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Senado desestima comisión investigadora

“Vinieron por mí”

El miércoles por la mañana, la Cámara de Senadores se reunió en régimen de sesión extraordinaria, teniendo como único punto del día el informe de la comisión investigadora sobre los presuntos financiamientos ilegales a sectores políticos.

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Dicho más claramente, se trató de una puesta a punto, por parte de la oposición, de los argumentos que se esgrimen contra el senador José Mujica por su presunto relacionamiento con grupos delictivos que en la década del 90 habrían realizado fechorías para alimentar las arcas del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros). Nada más ni nada menos.   Los respectivos informes El informe en mayoría fue presentado por el senador Ruben Martínez Huelmo (FA) y el de la minoría, por el senador del Partido Independiente (PI) Pablo Mieres. Martínez Huelmo fundamentó la negativa de su fuerza política a habilitar la formación de una comisión investigadora en la carencia de entidad, seriedad, oportunidad y procedencia de las denuncias que la ameritarían. Las mismas están contenidas en tres libros y algunos recortes de diarios presentados en comisión para solventar su pretensión. Pero el aspecto fundamental de la negativa fue lo que Martínez Huelmo definió como “inversión de la carga de la prueba”. A saber, que el silencio que guardaron los aludidos ante las denuncias contenidas en esos escritos era tácitamente una prueba de su veracidad. Ese punto no fue desmentido en el curso de la sesión y se transformó en el eje de la misma, al menos hasta la intervención del senador José Mujica. En cuanto al informe en minoría, Mieres expuso con abundantes citas textuales las acusaciones contenidas en tres libros, a saber: Donde hubo fuego, de Adolfo Garcé Cero a la izquierda, de Federico Leicht y Fernández Huidobro. Sin remordimientos, de la periodista María Urruzola. Como elemento potenciador de las denuncias contenidas en los mismos, se puso énfasis en las declaraciones de Jorge Zabalza y Ricardo Perdomo, ambos exintegrantes del Comité Central del MLN.   Insumos y protagonistas No quedó muy claro cuáles de esos insumos eran considerados serios y cuáles no, ya que pese a que el senador Mieres desestimó las denuncias de Héctor Amodio Pérez, en el curso de la discusión se apeló a lo expuesto por otros autores y protagonistas, como el periodista Álvaro Alfonso o el reciente testimonio del exjefe del Departamento de Hurtos y Rapiñas, Eduardo Vica Font, que encabezó la desarticulación de las bandas que efectivamente actuaron en Uruguay en la década del 90. Este testimonio, que llevó a la fiscal Stella Llorente a reabrir las causas aludidas, es particularmente comprometedor para el sistema político, en la medida que Vica agregó que en el preciso momento en que se disponía a indagar el destino de los dineros obtenidos por las bandas, una fuente oficial lo obligó a desistir de la investigación. Luego, los dichos de Vica retrotraen a otras modalidades de la acción policial. Lo expresó el senador Yerú Pardiñas, cuando recordó que uno de los efectivos participantes en la detención e interrogatorio de los integrantes de las bandas de los 90 fue procesado por apremios ilegales. Esa afirmación de Pardiñas pasó casi inadvertida, pero remite a otra característica de esta campaña que se está realizando contra el oficialismo, y en particular contra el expresidente Mujica, que tiene que ver con el abuso de reales y/o supuestas confesiones obtenidas bajo tortura, el anonimato de las fuentes, la sobreabundancia de denuncias que no se solventan en investigaciones y mucho menos en datos fehacientes. Palabras más, palabras menos, el maestro Carlos Núñez decía que no existía nada más aburrido que la crónica parlamentaria. Pero agregaba que indagar en las técnicas utilizadas en ese recinto podía resultar un ejercicio apasionante en la medida que nada de lo que se decía allí resultaba ingenuo.   