En un mensaje tras conocerse los resultados, escribió en la red social X que "La victoria nos pertenece a todos. Juntos, estamos listos para reescribir la historia de Sri Lanka”.
El camino hacia la victoria no fue sencillo. Sri Lanka, tras la crisis económica de 2022, vivió momentos de gran incertidumbre y dificultades debido a las impopulares políticas de austeridad implementadas bajo la administración de Ranil Wickremesinghe, quien en esta elección solo obtuvo un 17,2% del respaldo popular. Dissanayaka, por su parte, capitalizó el descontento social y se consolidó como el candidato que podría guiar al país hacia una nueva era.
Entre sus propuestas más destacadas se encuentran la lucha frontal contra la corrupción y la renegociación de un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de casi 3.000 millones de dólares, una medida que busca aliviar el peso de la deuda sobre la población.
El apoyo juvenil, motor del cambio
Una de las claves del triunfo de Dissanayaka fue su capacidad para atraer a los jóvenes, un sector que en los últimos años se ha mostrado más activo políticamente y ha demandado con fuerza un cambio real en la forma en que se gobierna el país. Para muchos de estos jóvenes, el nuevo presidente representa una ruptura con las viejas estructuras políticas y un líder dispuesto a construir un futuro mejor.
La alta participación en las urnas, con un 79% de los votantes registrados, es un testimonio de la movilización y esperanza que despertó su campaña.
Aunque algunas facciones del electorado muestran cierto recelo hacia su liderazgo debido a las revueltas armadas que el JVP encabezó en las décadas de 1970 y 1980, Dissanayaka ha demostrado que su visión para el futuro está marcada por la paz, la justicia social y el progreso económico.
Con su investidura realizada este lunes en la Secretaría Presidencial de Colombo, Dissanayaka se inicia una nueva etapa en la historia de Sri Lanka. Sus primeras acciones como presidente estarán enfocadas en recuperar la confianza en las instituciones y trabajar por una economía más estable y justa. Con el respaldo de millones de ciudadanos, especialmente de las nuevas generaciones, Sri Lanka está lista para transitar un camino hacia la transformación y el desarrollo sostenible.
