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Columna destacada | Venezuela |

Venezuela: nadie nos prometió un jardín de rosas

Por Enrique Ortega Salinas.

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Caras y Caretas Diario

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Si ya te lavaron el cerebro, lo más posible es que me odies al leer esta nota y cierres tu mente a cualquier argumento, por más válido que sea, y será quizá más fácil arrancarte la cabeza que una de las ideas que te han plantado en ella a través de los años con mentiras repetidas una y otra vez. Como sea, la derecha internacional va ganando la partida y el gobierno venezolano está más debilitado que nunca, rodeado, acosado, agredido, asfixiado, traicionado y abandonado.

El panorama no puede ser peor: Venezuela tiene pegados al belicoso narcogobierno paramilitar colombiano y al fascista brasileño; la izquierda continental perdió a Ecuador con la traición del ahora neoliberal Lenín Moreno, Uruguay colocó a una rata al frente de la OEA, en El Salvador ha caído el Frente Farabundo Martí (con 13,7% de los votos) y ha ganado Nayib Bukele, enemigo declarado de la revolución bolivariana; Nicaragua está sumamente debilitada y el comandante Daniel Ortega, desgastado. Evo Morales es el que mejor resiste la embestida de la derecha internacional; pero el apoyo, tanto de Bolivia como de Cuba, y la postura de México y Uruguay parecen insuficientes para contener el azote norteamericano. La firme postura de Vladimir Putin y el respaldo chino es lo que salva a Venezuela de una invasión directa.

Intentaremos aquí hacer un resumen de hechos históricos para poder analizar la situación actual, porque los sucesos vienen encadenados. No se puede analizar el intento de Hugo Chávez de derrocar a Carlos Andrés Pérez sin conocer el “Caracazo”, ni el golpe contra Chávez en 2002 sin conocer sus políticas sociales y antiimperialistas ni el golpe en marcha contra Maduro sin recordar su rebeldía contra los dueños del mundo.

 

El “Caracazo” o “Sacudón” (1989)

Consistió en una serie de protestas contra medidas económicas impopulares implementadas por Carlos Andrés Pérez, el cual respondió con una represión salvaje a cargo de la Policía Metropolitana, Fuerzas Armadas del Ejército y la Guardia Nacional. Aún se desconoce la cantidad exacta de muertos y desaparecidos; pero fueron millares. Incluso, tiempo después, se descubrieron fosas comunes como La Peste, en el cementerio Central del Sur, con 68 cadáveres.

Los problemas que intentaba arreglar Pérez eran los mismos que hoy tiene Nicolás Maduro: caída del precio del petróleo, quiebre estructural del mercado interno, hiperinflación, moneda devaluada y escasez, sólo que Maduro no quiso seguir el camino de Pérez, quien hizo pagar los costos de la crisis a los más pobres.

En 1992 se produjeron dos intentonas golpistas, una en febrero y otra en noviembre. En marzo de 1993, Carlos Andrés Pérez fue declarado culpable de corrupción, siendo sustituido en la presidencia por Ramón Velásquez y, tras nuevas elecciones, por Rafael Caldera.

Pese a tanta decepción con los gobernantes, los venezolanos vieron una luz de esperanza tras el intento golpista de febrero de 1992. El teniente coronel Hugo Chávez Frías detuvo las acciones militares diciendo ante las cámaras de televisión que no se habían logrado cumplir los objetivos “por ahora” y que él asumía toda la responsabilidad. Era la primera vez en la historia nacional que alguien se hacía responsable de algo y pedía para sí el castigo que pudiera corresponder a todos sus subordinados.

Tras un indulto presidencial, Chávez salió de la cárcel dos años después, se presentó a las elecciones de 1999 con el Movimiento Quinta República y arrasó.

Lo que hizo después, en el marco de la “revolución bolivariana”, fue imperdonable.

 

No despertarás a mis siervos

El nuevo presidente comenzó un largo proceso de educación cívica con su pueblo, haciendo a cada venezolano consciente de sus derechos constitucionales. El analfabetismo fue erradicado, se nacionalizaron industrias estratégicas, se crearon Concejos Comunales con participación democrática y se crearon la Misiones Bolivarianas para dar acceso inmediato a la población a vivienda, salud, alimentación y educación.

