Esta es una de las afirmaciones que realiza el Informe de Transición que fuera entregado a principios de enero por el expresidente de UTE Gonzalo Casaravilla al entonces ministro, Guillermo Moncecchi, que este hizo llegar a las nuevas autoridades del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), encabezadas por Omar Paganini.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
En el documento se detalla el Plan Estratégico de la empresa, aprobado en 2018 y elevado el Poder Ejecutivo en ocasión de la aprobación del Presupuesto 2019-2020. El documento contiene, además, ampliaciones necesarias a los efectos de la transición, con aspectos de la gestión tales como el “Plan de ingreso de personal”, la “Expansión de la demanda”, el “Estado de endeudamiento”, la “Disponibilidad de caja”, el “Estado de resultados 2019” y las “Exportaciones 2017-2019”.
El trabajo hace un repaso al proceso de diversificación de la matriz energética que permitió asegurar el abastecimiento de la demanda, reducir los costos de dicho abastecimiento y su variabilidad, disminuir la dependencia del petróleo y fomentar la participación de fuentes energéticas autóctonas, en particular, las renovables.
En su parte introductoria, el informe señala que UTE está inmersa en un profundo proceso de transformación del sector eléctrico nacional el cual se inició a partir de un cambio significativo en su matriz energética.
“Las históricas transformaciones que el país concretó en su matriz, de las que UTE ha sido actor principal, incorporan definiciones de Estado que se proyectan con importantes impactos en el futuro de nuestro sistema”, agrega.
Explica además que la diversificación de la matriz energética, “tanto de fuentes como de proveedores, apuntó a asegurar el abastecimiento de la demanda, reducir los costos de abastecimiento de la misma y su variabilidad, disminuir la dependencia del petróleo y fomentar la participación de fuentes energéticas autóctonas, en particular las renovables. Este proceso, en el cual nos encontramos inmersos, está propiciando la transferencia de tecnología y el desarrollo de capacidades nacionales, contribuyendo además en la reducción del impacto medioambiental del sector”.
Advierte luego que, como se ha mencionado, “la transformación en curso ha permitido reducir significativamente la vulnerabilidad en materia de costos de abastecimiento de la demanda asociada a la gran dependencia del clima en la generación hidráulica y a los precios de los combustibles o importación de energía”.
“El proceso de transformación del sector eléctrico nacional adicionalmente apuntó a fortalecer la integración energética de Uruguay con los países vecinos. Los objetivos descritos anteriormente se lograron con la instalación de potencia eólica (cercano a 1.500 MW), potencia solar fotovoltaica (del orden de 230 MW), biomasa (aporte neto autorizado a la red de transmisión próximo a 200 MW), incremento del respaldo térmico a través de la Central de Ciclo Combinado (instalados 530 MW), la nueva interconexión con Brasil que agrega 550 MW en Melo-Candiota sumados a los 70 MW en Rivera-Livramento y el fortalecimiento de nuestro sistema de transmisión para incorporar el importante aumento de generación distribuida que se está instalando en todo el país”, añade.
Energía disponible
En resumen, “luego de las transformaciones realizadas y que se continúan efectuando, la matriz eléctrica actual de Uruguay refleja una realidad de disponibilidad suficiente de energía, menor dependencia de las condiciones hidrológicas, menor dependencia del petróleo y consolidación de las capacidades de integración energética con la instalación de la nueva interconexión de gran porte con Brasil”, detalla.
La situación descrita señala la necesidad de concentrar esfuerzos en optimizar la utilización de energía disponible, incentivando por un lado el consumo nacional a través de la incorporación de nuevos usos, productos y servicios comerciales que trasladen a los clientes la nueva realidad energética, satisfaciendo las necesidades de mayor calidad y menores precios y por otro lado, consolidando la posibilidad de intercambios energéticos con los países vecinos que permita la concreción de acuerdos comerciales beneficiosos para las partes.
Como desafíos para el futuro, se plantea que los próximos años consistirán en maximizar el retorno de las inversiones realizadas, mejorar su gestión, poniendo especial foco en sus principales procesos, el capital humano, la demanda interna y la integración energética.
En ese sentido, se considera estratégico avanzar en la mejora de la eficiencia de la empresa. “El objetivo planteado es continuar implementando metodologías de gestión que se traduzcan en una mejora de la calidad de servicio que brinda la empresa a la sociedad. Es importante destacar que la incorporación de nuevas instalaciones (centrales, estaciones, líneas, etc.) y nuevas tecnologías para optimizar la operación de las distintas unidades e interactuar con nuestros clientes implicará necesariamente la incorporación de nuevas actividades y la eliminación de otras.
Otra acción estratégica que viene desarrollando la empresa desde 2015 corresponde a la implantación de un Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud Ocupacional basado en la norma internacional ISO 45001, lo que facilitará la integración del sistema de gestión en aquellos procesos que ya están certificados, así como los que continúan trabajando en la implementación de la norma ISO 9000, dado que comparten la misma estructura de alto nivel y permiten integrar la Gestión de Salud y Seguridad en el Trabajo con la estrategia de negocios de la empresa, señala el informe.
En esta misma línea, recuerda que se están adecuando también los procesos en los aspectos que hacen a la seguridad de la información, para lo cual se está diseñando un plan corporativo que abarque todas las unidades de la empresa implicadas en dichas mejoras.
Infraestructura
En relación a la inversión en infraestructura, se señala que es una herramienta que debe posibilitar a UTE cumplir con su finalidad como empresa pública. La misma cubre dos aspectos: la reposición (sustitución de aquellos equipamientos que han llegado al final de su vida útil) y la expansión (tanto por el crecimiento vegetativo como por las demandas extraordinarias).
“El mantener un adecuado nivel de inversiones anuales para atender estos desafíos, frente a las limitaciones impuestas por el entorno económico y fiscal respecto a la disposición de recursos propios y contraer endeudamiento para realizarlas, ha llevado a UTE a desarrollar otros instrumentos idóneos, caso de los leasing, fideicomisos, sociedades (con empresas públicas o captando el ahorro popular y previsional) que buscan cumplir con el objetivo de desarrollo de la infraestructura necesaria, contemplando las restricciones aludidas”, sostiene.
Agrega que, en particular, es estratégica la culminación de las obras ya iniciadas, como la extensión de las redes de transmisión e incorporación de equipamiento para el proyecto de redes inteligentes, las cuales permiten viabilizar la expansión de la infraestructura requerida para el desarrollo de las actividades productivas del país.
El plan quinquenal incluye las obras necesarias para cerrar anillos de transmisión en 500 kV y 150 kV en la zona Norte y Noreste del país, de forma de respaldar y aumentar la confiabilidad de los sistemas radiales existentes, además de varias líneas aéreas de 150 kV en diversas zonas del país, que permitirán aliviar sobrecargas y mejorar la confiabilidad de la red en su zona. Asimismo, se incluyeron nuevos tramos de cable subterráneo de 150 kV y estaciones de tecnología GIS en Montevideo.
“Se considera también la instalación de una segunda salida de 500 kV desde el nodo generador Punta del Tigre, la línea hacia Cardal, incrementando así la confiabilidad del principal nodo de respaldo térmico del sistema”, concluye.