"La uruguaya": otra forma de crear y financiar una película

La noticia ahora es que La uruguaya, financiada por el mecanismo de crowdfunding(con aportes de de pequeñas sumas de dinero aportadas por 1961 personas, que fungen como "productores asociados"), fue ganadora en la sección "Visiones contemporáneas" en la selección oficial de la quinta edición del Festival de Cine Iberoamericano de Miami, Estados Unidos. Un reconocimiento que se suma a las excelentes críticas que recibió después de su estreno en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

En este festival realizado en Miami, del 24 al 29 de enero de este año, y el que participaron más 40 producciones, también fueron reconocidas las realizaciones Un varón, de Fabián Hernández (Colombia), y Mi vacío y yo, de Adrián Silvestre (España). En la selección oficial, la película Allanamiento, de Tomás González Matos, de Chile, recibió una mención especial.

¿Por qué importa este fragmento de la historia de La uruguaya?

La industria del cine hegemónica nos ha acostumbrado a medir la calidad y la importancia de una película y su historia en función de la cantidad de millones dólares invertidos. A esto hay que sumarle como "valores agregados" los detalles del despliegue tecnológico, las estrellas que encabezan el elenco, los hits del director, y cómo le fue en las alfombras rojas de los premios internacionales (aliados invalorables de esta industria).

Ante este marco, los proyectos que están por fuera, los que suelen etiquetarse como independientes, y no provienen de los centros que controlan la industria, tienen bastante complicado el camino de la realización y la difusión.

La uruguaya, una iniciativa de Comunidad Orsai, pudo realizarse a través del crowfounding, que implicó conseguir aportes particulares de pequeños montos. Y la campaña tuvo éxito: la producción sumó casi dos mil productores asociados, tal como se especifica en el afiche de la película.

Para activar este mecanismo de financiación se pusieron a la venta seis mil bonos con un valor de 100 dólares cada uno. Y los socios de la comunidad tuvieron la posibilidad de adquirir un mínimo de un bono y un máximo de doscientos, según informaron algunos medios argentinos en las primeras etapas del proyecto.

A esta opción para los socios se agregó un detalle no menor: sus participaciones no iban a funcionar como mecenazgos, sino que serían productores asociados y todas las ganancias de la película se repartirán proporcionalmente entre todos ellos.

El resultado fue positivo: a dos meses de lanzada la iniciativa se agotaron los bonos. Y otro detalle (casi) único: antes de comenzar a filmar ya se contaba con todos los fondos.

La Comunidad Orsai también creó una aplicación destinada a los productores, en la que se abrió un debate con todo el equipo artístico sobre el arte de la película, el guión, la fotografía, entre otros.

¿Y de qué va?

Por otro lado, este tipo de realizaciones le toca competir en el mercado sobre todo con elementos que no se pueden monetizar. Allí cuentan la historia, el guión, la sensibilidad de la dirección como para llevar a pantalla las estrategias narrativas y potenciar el trabajo actoral.

Para este original y creativo proyecto, Comunidad Orsai contó con el aporte valioso de la directora argentina Ana García Blaya, reconocida por su ópera prima Las buenas intenciones (2019). La escritura del guión estuvo a cargo de Christian Basilis, Josefina Licitra, Melania Stucchi, Sofia Badia, Alejo Barmasch, Juan Games y Marcos Krivocapich. La música fue creada por la artista uruguaya Luciana Mocchi. Y César Charlone y Soledad Rodríguez estuvieron a cargo de la fotografía.

El elenco se integró con Sebastián Arzeno como Lucas Pereyra, Fiorella Bottaioli como Magalí Guerra, Gustavo Garzón como Enzo, Jazmín Stuart como Catalina, Josefina Gali como Lara.

Y ahora nos queda adelantar ("sin contar el final" y en pocas líneas) lo que ocurre en pantalla, en el territorio de la ficción.

La historia de La uruguaya tiene a Lucas Pereyra (Arzeno) que un escritor cuarentón que vive una serie de desventuras durante un viaje relámpago a Montevideo, con el objetivo de buscar un pago en dólares por la venta de un libro que todavía no había entregado.

Y en ese viaje pacta un encuentro secreto con Magalí (Bottaioli), una joven de veinte y pocos años, a quien conoció en un viaje anterior. A partir de acá, estimados lectores, el relato lo tendrá que completar frente a la pantalla. El único adelanto es que, inesperadamente, todos los planes de Lucas se van a desbaratar y su vida tomará otro rumbo.