Ante la negativa de muchos médicos de atender zonas carenciadas, trajo médicos cubanos, provocando la ira de los que lucraban con la salud. Los hijos de familias humildes pudieron llegar a la universidad y, de un plumazo, millones de personas salieron de la pobreza, mientras Chávez atacaba la crudeza neoliberal, denunciaba los abusos del imperio del norte y establecía alianzas con China, Cuba y otros adversarios de Estados Unidos (EEUU). Su política exterior se basó en la cooperación en América del Sur y el Caribe e impulsó la creación de Unasur, ALBA y el Banco del Sur.

Sus discursos eran lecciones magistrales de historia y actualidad y no dejaba pasar ninguna mentira de medios como CNN sin pulverizarla con argumentos. Incluso creó Telesur para contrarrestar la propaganda antibolivariana de la famosa cadena internacional de desinformación.

La oposición no dejó, ni a él ni a Maduro, gobernar un solo día en paz. Asediados permanentemente por EEUU y Colombia, innumerables intentos por asesinar a Chávez y su sucesor fueron anulados a tiempo. En una de las ocasiones, Chávez entregó a unos jóvenes uribistas a sus madres colombianas tras haber sido detenidos cuando se aprestaban a asesinarlo.

En el año 2000, Chávez fue reelecto. El 5 de marzo de 2002, Fedecámaras, CTV, la Universidad Católica Andrés Bello y la cúpula de la Iglesia Católica firmaron un acuerdo contra el presidente constitucional. Todos ellos impulsaron el golpe de Estado en abril, capturando a Chávez, quien se entregó para evitar un baño de sangre. En su lugar, la oligarquía venezolana impuso a Carmona el Breve, el cual, a las pocas horas, dirigió múltiples violaciones de los derechos humanos. La nueva Constitución, aprobada poco antes por el pueblo venezolano, fue anulada. Durante el golpe, Henrique Capriles rodeó con sus hordas la embajada de Cuba e ingresó en ella (violando territorio extranjero) en busca de chavistas. Los ministros del gobierno derrocado eran sacados de sus casas a culatazos, mientras adecos y copeyanos discutían sobre cómo repartirse el poder, ya que habían logrado ganar en las calles lo que habían perdido en las urnas.

En tanto, Chávez estaba a punto de ser fusilado. Fue cuando seis millones de venezolanos, los pies descalzos, aquellos que adecos y copeyanos habían despreciado toda su vida, comenzaron a llegar de todas partes, sin miedo a las balas, sin miedo a la muerte. Rodeados y aterrorizados por aquel poder popular, los militares traidores tuvieron que entregar al líder revolucionario. El presidente del FMI tuvo con ello un trago amargo, porque no habían pasado dos horas de la caída de Chávez cuando llamó a Carmona para ofrecerle un préstamo. Lo mismo ha hecho la Unión Europea (UE) en las últimas horas, ofreciendo dinero al golpista Guaidó. La UE es la misma que manifiesta su preocupación por los derechos humanos en Venezuela, pero firma acuerdos con la sangrienta monarquía de Arabia Saudita y el régimen criminal de Sudán.

No nos dejemos engañar. La causa de la crisis en Venezuela tiene cuatro nombres: petróleo, coltán, gas y litio. Sin embargo, hay otra causa tanto o más poderosa. El imperio no puede tolerar rebeldes en su patio trasero. Lo que ha dicho Noam Chomsky con respecto a Irán (que venía de derrocar a un tirano impuesto por Estados Unidos, el sah Reza Pahlavi) vale también para Venezuela, Cuba o Bolivia: “La doctrina de EEUU en los asuntos internacionales es la de la mafia. El padrino no tolera la desobediencia”. El imperio, agregaba, no puede dejar que cunda el ejemplo del desobediente.

Ningún país americano ha tenido tantas consultas populares como Venezuela; pero la oposición sólo ha aceptado los resultados cuando ha ganado, como cuando frenó un intento de reforma constitucional o ganó la mayoría legislativa o algunas gobernaciones. A mucha gente le llama la atención que Maduro haya sido reelecto en medio de la crisis económica, pero hay tres explicaciones: 1) los venezolanos conocen el carácter violento de los opositores; 2) saben también que es el poder económico transnacional el que los asfixia; 3) aún recuerdan cómo estaban con los partidos tradicionales.

Ahora, Nicolás Maduro carece de las condiciones comunicacionales de Hugo Chávez para contener la brutal y despiadada agresión de la derecha internacional, la cual viene ganando la partida en la guerra de información y desinformación. Leopoldo López, por citar un ejemplo, es considerado un perseguido político, pese a que dirigió una asonada que costó decenas de vidas y permanentemente convoca a derrocar al gobierno por la fuerza y pide la invasión estadounidense.

