“Es una demostración de que estas cosas se pueden hacer tanto en los países pobres como en los más ricos”, dijo Luongo, quien destacó además las acciones que la Comisión ha desarrollado en los últimos años para el combate de la enfermedad, particularmente en materia de los cánceres de mama y de colon. ¿Qué reflexión le merece la celebración del Día Mundial de la Salud y particularmente la consigna establecida para este año? Una de las más importantes reflexiones es que a la salud la tenemos integrada como un derecho y a veces la propia expresión parece irrisoria, ya que da la idea de que podemos dominar la salud. Creo que el derecho que tenemos es que todos tenemos las mismas posibilidades de acceso a ella, a la misma asistencia, al mismo diagnóstico precoz y oportuno y al mismo tratamiento. Lo importante es saber si todos tenemos las mismas posibilidades de estar sanos y de seguir sanos y si todos tenemos las mismas posibilidades de tratamiento el día que nos enfermamos. Lo importante es que se nos trate a todos en las mejores condiciones posibles. Esa es la base de lo que se debe plantear a nivel de todo el país. ¿Usted diría que Uruguay está en ese camino? Sí, está en ese camino y nadie puede ponerse el título de “yo lo hice”, ya que es un trabajo colectivo que se ha ido modificando y siempre con el objetivo de la mejora. Somos todos parte de ese colectivo y es una demostración de que estas cosas se pueden hacer tanto en los países pobres como en los más ricos. Demuestra además que muchas veces los países más ricos no logran tener esa equidad con respecto a todos sus ciudadanos. Por eso siempre digo que me siento orgulloso de ser uruguayo, ya que ha habido una evolución, que ha ido mejorando permanentemente, no sólo en el objetivo de controlar la enfermedad, sino que ha ido modificándose para prevenir enfermedades, para tratar de estar a la cabeza de la mejor información -como tener los registros- porque ¿cómo podemos hablar de mejor o de peor salud si no registramos que estamos bien? O sea, identificar dónde están los problemas sanitarios. Exacto. Pero además quería señalar que hay otros elementos en la salud que a veces no consideramos. Una sociedad puede estar enferma no únicamente porque tenga una enfermedad infecciosa; está enferma una sociedad cuando tiene una población que delinque, que se sale de las pautas morales y éticas que establece la propia sociedad y no podemos dominarla. Y esa es una enfermedad que se debe tratar como tal a efectos de realizar el diagnóstico correcto y establecer el tratamiento adecuado. Entonces, como vemos, la palabra salud abarca un espectro muy amplio. ¿Y qué ha hecho la Comisión Honoraria de Lucha Contra el Cáncer para colaborar en la mejora de la salud de la población del país? Hemos hecho muchas cosas. Una de ellas, y de la que estamos muy orgullosos, es haber emprendido el programa de la mamografía, que era un debe que tenía Uruguay. Tal vez había mucha gente con capacidad para hacer diagnósticos mamográficos, pero no se había popularizado. Era una ciencia que estaba reservada para algunos, pero no había una formación universitaria de técnicos y de médicos en mamografía. Pese a ser una patología tan extendida en la población. Sí, quienes estaban formados en esa área eran personas que habían tenido la capacidad de aprender, pero nada más. Por ejemplo, hace muchos años en el país no se entregaban los informes imagenológicos de las placas, se entregaban sólo los informes escritos. Era un documento [la placa] que no circulaba. El médico no la veía y quizás no tenía en aquel momento la formación para interpretarla. Es un estudio que es difícil de leer. La Comisión, con sus antiguos presidentes -no yo, que poco hice en ese sentido-, logró imponer la mamografía en el país. ¿Y qué lograron? Instalar en el país un número importantísimo de mamógrafos que fueron distribuidos en forma ambulatoria, en forma fija, al tiempo que se financiaron técnicos e imagenólogos para que en el interior del país realizaran los informes de esas pruebas. Así se fue imponiendo la mamografía casi como un acto obligatorio para las mujeres en cierta etapa. Apareció una enorme cantidad de mamógrafos, tanto en el sector privado como en el público, muchos de ellos con tecnologías de vanguardia. Una de las últimas acciones que desarrolló la Comisión fue hacer un nodo de mamografías en el Instituto Nacional del Cáncer, en el cual se reciben imágenes a través de la red de la Administración de los Servicios de Salud del Estado [ASSE] y de otras redes y se informan de manera centralizada. Para eso se compró un sistema que se denomina CAD, que es automático y que compara las imágenes de una mamografía contra un millón de imágenes para tener un diagnóstico más certero. Hay un banco de imágenes que está apoyando. Entonces, llegó un momento en el que la Comisión se dijo “cumplí”: impuso la técnica, popularizó la mamografía, colaboró con el Ministerio de Salud Pública [MSP] en ponerla como obligatoria y ahora donó todos los equipamientos que tenía al sistema de ASSE; sigue financiando algunos imagenólogos y se retira. Misión cumplida. ¿Y qué sigue? Empezamos a trabajar en el combate de otro de los problemas de este país que es el cáncer de colon, porque es la segunda causa de muerte dentro esta enfermedad. No vamos a dejar la mama, vamos a seguir apoyando, pero vamos a dedicarnos a colon, haciendo una campaña permanente, con nuestro colon gigante recorriendo todo el país, dando apoyos publicitarios, con cursos de educación y formación, estimulando a los colegas médicos a promover el diagnóstico precoz y oportuno para un tratamiento que puede curar, antes que aparezca la enfermedad. Esto, unido al permanente apoyo a la investigación clínica, y cuello de útero, que es la gran campaña que ha iniciado el MSP, con el tema de la vacunación, seguir con el programa de Papanicolau. Esta es la apuesta que hoy tenemos vigente para seguir teniendo un nivel de salud que nos genera orgullo.
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