Ha nacido la última estrella ecologista: Leonardo DiCaprio acudió la semana pasada al foro de Davos y se desmarcó con un discurso agresivo sobre cambio climático que le colmó de titulares y reconocimientos. Ante algunos de los mandatarios y empresarios más influyentes del mundo, el actor aseguró que «no podemos permitir que el egoísmo corporativo de las industrias del carbón, el petróleo y el gas determinen el futuro de la humanidad». Y lanzó una acusación dura: «esas entidades que tienen un interés económico en preservar este sistema destructivo han negado e incluso ocultado la evidencia del cambio climático. Ya basta». Fue uno de los momentos cumbre de Davos, y no se quedó sin repercusiones. Entre los asistentes a la reunión en Suiza estaba otra estrella, pero esta vez de la política: el flamante primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Joven, guapo, moderno, informal, fresco y con un maneras renovadoras, Trudeau es la niña bonita de la escena política internacional. El discurso de DiCaprio tocó la fibra sensible del mandatario canadiense: él es un defensor sin ambages de la lucha contra el cambio climático pero, al mismo tiempo, está al frente de un país con una parte importante de la sociedad dependiente del negocio energético. En una cena celebrada la misma noche del discurso del actor, Trudeau le espetó que su «retórica incendiaria» no ayudaba a la gente de regiones como Alberta. «Hay familias que sufren, sin trabajo y que necesitan ayuda», le dijo Trudeau al actor, según reconoció a los medios luego de la charla. No es el único ejemplo de cómo la agresividad de su discurso podría volverse en su contra. Ayer, una columna de opinión del The New York Post le definía como «otro hipócrita climático». La crítica era clara: DiCaprio, como otros medioambientalistas mediáticos, no se aplica sus propias recetas. Mientras pide cambios en las industrias energéticas que supondrán penurias para las familias que dependen de ellas –en la línea que defendía Trudeau–, él viaja sin remedio en avión privado, el medio de transporte más contaminante. En los mails que un grupo de piratas informáticos robaron a Sony se desvelaba que DiCaprio había tomado su propio avión seis veces en un periodo de seis semanas. Y, según The Guardian, cerca de 1.700 vuelos privados aterrizaron y despegaron de Zurich y otros aeropuertos cercanos con motivo del encuentro en Davos. Probablemente la estrella de Hollywood iba en uno de ellos. Es una crítica que ya han recibido antes otras personalidades implicadas en la batalla ecológica, como Al Gore o el empresario Richard Branson, que no veían ningún problema en alertar sobre el riesgo de no limitar de forma drástica las emisiones de CO2 mientras no paraban de subirse a un avión, en muchas ocasiones, para ellos solos. Según algunas mediciones, un viaje en jet privado de costa a costa de EE.UU. contamina tanto como usar un coche de alto consumo de gasolina durante un año. Como a ellos, a DiCaprio no se le puede negar su dedicación en tiempo y dinero a la causa ecológica: prepara un documental sobre cambio climático para este año y acaba de anunciar una nueva donación de 15 millones de dólares para proyectos medioambientales. Pero es comprensible que haya voces que le exijan más coherencia. (Con info de abc.es)
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