Estrategias y protagonistas Efectivamente, en el curso de la sesión del miércoles, pese a la mescolanza de temas que fue acentuándose con la sucesión de los discursos, se advirtieron algunas líneas de acción claras y algunos protagonismos definidos. El primero correspondió al senador Mieres, que tuvo a su cargo la exposición de la batería argumental sobre la que la oposición basaba su pedido de conformar una comisión investigadora. Luego, por su pericia retórica, es destacable la intervención de Luis Alberto Heber. Su intervención fue particularmente provocativa, en la medida que tomó la frialdad del oficialismo ante las acusaciones en su contra como prueba de su culpabilidad. Diciéndolo de manera gruesa, les incitó a entrar al “conventillo”. Otro argumento original de Heber fue el de deslindarse de una supuesta “operación enchastre”, manifestando que todos los argumentos utilizados contra Mujica y su grupo político venían de fuentes de izquierda y particularmente de extupamaros. Jugando en el límite, cuestionó la idoneidad técnica de la fiscal Stella Llorente, solicitando al fiscal general que la sustituyera en la consideración de los casos que la magistrada calificó como “cosa juzgada”. En filas del oficialismo, resultó interesante la intervención del senador Enrique Pintado, particularmente por su alusión a los emblemáticos versos del pastor y teólogo alemán Martín Niemöller, Vinieron por mí (erróneamente atribuidos a Bertolt Brecht), que se transformaron en un ícono de la resistencia contra el nazismo. Haciendo caudal de la cita, ubicó las denuncias de la oposición en un contexto peligroso, en la medida que alimentaban con ligereza el descreimiento en el sistema político. Pero el plato fuerte de la sesión fue la intervención del senador Mujica, que cambió totalmente el eje de la sesión al dar espesor histórico, personal y de proceso a una discusión que se estaba deshilachando.   La intervención esperada Mujica comenzó expresando su escepticismo con las comisiones investigadoras, particularmente después de lo que pasó con el exministro Enrique Braga, recalcando que “los actores políticos no servimos para jueces”. Luego manifestó su extrañeza porque parecería que la oposición manejaba el padrón del MLN, pidiendo con ironía que se lo pasaran.  Luego se remontó a tiempos de la dictadura, expresando que algunos blancos y colorados colaboraron con ella, sin que eso hubiera implicado una actitud cómplice de ambas colectividades políticas. Fue tajante en relación al talante que se debe mostrar ante la Justicia: “Yo creo que cuando la Justicia está actuando, hay que callarse la boca porque, de no hacerlo, se la estaría presionando”. Respecto a las campañas de descrédito del sistema político, expresó: “Se está devaluando por todas partes al sistema político y a los partidos”. Advirtió que “se está construyendo un boomerang contra la democracia liberal”. Recordó el episodio de las armas de Feldman y lamentó que en esa ocasión le saliera a “pegar con un hacha Jorge Batlle”, un hombre por el que tenía aprecio. Según Mujica, “América Latina es una cuna de descrédito”. Asimismo recordó a un ilustre personaje que pocos años atrás advirtió que ante el avance de los movimientos progresistas, quedaba el poder de los medios de comunicación y el Poder Judicial”. Introduciéndose al aspecto central de su intervención, y remitiéndose a la Revolución francesa, Mujica se preguntó: “¿Cómo conciliar la libertad afianzando a su vez la igualdad?”. Se refirió a generaciones de luchadores –a las que admitió pertenecer– que resignaron coyunturalmente la libertad ante la igualdad. Recordó las cartas entre Lenin y Rosa Luxemburgo y reconoció el hecho de que la dictadura del proletariado terminó convirtiéndose en la dictadura de una burocracia, que dejó detrás de sí el principio de libertad “y obviamente el de igualdad. Ni libertad ni igualdad”. Recordó el compromiso de una generación que sacrificó su familia, su trabajo y el pellejo y, parafraseando a Nietzsche, dijo que “solamente se hacen esas cosas cuando se está muy convencido”. Eso enseñó a defender la libertad “como principio y como camino”.   “Sin cartas en la manga” Por esa convicción, agregó, al salir de las cárceles, a instancias de Raúl Sendic nos juramentamos a “militar en la legalidad sin cartas en la manga”, añadiendo que eso “era un compromiso muy fuerte con nuestro pueblo”. Recordó que muchos compañeros compartieron esta línea de acción, pero que algunos discreparon diciendo: “Están locos. Nos van a matar a todos”. Eso porque existía desconfianza ante el aparato golpista de la dictadura, que estaba viva. Allí comenzaron las deserciones. “Algunos se refugiaron en la militancia social y otros abandonaron para siempre el compromiso militante”. Mientras tanto, los aparatos represivos “seguían funcionando con la desconfianza propia de tiempos de la dictadura”. Entre filas, “había desconfianza y miedo”. Algunos de esos compañeros “se fueron al exterior, otros se integraron a organizaciones revolucionarias que estaban en lucha y algunos murieron”. “Otros dejaron de militar”, expresó Mujica, agregando que surgió la desconfianza de que en nuestras entrañas se estuviera incubando otro proyecto