Parece ya perfectamente probado que Francisco Bustillo, ministro de Relaciones Exteriores, estaba informado de que Sebastián Marset, quien estando preso en una cárcel emiratí obtuvo un pasaporte uruguayo, era un conocido narcotraficante. Aun así, Bustillo lo negó ante el Parlamento en circunstancias en que estaba siendo interpelado. También es sabido que el ministro del Interior Luis Alberto Heber, o al menos su subsecretario, Guillermo Maciel, estaban en conocimiento del mencionado trámite y procedieron a otorgar el documento que le permitirá a Marset viajar por el mundo durante diez años. El episodio motivó que la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carolina Ache, renunciara a su cargo y que Pedro Bordaberry acusara a ambos ministros de mentir y ser responsables inequívocos del mencionado trámite con todas las irregularidades que se detectaron en los procedimientos. También es conocido que el Dr. Rodrigo Ferrés, prosecretario de la Presidencia, pretendió engañar al Senado afirmando que Alejandro Astesiano no era el jefe de la Seguridad de la misma. También se sabe que por resolución suya le fue otorgado a Astesiano, irregularmente, un pasaporte diplomático que no le correspondía. