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Sociedad

Camps: “El compromiso de Mujica por la honestidad lo hace ser un referente mundial”

Según sus palabras, en el mundo hacen falta “referentes humanitarios” como el expresidente, ya que se está ante un proceso de deshumanización tan grande por parte de los gobiernos, que en algunos lugares -como el caso europeo- se “alienta” la vulneración de los derechos humanos y se deja morir a miles de personas por el mero “modelo absurdo” del consumismo.

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Camps, fundador de la ONG española Proactiva Open Arms, que se dedica a rescatar del mar a aquellas personas que intentan llegar a Europa huyendo de conflictos bélicos, persecución o pobreza en África.

Camps, quien visitó Uruguay para reunirse con Mujica el pasado viernes, afirmó que en el mundo hacen falta “referentes humanitarios” como el expresidente , ya que se está ante un proceso de deshumanización tan grande por parte de líderes políticos y de los gobiernos; incluso la Unión Europea (UE) “alienta” la vulneración de los derechos humanos, deja morir a miles de personas y paga a otros países para que detengan contra su voluntad a millones de migrantes.

“La extrema derecha se escucha demasiado y nosotros no tenemos voces de la izquierda. No tenemos políticos humanistas que impongan los derechos humanos. […] Tenemos a Mujica, quien hizo un discurso que le ha recordado a Europa sus obligaciones morales. Yo creo que había que hacerle hablar para saber que no está todo perdido, que estamos buscando políticos humanistas para neutralizar el discurso xenófobo de la derecha. Tenemos que alzar la voz para que se sepa que somos más”, dijo Camps.

El activista sostuvo que en el mundo se está viviendo una situación similar a la Segunda Guerra Mundial, ya que los europeos no sólo están alentando la vulneración de los derechos humanos, sino que “financian grupos que convierten a Libia en un campo de concentración europeo”.

Según sus palabras, los medios de comunicación “repiten continuamente” un discurso “prefabricado” para hacer que la población sienta rechazo o repulsión hacia los inmigrantes. Consideró que ese “discurso xenófobo, que utiliza el presidente de Estados Unidos [EEUU], Donald Trump, y algunos líderes europeos, le sirve a la extrema derecha” para ocultar otros asuntos.

“Se está haciendo la guerra contra el pobre y el indefenso. No sólo Trump construye muros, Europa también lo hace de alguna manera para defender este consumismo absurdo. […] Hay que explicarles a los jóvenes que la realidad es otra, que Europa no es lo que ellos creen y que las redes sociales se están utilizando para generar fake news que buscan potenciar ese guion prefabricado, poniendo a la inmigración como el máximo responsable de los males”, agregó.

¿Cómo califica la posición que está teniendo Europa en cuanto a los migrantes?

A partir del millón de personas que llegaron a Europa en 2015, motivadas por la guerra de Siria, pudimos observar cómo la UE estaba ausente. Era un tránsito peculiar de sirios, afganos e iraquíes que entraban por Turquía sin presencia de ninguna organización internacional, de guardacostas o de la policía europea.

Incluso llegaban a Austria por Macedonia y allí se les ponía trenes que iban hasta Alemania. Casualmente, Alemania estaba necesitada de trabajadores. Tenía una natalidad ocho por mil. Estaba en una situación muy difícil. Fueron entrando por Turquía hasta llegar a ese país.

La posición de la UE fue no hacer nada hasta que Alemania tuvo su grupo de migrantes. Luego firmó un acuerdo con Turquía en el que se destinaban 6 mil millones de euros a cambio de retener en su territorio a los cerca de 2 millones de sirios que llegaban.

Aquí descubrimos no sólo una gran inversión, sino la externalización de fronteras. Europa decidía vulnerar los derechos humanos fuera de su territorio. O sea, pagó a otros países para que detuvieran contra su voluntad a millones de personas. Muchas de ellas tenían la posibilidad de conseguir refugio.

La UE negoció con grupos armados libios -lo digo así porque no son el gobierno, no tienen el control del territorio ni de la capital-. Europa se ha dedicado a empoderar a este grupo armado. La UE no sólo los reconoce, sino que los financia. Les da dinero para que por la fuerza y contra la voluntad, incluso utilizando la violencia, tengan campos de retenciones, de concentración, donde se extorsiona, esclaviza, se viola y se abusa los derechos humanos. Esto no termina aquí. Europa tiene que negociar con estos grupos armados que pretende llamarlos guardacostas y formarlos para que salgan a aguas internacionales a interceptar las fronteras. Todo esto lo hace con dineros públicos. Por tanto, los europeos no sólo alentamos la vulneración de los derechos humanos, sino que financiamos grupos que convierten a Libia en un campo de concentración europeo. Además, tenemos encerradas a más de 90.000 personas en diversos campos urbanos en Grecia. Eso es lo que hemos podido vivir y somos conscientes de lo que se hace y tratamos de evidenciarlo. Por esta incomodidad que generamos, los puertos de Italia han sido cerrados a los barcos humanitarios y España detiene a nuestro cuerpo desde el 8 de enero con un proceso administrativo. España utiliza la misma política, pagando a Mohamed VI, rey de Marruecos, 180 millones de euros para renegociar la retención de inmigrantes para que no vayan a España

