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Sociedad

Margarita Percovich

«Volvieron los patriarcas»

La feminista de todas las batallas sostiene que la coalición de gobierno es «absolutamente patriarcal», que ha llegado con el discurso «que las mujeres somos la que tenemos la culpa de este ‘desorden’ que hay en la sociedad» y considera que la advertencia «se acabó el recreo» está dirigida muy especialmente a las mujeres.

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Por Alfredo Percovich

Considerada casi una leyenda en ámbitos en que se abrazan causas feministas, de derechos humanos y en defensa de los más vulnerables, Margarita Percovich actualmente integra la Red Pro Cuidados y mantiene una participación distante de la política partidaria activa. Sin embargo, para ella, la política lo es todo. Está convencida de que hay que dar batallas de ideas todo el tiempo. Así lo hizo en la clandestinidad durante la dictadura, luego en democracia, en tiempos de debates parlamentarios épicos con prominentes intelectuales como el senador Julio María Sanguinetti y considera imprescindible hacerlo ahora para salir a pelear el relato del presente y defender las conquistas logradas en los 15 años de gobiernos progresistas. Firme en sus convicciones, por momentos endurece la mirada y lo cuestiona todo. En otros momentos, intenta disuadir sus propios reproches políticos hacia la interna de la coalición de izquierda que contribuyó a fundar. Se ubica siempre del lado de las organizaciones sociales, en las que se siente y la sienten parte y alma propia. Considera que las nuevas generaciones ya tomaron sus banderas y las defienden «a su manera y a su tiempo». Elogia la «fantástica» formación política de los dirigentes sindicales uruguayos, el esfuerzo de los trabajadores varones por cambiar sus prácticas machistas y sostiene que el presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, «es un lujo» de dirigente sindical. La Ciudadana Ilustre Margarita Percovich habló con Caras y Caretas en espacio de conversatorio de ideas.

«Creo que en los últimos 10 años, lamentablemente se ha ido consolidando en el Frente Amplio una forma de hacer política que es la misma tradicional de los partidos fundacionales de este país. Se ha ido alejando de la reflexión política, especialmente en relación a lo que le importa a la gente. Yo creo que desde el territorio se entiende mejor lo que le está pasando a las personas. Y es clave saber cómo comunicarte. Con muchas compañeras del movimiento feminista he discutido que no es lo mismo reivindicar el estereotipo del feminismo y del patriarcado si tu no hablás primero de los problemas que tienen las mujeres en su casa, en el barrio, los hechos concretos y le explicás por qué hay que cambiar las formas en que se atienden esos problemas, si se han creado servicios o si faltan, o cuál es el reclamo. Yo creo que el Frente con sus gobiernos avanzó muchísimo en una cantidad de aspectos, pero no supo transmitir eso políticamente, porque tiene una estructura militante que sigue con una cabeza muy tradicional, mirando las cosas que nos importaban a nosotros los militantes de fines de los 60 y de los 70».

 

¿Cómo ves el escenario actual con la Ley de Urgente Consideración ya instalada en el escenario nacional?

La LUC es la reafirmación del sistema patriarcal porque justamente con esta coalición de gobierno volvieron los patriarcas que siempre tuvieron el poder sobre las poblaciones más vulnerables. Eso es clarísimo en la LUC. También me preocupan los intentos de modificaciones al Código Penal. Yo peleé muchos años para reformar el Código Penal porque aprendí con abogadas feministas de izquierda que la figura de los fiscales es muy importante para la protección de la víctima. Y que las víctimas no quedaran como meros testigos. Desde de mi visión feminista, eso era muy importante en materia de seguridad especialmente en relación a la violencia hacia las mujeres, las personas más viejas y, por supuesto, niños, niñas y adolescentes. Entre las modificaciones que se proponen al Código Penal y algunos otros artículos sueltos sobre el tema de seguridad, se reafirma un endurecimiento de las penas en el caso de los adolescentes y eso es terrible. Uno ve entonces un gobierno con un cariz mucho más autoritario, que retoma la tendencia que tenía la reforma propuesta por (Jorge) Larrañaga que fue rechazada por la ciudadanía, pero que evidentemente tuvo mucho apoyo en esa construcción que han hecho los medios de comunicación y estos sectores del Partido Nacional que machacaron con que la seguridad era un desastre. La LUC viene con modificaciones que exponen a mayor vulnerabilidad a la gente que más sufre estos problemas y eso terrible. Otro aspecto que es brutal es la mirada hacia los y las adolescentes. Hay una cierta mirada de encierro que también está dentro del Frente Amplio porque en los últimos cinco años tuvimos que frenar proyectos de ley que venían desde los propios legisladores y ministros del FA con la concepción de que es mejor que los chiquilines estén encerrados, porque ahí los podemos educar. Sabiendo la complejidad que implica sacar a un adolescente de las redes que los captan para las organizaciones criminales de distribución de droga. Eso es no entender y no trabajar con la gente apropiada que sabe cómo hacerlo. No se contemplan las convenciones de derechos humanos ratificadas por el país, salvo la Convención de Derechos de la Niñez (CDN).

