Tenía seis o siete años la última vez que fui al cine de La Paloma. El año era 2003 y nosotras cinco amigas de la misma edad correteando por la sala casi vacía, maravilladas con lo grande que se veían los Looney Tunes en la pantalla de la sala, a la que nos acercábamos sin miedo a molestar.
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En mi adolescencia entré una vez al edificio donde antes funcionaba el cine. La escena es la típica de cualquier sitio abandonado: oscuridad, telarañas, silencio sepulcral. Nos aventuramos dentro como una odisea, y hasta encontramos afiches gigantes de películas viejas. Llegamos a la misma sala en la que yo había experimentado las luces, el sonido, la diversión, pero quedaba solo el recuerdo material de otra época.
2023, veinte años después de los Looney Tunes, el cine de La Paloma reabrió sus puertas en el mismo local. Para quienes creemos que la descentralización es una necesidad urgente y una responsabilidad del Estado, esta es una gran noticia. Es menester contar con ofertas artísticas, educativas y sociales en los territorios que enriquezcan la vida de sus habitantes, para que no haya que desplazarse obligatoriamente (con el tiempo y el dinero que eso conlleva) y para que vivir en el mal llamado interior no signifique renunciar a la cultura.
Desde el municipio de La Paloma dijeron: "¡Lo soñamos, lo proyectamos y lo conseguimos! ¡La Paloma tiene de nuevo su cine! El cine de antes con la tecnología de hoy, estrenos mundiales en una sala con historia". Y en otro posteo en su cuenta de Facebook: "Crecer juntos como sociedad, como comunidad, recuperar espacios, proyectar sueños y buscar ser un mejor lugar. Eso podemos hacer como Municipio. Ver esta esquina emblemáticos brillar es nuestra alegría...también el desafío de que siga brillando! Gracias a todos los que soñaron!".
Durante la reapertura Sergio Muniz, alcalde de La Paloma, deseó suerte a quienes llevan adelante esta iniciativa (el cine lleva la firma de Movie Club) y aseguró que en el gobierno local están "muy contentos y emocionados" por esta experiencia.
Las salas están abiertas todos los días con estrenos mundiales. Veinte años después, aunque no pueda acercarme a la pantalla hasta verle cada píxel, aunque ya no pasen los Looney Tunes, aunque no sepa qué es de la vida de esas amigas puedo volver a la misma sala de mi infancia, y eso es motivo de celebración.
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