Prender la luz hoy para construir las bases del desarrollo

Cuando hablamos de desarrollo económico y social, hablamos de crecimiento, pero no solo de aumento de la producción de bienes y servicios que realiza la economía per cápita, sino que además debe contribuir a ir mejorando la distribución del ingreso y ser sostenible, lo que implica el cuidado y preservación del medioambiente. Estos conceptos tienen su lógica en clave de futuro y las políticas económicas como transversales y en conjunto al resto de las políticas son las que generan las condiciones que permiten concretar el mismo.

¿Qué política se necesita para concretar un modelo que permita avanzar en términos de desarrollo? Se necesitan políticas que permitan tener un crecimiento de la economía y que el mismo atienda una mejor distribución entre los hogares y las personas, favoreciendo la inclusión y cohesión social. Pero, a la vez, debe preservar los recursos para ser sostenible en el tiempo. Sin dudas tenemos que ver más allá de la coyuntura, pero la construcción de futuro se hace con medidas que miran adelante y miran hoy.

La economía uruguaya creció 4,9% en 2022, pero entró en recesión a fin de año, con dos trimestres de caídas consecutivas y significativas del PIB. Una revisión a la baja de las proyecciones para este 2023 establece un crecimiento en el entorno de 2%. ¿Es posible con estos niveles de crecimiento pensar en desarrollo sostenible? ¿Qué podemos destacar de la política económica actual en términos de desarrollo sostenible? La realidad internacional de los últimos dos años ha sido de importantes complejidades con la pandemia y sus efectos de larga duración, la guerra Rusia-Ucrania y los efectos, ahora las turbulencias financieras. Además, la situación de sequía que enfrenta el país.

Pero el tema que nos planteamos va mucho más allá y realmente se debe dar un quiebre en la actividad y en la producción que mejore la tasa de crecimiento, se debe generar más para poder distribuir y poder potenciar la inversión. Esto requiere de medidas concretas de distribución, pero, a la vez, de estrategias tendientes a mejorar la producción de bienes y servicios, con necesidad de más inversiones, crecimiento en las exportaciones y generación de puestos de trabajo y de mecanismos que permitan la distribución del ingreso. Estas tasas de crecimiento ya no son más que un mal ciclo con los impactos de los eventos que hemos mencionado, sino que parecen ser parte, como se señala desde la Cepal, de “una trampa estructural de bajo crecimiento” que mantiene la desigualdad y que debe cambiarse con generación de cambios que rompan estas dinámicas y produzcan ingresos que permitan niveles de redistribución junto con políticas que se basan en instituciones fuertes.

Mirar en términos de desarrollo es mirar en términos de futuro a largo y mediano plazo e implica avanzar hacia un salto en la tasa de crecimiento, la que necesariamente tiene que ir con un crecimiento potencial de los sectores productivos, para lo que se necesita más educación, tecnología y un conjunto de políticas que tiendan a cambiar en profundidad los diferentes rubros de actividad para apalancar el crecimiento, generar empleo, generar mecanismos de distribución e incorporar la sostenibilidad como aspecto clave de construcción de futuro. Para esto no alcanza con medidas puntuales en los diferentes temas, siendo necesario no solo pensar en el futuro, sino tener claridad de lo actual.Desde esta perspectiva, ¿qué diferenciales debe tener la política económica hoy para poder concretar un modelo de desarrollo? La estabilidad económica, sin lugar a duda, lo que implica atender el crecimiento, controlar la estabilidad de precios, atender las finanzas públicas. Pero esto requiere también atender la asignación de recursos y la distribución.Ponemos el ejemplo del sector agropecuario. Las exportaciones agropecuarias que fueron impulsoras del crecimiento en un contexto externo de crisis que las favoreció vienen a la baja en forma cada vez más pronunciada. Más allá de los efectos de terrible déficit hídrico, vienen teniendo una importante pérdida de competitividad por la realidad cambiaria desajustada. Si bien la competitividad no es solo tipo de cambio, y Uruguay lo ha demostrado con diferenciación vía calidad y accediendo a mercados de importante valor, la afectación de esta vía tipo de cambio es destructiva de otros factores de competitividad. Ya son demasiados meses de esta situación y la afectación es más que severa tanto en lo que hace a las exportaciones como a la actividad y realidad de la zona de frontera.

Mirar el sector agroexportador como fundamental para el desarrollo implica sin dudas una agenda de competitividad en términos de crecimiento de la producción y los rendimientos en todos los rubros, seguir incorporando tecnología y estrategias que atiendan al medioambiente como medida fundamental para preservar los recursos y para generar mejores condiciones de acceso a mercados. La realidad cambiaria de hoy deja opciones por el camino.La realidad del déficit hídrico es difícil y tiene sus impactos, más allá de la generación de alivios financieros es necesario una real política de adaptación a esta nueva realidad climática, buscando avanzar en riego como mejor medida para la mitigación y generación de más producción, con mejores rendimientos y mayor estabilidad de estos. Pero también medidas que atiendan a otros tipos de coberturas ante estos eventos. A su vez, el crecimiento del producto agropecuario va del desarrollo logístico con inversiones y generación de procesos diferenciales que permiten mejores eficiencias y diferenciales.Se necesita inversión en investigación, ciencia y tecnología que tenga verdaderos impactos en la producción y en los diferentes ámbitos. Y junto con esto un modelo educativo que invierta en inversión.

La creación de empleo es fundamental y junto con ella la recuperación salarial y la búsqueda de mecanismos que fortalezcan el diálogo social. El salario real recién comenzó a recuperarse a finales de 2022, fue de los compromisos más postergados y al primer trimestre de 2023 se encuentra hoy por debajo de los niveles prepandemia. Se abren en menos de dos meses nuevas rondas salariales y existe una necesidad concreta y real de atender la recuperación salarial y el fortalecimiento de estos ámbitos fundamentales en la construcción de diálogo social.Mirar con las luces largas es tener una claridad estratégica de la economía que vivimos, es atender el presente como forma de fortalecer las bases del crecimiento. Necesitamos un verdadero cambio en los niveles de crecimiento con criterios de equidad y sostenibilidad para pensar el clave de futuro. Más que luces, es una apuesta al desarrollo.