Por otra parte, deberíamos hablar durante horas sobre la inclusión financiera que deja abierto el espacio para lavar impuestos. Nos van a volver a entrar todos estos sinvergüenzas que nos tiran la cocaína desde las avionetas para los productores rurales ricos. Es brutal. Eso no se visibiliza por parte de la gente que no entiende mucho de inclusión financiera. En los últimos años se crearon herramientas para transparentar información que siempre estuvo escondida. Como dicen los investigadores que se dedican a la economía, sabemos todo de los pobres, pero no sabemos nada de los ricos. Con esas herramientas que ahora quieren derogar habíamos comenzado a saber algo de los ricos. Pero es imposible abordar en poco tiempo todo lo que implica la LUC en materia de cuidados, infancia, adopciones, educación, discapacidad, sobre el Mides o Inmayores.

 

¿Qué piensas sobre la anunciada «descentralización» de las políticas sociales?

Devolverles el rol de las políticas sociales a las intendencias teóricamente puede parecer correcto, pero se choca con la realidad. Conozco al subsecretario del Mides, Armando Castaingdebat, me gusta mucho su forma de actuar porque sabe negociar, pero no va a poder cambiar la cultura tradicional de hacer política de los intendentes. Lo digo con propiedad porque nos ha pasado a nosotros con nuestros intendentes. Tienen una formación política tradicional y hay que dar batallas que cuestan mucho y que te exigen un movimiento social que te respalde. Y sinceramente, no veo en los votantes y adherentes de los partidos multicolores una preocupación por controlar a los intendentes en relación a las poblaciones vulnerables.

 

¿Te preocupa el envalentonamiento ideológico de las fuerzas conservadoras?

Mucho, muchísimo. Soy muy pesimista porque este conjunto de partidos ingresan con una agenda muy conservadora. Especialmente en el caso de Cabildo Abierto, que no solamente es casi militar, sino que llegó con la agenda de (Jair) Bolsonaro. Eso es brutal. Llegó al gobierno una coalición que es absolutamente patriarcal. Y me refiero a los grupos de presión acostumbrados a dominar y a tener ganancias y ejercer poder sobre los grupos más vulnerables. Esa ha sido la historia de Roma para acá, que han sido esos los que empezaron a hablar del pater familia. Esta coalición de gobierno es absolutamente patriarcal y llega con el discurso que las mujeres somos la que tenemos la culpa de este ‘desorden’ que hay en la sociedad. Esa frase ‘se acabó el recreo’ está dirigida muy especialmente a nosotras. Nos dice que nosotras estuvimos de recreo y que eso se nos terminó. Es muy fuerte.

 

Convengamos en que la reacción contra las conquistas sociales y de derechos no es patrimonio exclusivo de las fuerzas conservadoras de nuestro país

Claramente, lo veíamos venir. Por suerte el movimiento de mujeres está muy bien organizado en todo el mundo y muy especialmente en América Latina. Así fue que comenzamos a ver que todas las conquistas que se habían logrado en las políticas públicas, en códigos y constituciones, despertaban el llamado backlash que ahora llegó a Uruguay, un país que siempre tuvo una cultura tradicional bastante abierta en relación a derechos. Muchas leyes las logramos aprobar junto a legisladores del Partido Nacional y del Colorado. Para nosotros fue muy importante el apoyo del PC a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que después la vetó nuestro presidente Tabaré Vázquez, que también es un patriarca.

 

¿Qué falló en la utopía? ¿Cómo es posible que a esta altura de nuestras vidas estemos en una sociedad con más de 40.000 denuncias al año por violencia de género? ¿En qué fallamos como sociedad?

Fallamos como gobierno de izquierda en no saber transmitir y promover la reflexión y el debate con la gente sobre qué cosas había que cambiar. No alcanzaba solamente abrir los servicios de atención a las víctimas de violencia para que pudieran hacer la denuncia. Había que cambiar las estructuras. Yo creo que el primero que cambió porque hizo un esfuerzo muy grande fue el Ministerio del Interior. Pero nos costó mucho más en el Ministerio de Salud Pública. Y nos cuesta aún muchísimo lograr el cambio cultural de nuestros profesionales de la Academia, de las facultades de donde salen los profesionales. La Facultad de Derecho sigue siendo conservadora y de ahí salen los jueces, los abogados. Por otra parte, si pensamos que tenemos las cárceles repletas de gurises menores de 25 años, tenemos que reconocer que fallamos como sociedad. El tema de la violencia hacia los chiquilines es brutal. La forma en la que los medios de comunicación plantearon siempre el tema es terrible. Pensemos un segundo el eslogan de los padres abusadores: «No se metan con nuestros hijos». Ese es un grupo muy fuerte que está organizado en toda América Latina y en el mundo.

 

¿Vos recibiste presiones?

Me amenazaron cuando estaba en el Parlamento. A Beatriz (Argimón) también. Se metieron en nuestros despachos a decirnos de todo porque estábamos peleando por la Línea Azul que logramos impulsar en aquel momento. Tuvimos que juntarnos las mujeres de los tres partidos, Glenda (Rondán) que en ese momento estaba en el Partido Colorado, Beatriz por el Partido Nacional y yo del Frente para que no eliminaran la Línea Azul del INAU. Es muy fuerte el tema del patriarcado y los niños y adolescentes son el último orejón del tarro.

