Despertar o morir

En los meses que vienen, el Frente Amplio tendrá que apelar a sus figuras más aptas para el debate y ponerlas en la primera línea de combate, ya que no la tiene fácil ni siquiera para la primera vuelta. En la segunda, ya sabemos que la centroderecha y la ultraderecha tendrán complicidad y alianza para restaurar el neoliberalismo, esa doctrina que tanta miseria y dolor está generando en países como Argentina.

La sombra verde

Habrá que ver si la muy buena votación de Manini Ríos se mantiene o aumenta en las elecciones de octubre. Lo segundo no debería sorprendernos si recordamos que cuando los militares convocaron a un plebiscito en 1980 para legitimar y dar continuidad a la dictadura, menos de 57% de la ciudadanía dijo que no y 43% votó a favor de sustituir la Constitución de 1967. No olvidemos nunca que entre los sectores que apoyaron el SÍ, estaban los herreristas dirigidos por Alberto Gallinal, Carlos Garat, Arturo Heber y Nicolás Storace.

Recordemos también que en dos ocasiones fracasamos en el intento de derogar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado; ley redactada por el Partido Nacional y por la cual se dotó de impunidad a quienes violaron, torturaron, asesinaron y secuestraron niños durante el mal llamado proceso cívico militar.

Manini Ríos tiene en sus listas, entre otros lúgubres personajes, a Eduardo Radaelli, quien fuera condenado por el secuestro y asesinato del químico chileno Eugenio Berríos. Según el abogado Amadeo Ottati, el criminal aún se encuentra bajo libertad condicional, aunque Manini afirma que ya cumplió la condena. Lo malo no es que el ex comandante en jefe del Ejército lo defienda, sino que decenas de miles de personas lo avalen con su voto. Esto demuestra que, para un porcentaje muy alto de nuestra población, los derechos humanos no son algo importante.

Si Manini Ríos crece, también lo hará la xenofobia que él promueve, culpando a los inmigrantes por el aumento del desempleo y sin contemplar que la crisis argentina afecta a industrias como la construcción en nuestro país. Con todo, estamos lejos del 17% de desocupación que nos legaron los partidos tradicionales tras fundir y saquear Uruguay. Los inmigrantes que hoy trabajan en nuestro país solo representan un 0,9% de la población, o sea, que poco moverán la aguja en la competencia del mercado laboral.

Para la primera ronda electoral, un buen desempeño de Cabildo Abierto restará votos a la derecha, cosa que ya se notó en la interna con la pésima votación del Partido Independiente y el Partido de la Gente; pero será mala noticia para la izquierda cuando en el balotaje todo el arco derechista se unifique tras Lacalle Pou, el alfil de Sanguinetti y representante de la oligarquía uruguaya.

La sombra blanca

Por esto comencé mencionando a Óscar Andrade, que ahora lidera la cuarta parte del Frente Amplio y la segunda lista más votada de la interna; porque nos va la vida en poner a los mejores liderando la lucha, y solo con Daniel Martínez, no alcanza. Habrá que dejar las tripas en el campo si es preciso y buscar lo que hoy parece imposible, que es ganar en primera vuelta; porque en la segunda, seremos David contra Goliat, pero sin honda.

Para colmo, la crisis de los vecinos nos golpea tanto como el fenómeno internacional del aumento de la criminalidad. Tal como señalara Alberto Grille en una nota: “Si el Ministerio de Economía está apretando los créditos para contener el déficit, mejor haría a Uruguay y a la propia imagen de la izquierda en año electoral que afloje la mano un poco”.

No confío en la memoria de los uruguayos. Muchos compatriotas no se molestan en estar bien informados y se dejan llevar por la manija derechista, manija que le viene ganando la partida por goleada a la propaganda institucional.

Un taxista me preguntó en Punta del Este hace unos días: “¿Dónde están los 900 millones de dólares que se robó Sendic?”.

¿Qué respondes cuando a la ignorancia se suma la mala leche?

Salgamos con todo a luchar, pulverizar cada mentira y recordar cada logro. Nos superan en poder, medios y marketing; pero los datos y la historia nos dan la razón.

No lloremos mañana lo que no supimos defender hoy.