante marzo de este año, al punto de que facturó 59 millones de dólares, lo que significa 36% de incremento en el comparativo con marzo de 2016. El citado crecimiento –que en el acumulado del año registró un aumento de 41% en relación con el período anterior– fue potenciado por los precios, que operaron al alza. 46% de los lácteos fueron exportados a Brasil, mientras que aumentaron significativamente las ventas a Argelia y Rusia, que tuvieron una participación de 12%.

No obstante el crecimiento de las exportaciones de lácteos verificadas en el primer trimestre del año, el sector fue el principal damnificado de la crisis venezolana, ya que hay empresas que aún no han cobrado sus envíos o lo han hecho parcialmente. Entre ellas se encuentran Conaprole y otros grupos que, si bien no pertenecen a la industria láctea propiamente dicha, guardan con ella una estrecha relación, ya que se trata de laboratorios y empresas dedicadas a la genética animal.

Es preciso tener en cuenta que lo que se contrajo fue el flujo exportador, pero no los pagos, que se vienen concretando de manera lenta y despareja, en función de acuerdos suscritos en 2016. A Conaprole, que concentra 76% de la producción nacional, se le adeudan 39 millones de dólares, pero ese débito estaba previsto en los acuerdos, en los que se convino que la principal empresa láctea quedaba en el último lugar de la cola en materia de pagos.

En el rubro avícola, la empresa Tres Arroyos, que era la única que exportaba a Venezuela, dejó de hacerlo en función de que se le debían 12 millones de dólares en 2016 y no existían certezas acerca de cuándo y de qué manera se efectuarían los pagos. Pese a la interrupción de las exportaciones, la deuda se redujo a cinco millones, pero aún está pendiente el pago del saldo.

Paradojas lácteas

Otra paradoja que se registra en la industria láctea es que, pese al gran empuje que ha tenido en el mercado exportador, está teniendo graves problemas en materia de relaciones laborales. En marzo se registró el envío a seguro de paro de 130 operarios del sector, lo que en buena medida se explica por la creciente monopolización que se está observando, proceso en el que se destacada la presencia y expansión de la poderosa empresa francesa Lactalis. Los productores muestran disconformidad con la relación entre la remuneración que reciben (9,58 pesos por litro) y los altos costos de producción que tiene el país. Esto ha tenido un efecto negativo en la remisión de leche y ha determinado, en el plano laboral, el envío a seguro de paro de trabajadores de las empresas Coleme, Calcar, Lactalis y Granja Pinerolo.

A estos nódulos críticos se agregan los problemas climáticos que inciden en la productividad del sector. En ese aspecto, está siendo afectado particularmente por la escasez de agua y por la alternancia de ciclos climáticos inhabituales.

Renglón aparte merecen las exportaciones de arroz, que descendieron considerablemente respecto de marzo de 2016 y sufrieron un descenso de 54%. Esta baja no puede ser evaluada con dramatismo, ya que en buena medida se explica por un adelanto de la zafra, que en 2017 llevó a exportar tempranamente. Si se considera el acumulado anual, la salida al exterior del arroz se incrementó en 70%.

En el país de las vacas

Como es tradicional, en marzo de 2017, la carne vacuna volvió a ser el principal producto exportado, con montos aproximados de 147 millones de dólares. El incremento se produjo tanto en los volúmenes exportados como en los precios en los mercados internacionales, lo que implicó un crecimiento de 16% con relación a marzo de 2016. El principal comprador volvió a ser la República Popular China. Sin embargo, pese a que el monto adquirido por China creció 11% con relación a marzo de 2016, su participación en el total de la carne exportada por Uruguay decreció en dos puntos porcentuales. Esta aparente contradicción habla a favor de la diversificación de mercados, que amortigua el riesgo de la dependencia de grandes compradores, como rotundamente lo es China, que junto con Brasil es el principal punto de destino de los productos que Uruguay coloca en el mundo.

En lo que respecta a otros compradores, se destacó el crecimiento de las exportaciones a Estados Unidos, los Países Bajos (que operan como hub para la Unión Europea), Israel y Rusia. Por la reversa, las exportaciones a Alemania, Reino Unido y Canadá bajaron en relación con 2016.

Otra variante de exportación bovina que tuvo un incremento significativo fue la del ganado en pie, ya que los volúmenes exportados en marzo duplicaron a los del mismo mes del pasado año, pasando de 13 millones de dólares a 26 millones de dólares, siendo Turquía el mercado por excelencia para esta modalidad exportadora.

Rubros y destinos

Al discriminar por rubros, en el acumulado interanual, el ganado en pie fue el producto que incrementó más su salida, con 97%. En segundo lugar, se ubicaron los lácteos, con un aumento de 36%, seguidos por las autopartes, con 31%. La exportación de plásticos creció 26% y la de productos cárnicos, 16%. Las exportaciones cárnicas crecieron 13% y las de subproductos cárnicos, 9%, al tiempo que los concentrados de bebidas acumularon 6%.

Los únicos productos con peso en la agenda exportadora que decrecieron en el acumulado interanual fueron la celulosa y el cuero, con 17% y 10% de decrecimiento, respectivamente (el tema del arroz fue tratado más arriba).

En cuanto a los destinos, Brasil lidera el ranking de los mercados uruguayos, con 22%, y tiene una importante acumulación en el interanual (30%). En segundo lugar se posiciona China, con una participación de 17%, y el tercer destino es la Unión Europea.

En suma, con el trasfondo de una situación internacional sumamente compleja, marcada por el incremento de las tendencias proteccionistas en los mercados centrales y la incertidumbre política en el sector, es destacable la estabilidad que presenta el mercado exportador uruguayo, relativamente ajeno a esas turbulencias, con índices bajos de crecimiento de su PIB (entre 1% y 1,5%), pero sin saldos en rojo, como los que registran las economías vecinas.

En otras palabras, si los saldos exportados son uno de los tantos signos de la salud de una economía, podemos decir que la crisis mundial ha rozado a Uruguay, pero no se ha adentrado –al menos todavía– en su potencial productivo, aunque sí en su estructura, lo que constituiría un capítulo aparte.

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