A pesar de todo, se lograron avances muy importantes en materia de derechos que tal vez son el comienzo de un cambio cultural

Sí, en cuanto a que las mujeres sientan que tienen derechos que les pertenecen. En el caso del movimiento sindical, creo que ahí sí hubo logros en términos de cambios culturales, porque nosotros tenemos dirigentes sindicales excepcionales. Para quienes hemos conocido otros dirigentes sindicales del resto de América Latina, la formación política que tienen nuestros dirigentes es fantástica. Entonces ahí se hizo un esfuerzo muy grande por tratar de que los trabajadores varones empezaran a cambiar ellos mismos algunas prácticas machistas. El Pit-Cnt avanzó mucho en estos años. Tiene un presidente que es un lujo de dirigente sindical.

También creo que hay un gran acierto del movimiento de mujeres que no se aisló, por el contrario, tejió alianzas con los trabajadores, con el movimiento cooperativo, es decir, se fortalecieron las organizaciones sociales entre sí, las de menos potencia con las que tienen mayor alcance. Para mí uno de los logros más impresionantes está en el Sistema de Cuidados y es la creación de los centros Siempre, conformados entre empresarios y trabajadores, pensados especialmente para trabajadores jóvenes que tienen hijos. Esa es una experiencia fantástica porque representa un cambio cultural. Escuchar hablar a Fernando Pereira del Sistema de Cuidados y hacer autocrítica de la formación tradicional de los trabajadores, es un orgullo. Por otra parte, el Sistema de Cuidados logró algo que no habían podido conseguir ni los sindicatos ni nadie con el sistema educativo: logró que a pesar de la rigidez que tiene la ANEP, cambiara los horarios para que las mujeres que habían abandonado el sistema educativo para cuidar a sus bebitos pudieran volver en mejores horarios. Y esa fue una batalla del Sistema de Cuidados. Yo no quisiera que retrocediéramos en esas cosas porque son las que se van logrando en relación a un cambio de cabeza.

 

¿Eres consciente de que muchísimas mujeres y algunos hombres te ven como una leyenda?

Soy una vieja de casi 80 años. Viví muchas cosas en distintos ámbitos, peleando codo a codo con muchas mujeres. Las gurisas jóvenes a veces no me conocen. Son otra generación, tienen otros problemas y quieren que la gente entienda otras cosas de su tiempo. Y por supuesto hay muchas mujeres que no entienden porque este es un país de viejos, la mayoría somos viejas y por lo tanto cuesta un poco más. Tratamos cada vez más de no ir separadas y que las nuevas generaciones no se enojen con nosotras las históricas, por ejemplo si planteamos hacer alianzas. Si uno tiene una planificación estratégica para llegar a un objetivo, tenés que negociar y hacer alianzas para no irte para atrás. Estos cinco años van a ser de reducción del daño, por lo tanto hay que tener interlocutoras en el nuevo gobierno y conseguir el apoyo que podamos.

 ***

Las cajas de Margarita

Entre recuerdos de vida política y militancia feminista, en una de las paredes de la habitación que transformó en espacio de estudio, hay una placa que tiene un valor simbólico especial para Margarita. Es la Orden al Mérito que otorga la República de Italia (Ordine al Merito della Repubblica Italiana). El reconocimiento se le entrega a personas que se destacan en distintos ámbitos de la sociedad. Con su pulcra mesura característica, sin estridencias, admite que ese fue uno de los momentos de gratitud pública que le llenaron el alma. «Lástima que dice ‘caballero’ (risas), la placa dice que se la entregan a un caballero, faltaba más».

En una de las habitaciones del apartamento donde vive, las paredes están tapadas por decenas de cajas enormes, de colores también pulcros, mesurados. Cada caja tiene su etiqueta austera. Una o dos palabras que lo dicen todo. Acceso a la información, Gobierno abierto, Reformas Código Penal, Medios de comunicación, Reforma SNIS, Salud mental, Reproducción asistida proyecto de ley 2011/2012, Trabajo sexual, Materiales teóricos feministas (4 cajas), Publicaciones género (3), Violencia (2), Proyecto mujeres rurales, Inmujeres, CIRE, Niñez y adolescencia (2), La perspectiva de género en Presupuesto quinquenal y una sugerente caja de material reciclable, repleta de carpetas y sobres Manila, que advierte contener «asuntos pendientes».

En esas cajas de esa habitación del apartamento, se conserva buena parte de la historia reciente de Uruguay en relación a la construcción de la nueva agenda de derechos. Cientos, tal vez miles de documentos, borradores, apuntes, cifras, ponencias, materiales de prensa, recortes y transcripciones de sesiones parlamentarias históricas. Allí, en esas cajas, el machismo quedó acorralado por la historia. Maltrecho. Herido de muerte. Allí, en esas cajas, está el fruto del trabajo de años de investigación y estudio de pioneras feministas que contribuyeron a torcer la historia.

 

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