En Bolivia, Venezuela y el Ecuador de Rafael he presenciado personalmente el exceso de libertad de expresión y puedo asegurar que por la décima parte de lo que hace allí la oposición, en Uruguay, España, EEUU y China, los que convocan a derrocar al gobierno por la fuerza estarían presos. La prensa derechista hace propaganda de guerra. En las “pacíficas” manifestaciones opositoras de Venezuela abundan las molotov y armas de fuego. Varios chavistas han sido quemados vivos por la oposición; pero los medios internacionales de desinformación sólo hablaron de un caso porque se viralizó en las redes y era imposible ocultarlo.

 

La mentira permanente ha sido tan efectiva que incluso muchos supuestos izquierdistas se la han tragado y repiten como autómatas que Maduro es un dictador. La verdad, como dictador es un desastre, porque todos los días vemos a sus adversarios hablando libremente en su contra, rodeados de micrófonos de medios nacionales e internacionales.

 

A confesión de parte, relevo de pruebas.

El plan para derrocar al gobierno legítimo de Venezuela está en su apogeo. Comenzó por asfixiar económica y financieramente al país sudamericano, haciendo padecer penurias a la población para que se rebele y acepte una invasión. La propuesta de crear un “canal humanitario” sin dejar participar al gobierno permitiría al ejército enemigo entrar a territorio venezolano, captar, cooptar y armar disidentes. A ver si se entiende: EEUU crea las condiciones críticas para luego aparecer como el ángel salvador y meterse como el caballo en Troya. Recordemos cuando destruyeron Bagdad y la empresa que ganó la licitación para reconstruirla resultó ser propiedad del vicepresidente de George Bush.

En las redes circula un video recordando cuando Trump sostenía que tras vencer a un país, ayudando a los opositores, debía quedarse con el 50% de su petróleo.

Todo marcha según lo planeado y confesado por el almirante Kurt Tidd al Senado estadounidense por escrito: “Con los factores políticos de la Mesa de la Unidad Democrática [MUD] hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada bajo un enfoque de cerco y asfixia. También hemos acordado con los socios más cercanos de la MUD, utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza, convocar eventos y movilizaciones, interpelar a gobernantes, negar créditos y derogar leyes.”

En 2015, cuando la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo de Justicia suspendió de manera cautelar la juramentación de tres asambleístas por considerar que se habían cometido irregularidades en su elección. Concretamente, se denunciaba compra de votos. De todas maneras, los parlamentarios fueron incorporados, con lo que la Asamblea Nacional fue declarada en desacato. Es obvio que la oposición sabía que esto sucedería. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) asumió las funciones legislativas y luego se convocó a la Asamblea Nacional Constituyente, creándose un conflicto de poderes que ha sido la excusa ideal para que todo el mundo meta mano en el conflicto.

Tanto la oposición venezolana como Luis Almagro y su jefe, Donald Trump, han negado rotundamente una solución pacífica como proponen Uruguay y México. Esto es un golpe declarado. La derecha tiene la oportunidad de pulverizar a un ícono de la izquierda y no la piensa desperdiciar. Cuando estaban negociando en República Dominicana estuvieron a punto de firmar un acuerdo; pero llegó una llamada del secretario de Estado de ya saben donde (denunciado por Zapatero) y todos quedaron con el bolígrafo en la mano.

Los mismos países que prestan a Argentina más dinero que el que pide, mientras la pobreza aumenta junto a los casos de corrupción, son los que han bloqueado económica, comercial y financieramente al país caribeño. Las cadenas internacionales pasan por alto los crímenes que a diario cometen los gobiernos corruptos de Colombia, Paraguay o Perú, porque ahora toda la derecha debe unirse contra un gobierno que ha cometido un grave pecado: convencer a los pobres de que tienen derecho a soñar, derecho a estudiar, derecho a crecer y, vaya abuso, derecho a comer todos los días.

¡Claro que los venezolanos están pasando mal! Eso es lo que sucede cada vez que EEUU decide “ayudar” a un país.

Claro que millones de venezolanos han emigrado; pero olvidamos los casi cinco millones de colombianos que huyeron de Colombia a Venezuela y cómo Chávez los recibió y documentó, mientras que Rafael Correa hacía otro tanto en Ecuador y nadie habló de invadir Colombia.

Claro que están pasando mal. El camino de la revolución no es fácil.

Nadie nos prometió un jardín de rosas.

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