político. “Es muy probable que tres, cuatro militantes fuera de nuestra disciplina hubieran emprendido otro camino. No sabemos si por otro proyecto político o por una desviación de carácter bandidista”. Luego de dar estas explicaciones sobre el proceso por el que se llega al asentamiento en el nuevo período, Mujica comenzó a responder las preguntas que se formulan en un libro, en el que se pregunta cómo se compró la chacra en la que vive, cómo se financiaron los medios del MLN, entre otras cuestiones. Lo que sigue a continuación es una exhaustiva rendición de cuentas que, por sus características es absolutamente inusual en ese recinto. Incluso más, es intranscribible, porque aun cuando se la escribiera en forma literal, carecería de sentido y oscilaría entre la banalidad y la grandeza, según la sensibilidad del receptor. Es en definitiva una crónica de superación del extrañamiento y la laceración provocada por la prisión, de los esfuerzos por reconstruir la vida a partir de la nada. De una chacra comprada por nueve mil dólares, más seis mil pagados trimestralmente, comiendo durante un año remolacha y huevos duros para ahorrar el dinero que posibilitara el pago. De años de trabajo en ferias (hasta 2001) para sobrevivir con dignidad. Explica pormenorizadamente la peripecia del semanario Mate Amargo, el volumen de sus ventas, los sacrificios que se hicieron para pagar los despidos de CX44 –“Nos la tiraron por la cabeza porque era un clavo remachado”– una vez que fue clausurada. La venta de la vieja casona materna donde nació para cumplir con esa obligación. “Tuve que hacer un nudo en el corazón para venderla y ahora me vienen a decir que manejaba millones de dólares”, señaló el expresidente. En tanto, con su esposa vivía en un rancho que se llovía, y al que recién se pudo cambiar el techo en 2005. La mención innominada a otro compañero que hizo lo propio con su vivienda. Añadió socarronamente: “Ahora vienen a decirnos que manejábamos millones de dólares. Por lo menos tienen que reconocernos que en materia de cobertura éramos unos fenómenos”.   El factor Mujica Terminó su intervención diciendo: “Fui presidente, no fui arbitrario, jamás perseguí a nadie. Seguramente me equivoqué mucho. No fui vengativo con nadie. No cultivé la insensatez de quererme quedar. Jamás anduve persiguiendo periodistas y manejo crudos testimonios de presidentes que me antecedieron y que lo hicieron […]”. Reiteró que no sería candidato a la presidencia. Más allá de la repetición de esa intención, es importante el porqué de la misma: “Porque no quiero polarizar. Hay mucha polarización a lo largo de América Latina. Otro tiempo tiene que venir”. Culminó su oratoria haciendo un llamamiento a Julio María Sanguinetti a que “cultive su ancianidad, encabezando su partido […] porque si el batllismo muere, sería una tragedia para el país”. Hizo un llamamiento a los blancos a que se alejen de la “inmundicia” y honren la figura de Wilson Ferreira Aldunate, de Aparicio Saravia y “del más puro y olvidado” Bernardo Berro y exhortó a los frenteamplistas a mantenerse firmes en la lucha por la igualdad. Como broche expresó: “Estoy viejo, pero no soy miedoso ni cobarde. No me amparo en los fueros y estoy a disposición de la Justicia”. La intervención del senador Mujica cambió totalmente el tono de la sesión. Cabe agregar solamente que el senador Pedro Bordaberry intervino con palabras que estuvieron a la altura de la intervención del expresidente, haciendo un elogio de la voluntad militante del expresidente y en particular de su esposa, Lucía Topolansky, cuya entrega –expresó– pone como ejemplo en la interna de su partido. Saliendo por un momento de la emotividad que pusieron las palabras del viejo luchador en el Senado y tomando la distancia imprescindible para hacer un pequeño balance de la misma, resulta claro que existe una ofensiva que se centra en el actual senador Mujica, tal vez la única figura capaz de mantener al Frente Amplio en el gobierno. Que la fuerza de gobierno está a la defensiva, pero compactada en torno a su figura, y que la oposición, que sabía de antemano que no tendría los votos suficientes para aprobar la comisión investigadora, cumplió con su objetivo de mantener el operativo de desfiguración (que de eso se trata) en el tapete. Pero aun admitiendo que esos considerandos son certeros, resta analizar la figura de José Mujica y su peso en el sistema político. Y las herramientas del análisis a menudo resultan superfluas para evaluarlo. Volvió a demostrarse en el recinto del Senado al despuntar el invierno.

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