¿Se puede decir que en este caso se está viviendo una situación similar a la Segunda Guerra Mundial ante la posición fascista que usted está denunciando de Europa?

Sí. De hecho, en el 45 y alrededores todo el mundo creía que Alemania no sabía nada de lo que ocurrió, pero con el tiempo el mundo se puso a pensar que 6 millones de personas fueron llevadas en trenes y cruzaron ciudades enteras para dejarlas en los campos de concentración. Era evidente que los alemanes sabían lo que estaba ocurriendo en sus ciudades. En Múnich, por ejemplo, donde tenían un campo de concentración cerca de la ciudad, era evidente que cuando soplaba un viento del este les llegaba todo el humo de los campos de concentración. Por lo tanto, ahora nos cuesta creer que los alemanes no sabían nada. Actualmente sabemos que el pueblo alemán estaba en un silencio cómplice mientras se cremaban millones de judíos.

Es exactamente lo mismo que nos va a pasar a nosotros dentro de 25 años. Se preguntarán qué estaban haciendo los europeos mientras los gobiernos miraban para otro lado, dejaban morir en el mar a miles de personas y pagaban a países como Libia para que retuvieran hasta la muerte. Se nos va a cuestionar. Va a ser un momento histórico muy duro. Yo siempre digo: ¿quién acompañará al Tribunal de la Haya a los libios? ¿Federica Mogherini (jefa de la diplomacia de la UE)? ¿Antonio Tajani (presidente del Parlamento Europeo)? ¿Matteo Salvini (ministro del Interior de Italia)?

Este proceso de deshumanización que usted denuncia que está teniendo Europa, ¿a qué cree que se debe?

Es un proceso prefabricado, es un discurso muy bien elaborado. Es un guion que se está repitiendo continuamente por los medios afines a la derecha. Ya llevamos tiempo viendo que a los inmigrantes les llaman ilegales, pero nadie es ilegal. En todo caso, pueden estar en una situación administrativa irregular. En aguas internacionales se está hablando de inmigrantes ilegales. Pero en esas aguas nadie es ilegal porque son de todos. Tenemos que pensar que son vidas que están en peligro, no diferenciarlas entre pescadores, turistas o inmigrantes.

Todas esas construcciones tendenciosas hacen que la gente, a priori, tenga un rechazo, una repulsión hacia los inmigrantes. Todo este discurso xenófobo, que utiliza Donald Trump (presidente de EEUU) o Salvini, le sirve a la extrema derecha, porque utilizan la inmigración como un problema y un miedo para tapar otras cosas. Se está haciendo la guerra contra el pobre y el indefenso. No sólo Trump construye muros, Europa también lo hace de alguna manera para defender este consumismo absurdo.

El 30 por ciento de la población mundial está viviendo por encima de las posibilidades, vulnerando al otro 70 por ciento. Por tanto, algo estamos haciendo mal. Hay que explicarles a los jóvenes que la realidad es otra, que Europa no es lo que ellos creen y que las redes sociales se están utilizando para generar fake news, que buscan potenciar ese guion prefabricado, poniendo a la inmigración como el máximo responsable de los males. Buscan poner cortinas de humo para no hablar de los problemas de la corrupción que está asolando a Europa.

Deberíamos poner la vista en África y empezar a pensar que otras políticas de cooperación son necesarias; tenemos que ver que no ha funcionado la manipulación. Todavía no nos hemos dado cuenta de que África necesita una inversión, un gran Plan Marshall. Un sueldo mínimo europeo son 30.000 euros en un año, mientras que en África es 300 euros. Si no arreglamos esto, va a suceder siempre lo mismo. Pero eso no nos importa, seguimos sin quitar nuestras manos de ese continente, provocando guerras, vendiéndoles armas y sacándoles 24.000 millones de dólares en extracción de petróleo en Libia, que es un país en guerra. Mientras tanto, la propia Europa no quiere asumir que envejece, que Alemania necesita personas, que lo hizo de una manera burda, a escondidas, y que eso casi le cuesta la reelección a Angela Merkel.

