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Venezuela frente a 2018: La calma entre tormentas

El gobierno de Nicolás Maduro cierra el año de forma triunfalista. El apoyo del ejército ha neutralizado las estrategias golpistas de la oposición, coordinadas desde Washington, y la unidad de las mermadas bases oficialistas ha prevalecido sobre la derecha dividida. No obstante, la corrupción interna y el posible repliegue de la derecha en torno al joven magnate Lorenzo Mendoza se configuran como posibles amenazas para el gobierno bolivariano.

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Por Manuel González Ayestarán

  Tras un año profundamente agitado, el gobierno venezolano termina celebrando triunfos electorales mientras la oposición proestadounidense se consume en sus propias luchas de liderazgo interno. En apenas meses, el clima de violencia y las alarmas sobre la posible intervención de las potencias imperialistas se han apaciguado mediante la estrategia electoralista llevada a cabo por el gobierno. Esta estrategia se ha sustentado en la movilización activa de sus bases y en el apoyo de la mayoría del ejército.  Esto ha permitido a su gobierno hacer valer la Asamblea Nacional Constituyente, así como lograr el triunfo en la elecciones municipales. Así, la táctica seguida por el gobierno de Maduro ha logrado mantener a flote, entre múltiples contradicciones e irregularidades, un Estado que para los medios de comunicación estaba a las puertas de su debacle. Aunque mermado debido a la crisis económica y la corrupción, el activismo de las bases del oficialismo ha logrado vencer la batalla a una derecha cuyas divisiones internas contrarrestaron su poder económico y sus apoyos internacionales. El 10 de diciembre las elecciones municipales se saldaron con el triunfo oficialista sobre 308, alcaldías de un total de 335, con 47,32 por ciento de participación. La división de la derecha, en la que algunos grupos optaron por participar y otros por abstenerse, regaló al gobierno un triunfo electoral que es presentado como antesala de las elecciones presidenciales, previstas para 2018. Sin embargo, la hegemonía bolivariana continúa peligrando debido a la escasez y a la inflación, la cual se explica por conductas internas de corte oportunista y corrupto, combinadas con el boicot de los grandes poderes económicos nacionales e internacionales, así como por la estrategia injerencista y desestabilizadora coordinada desde Washington y Europa. Las sanciones impuestas por Estados Unidos están surtiendo efecto en la medida en que dificultan los pagos y la financiación de un país que ya de por sí atraviesa una ingente crisis económica detonada por la caída de los precios del petróleo. Actualmente Venezuela atraviesa una depreciación extrema de su moneda debido a la cual el billete de mayor denominación del país, equivalente a 100.000 bolívares, tiene un valor inferior a un dólar en el mercado de cambio paralelo.   El año del petro En este sentido, de cara al próximo año, la agenda venezolana estará marcada por la introducción del petro, una criptomoneda (medio de intercambio digital) que estará sustentada por el valor de las reservas de las principales materias primas nacionales (petróleo, gas, diamantes y oro). Con este sistema el gobierno busca una alternativa para poder realizar operaciones en el mercado internacional esquivando las sanciones impuestas por Estados Unidos y los grandes poderes económicos. Así, Maduro defiende que el petro proporcionará al país de nuevo la entrada importante de divisas que necesita. Los respaldos de este altcoin serán nada menos que 297.500 barriles de petróleo, 367,6 toneladas de oro, 11.800 millones de quilates de diamantes y 4,1 billones de pies cúbicos de gas que posee el Estado. Según explicó el ingeniero David Jaramillo a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), “las criptomonedas aprovechan lo mejor de internet y de las matemáticas para permitir transacciones de dinero entre los países y personas sin que nadie pueda intervenirlas o manipularlas”. Sin embargo, este tipo de métodos de intercambio, como el bitcoin, se caracterizan por ser un recurso especialmente útil para la especulación financiera. No obstante, el experto asegura que el hecho de que el valor del petro no esté definido por la especulación del mercado, sino por el precio internacional de las materias primas, confiere a priori una mayor seguridad al proyecto. “Se trata de la primera vez que un país decide emitir un activo digital respaldado con recursos del mundo real. La expectativa es muy alta porque al tener un Estado detrás, habrá grandes cantidades de materias primas garantizando la emisión de la moneda, lo cual implica que la escala y el volumen de las transacciones que puede tomar el mercado son ilimitadas”. Además, a diferencia de otras criptomonedas, el petro basará su funcionamiento en la tecnología blockchain. Este sistema explota la capacidad de las computadoras para hacer cuentas complejas y la conexión a internet para automatizar las transacciones, eliminando a los intermediarios humanos de estas operaciones. Al no existir en este sistema un procesador de transacciones, los países poderosos no podrán cambiar las reglas del juego ni manipular los movimientos financieros. “La tecnología blockchain se encarga de dejar las reglas claras para todos, y el que quiere participar se tiene que adaptar a esta idea de descentralización, en la que nadie tiene la posibilidad de poner el tablero a su favor o generar perjuicios a otros”, explica Jaramillo. “Para dar de baja la blockchain Estados Unidos debería desconectar internet en el mundo, un imposible”, añade.   Amenazas Si bien el gobierno de Nicolás Maduro termina el año con una calma relativa, hay varios elementos que auguran nuevos conflictos. En primer lugar figura la creciente corrupción, cuya reacción en cadena llegó hasta Petróleos de Venezuela (Pdvsa), involucrando al exministro de Energía chavista Rafael Ramírez. Alrededor de 60 exgerentes se encuentran presos por una estafa que, según el sociólogo Álvaro Verzi, superaría los 4.000 millones de dólares. Esto incluye el desfalco al Estado por la sucursal de Pvdsa en Oriente de 1.156.900.000 dólares por barriles de crudo no producidos entre 2014 y 2017. Por otro lado, además del petróleo, el sistema de importaciones y la salud son los dos principales focos de corrupción en el país. En este sentido, hasta el propio Nicolás Maduro admite que la corrupción es hoy uno de los elementos que podría tumbar la Revolución bolivariana. Según el fiscal general, Tarek William Saab, el desfalco ha sido el daño patrimonial más grande que ha enfrentado el estado venezolano en los últimos 30 años. En lo referente a la industria petrolera, se han documentado, al menos 41.000 contratos a dedo, por un monto de más 35.000 millones de dólares. A esto hay que sumar redes de extorsiones público privadas en el marco de una trama financiera que permite la fuga de capitales. Esto, sumado al desabastecimiento de alimentos, artículos de salud y de higiene y al aumento desorbitado de los precios, configura un escenario en el que la derecha tiene amplias posibilidades de impactar si logra reagruparse. Washington y los grandes poderes económicos seguirán apretando sus medidas de ahogamiento económico contra el país caribeño, a la vez que tejen nuevas estrategias para usurpar el poder. La intervención abierta en Venezuela es una amenaza permanente, más aun cuando puede apoyarse en aliados regionales como el presidente colombiano Juan Manuel Santos, que ya no tiene que destinar esfuerzos económicos y militares para combatir a la guerrilla. Por otro lado, en la estrategia electoral parece configurarse una nueva candidatura extrapartidista al estilo de Sebastián Piñera en Chile, de Mauricio Macri en Argentina o de Pablo Kuczynski en Perú. La figura derechista en boga es el magnate Lorenzo Mendoza, propietario de las empresas Polar y principal figura de la guerra económica contra el gobierno. Mendoza es uno de los dueños de Venezuela. Sus firma representa un conglomerado integrado por más de 40 empresas que producen diversos productos alimentarios, como pastas, arroz y aceite de maíz, además de helados, vinos, agua mineral, gaseosas y golosinas. Empresas Polar a su vez ha invertido, bajo la dirección de Mendoza, en banca, hipermercados, petroquímica y petróleo. Los grandes medios de comunicación llevan años configurando la imagen del magnate como un adalid de la autosuperación, la meritocracia (a pesar de ser la tercera generación de propietarios) y la prosperidad, asociada al libre mercado, en contraposición al estatismo arcaico y corrupto del chavismoEsta fórmula electoral, que parece extenderse por la región, aún no ha sido testeada en Venezuela y bien podría configurar el eje de la estrategia de los poderes oligárquicos contra su gobierno más incómodo. No obstante, Mendoza aún no se ha posicionado sobre su eventual candidatura para las elecciones presidenciales de 2018.

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