¿Qué político está pensando más allá de su candidatura o su legislatura? ¿Cómo vamos a tratar un problema como el desarrollo en África o la inmigración si sólo pensamos en los próximos cinco años? Necesitamos que la UE tenga una política conjunta para abordar estos problemas en profundidad.

Usted mencionó que desde el 8 de enero no han podido zarpar. ¿Cree que hay un proceso de criminalización hacia las organizaciones humanitarias y hacia los líderes sociales en todo el mundo?

Sí, por supuesto. El director de la policía fronteriza europea, Fabrice Leggeri, dijo en 2015 que tenía documentos y datos que inculpaban a organizaciones como la nuestra de colaborar con el tráfico de personas. La intención era ensuciar a las ONG, abrir esa duda e ir generando ese discurso tendencioso en la opinión pública. La intención es callar los problemas; para ello, es necesario eliminar a los testigos, que son los activistas y las organizaciones sociales.

No sólo se buscó desprestigiarnos, sino que buscaron acabar con nuestra organización. El fiscal antimafia italiano declaró que estábamos financiados por mafias y traficantes y que queríamos desestabilizar económicamente a Italia, llenándola de inmigrantes. Esto sólo pretende difamarnos. Con eso pretendían que los donantes de las organizaciones -somos financiados por dinero privado- no nos sigan apoyando.

Se manipularon datos, nunca se nos pudo acusar. Pasamos de la amenaza civil a la militar. Les pidieron a los militares libios que persiguieran a los barcos humanitarios, se nos disparó, se nos amenazó de muerte y se nos secuestró. Era una organización de extrema derecha que nos perseguía en un barco. Sin embargo, nunca más se supo de ella. El barco quedó abandonado en el puerto de Barcelona, nunca fue investigado, su capital fue encarcelado por tráfico de armas, la tripulación de ese barco era indocumentada y fue acusado de tráfico de personas. Mientras tanto, nuestro barco es el más inspeccionado del país.

¿Cuántas personas han fallecido en el mar desde que Open Arms no puede salir?

Desde que no nos dejan salir hay más de 200 muertos oficiales. Pero son muchos más. Evidentemente el gobierno es conocedor de que en el Mediterráneo se produce el flujo migratorio más mortífero del mundo y sabe que continuamente están sucediendo naufragios. Por tanto, cuando no dejas que las ayudas humanitarias operen, estás garantizando muertos.

¿Cree que la sociedad involucionó?

Como sociedad civil, sí. Estamos siendo víctimas de nuestros líderes políticos. Hay que volver al activismo, a las reuniones sociales. Ante la extrema derecha que está posicionándose en Europa y América Latina con Jair Bolsonaro (presidente de Brasil), Trump y Mauricio Macri (mandatario de Argentina), creo que debemos volver atrás: hacia la resistencia.

¿Qué conclusiones saca de la reunión que tuvo con Mujica?

La extrema derecha se escucha demasiado y nosotros no tenemos voces de la izquierda. No tenemos políticos humanistas que impongan los derechos humanos. Tenemos al papa Francisco que es el único que ha dado la voz y está siendo constantemente recriminado. También tenemos a Mujica, quien hizo un discurso que le ha recordado a Europa sus obligaciones morales. Yo creo que había que hacerle hablar para saber que no está todo perdido, que estamos buscando políticos humanistas para neutralizar el discurso xenófobo de la derecha. Tenemos que alzar la voz para que se sepa que somos más.

Mujica le recuerda a la Europa desmemoriada que a México llegaron cada año un millón de españoles, a Argentina 200.000 y que en Uruguay llegaban 60.000 durante la Segunda Guerra Mundial. Hace falta recordar esto.

¿Qué piensa sobre Mujica? ¿Cree que es un político que se distingue de muchos otros en el mundo?

Sí. Su peculiaridad, su manera de hablar directa y llana y su compromiso con la honestidad dejan en evidencia a muchísimos políticos. Es un ejemplo en el mundo. En Europa se le respeta, sobre todo en la opinión pública, no tanto en el tema político porque deja en evidencia a muchos líderes. Creo que es una figura que ha estado en ambos lados, es un guerrillero y un político que ha hecho mucho para la democracia uruguaya. Hay muchos líderes que dicen mucho, pero hacen poco. Él no ha sido eso. Es un referente mundial.

¿Qué imagen se lleva de Uruguay?

Conmueve, porque han trabajado por la democracia. Han sufrido mucho la dictadura y la represión. Pero supieron darle la vuelta a la situación. De hecho, los líderes políticos vienen de esa lucha. Me llevo la imagen de un Uruguay maduro, ya no es aquel paisillo de Sudamérica, aquel estado artificial para frenar las luchas entre Argentina y Brasil. Uruguay se consolidó en los últimos años.

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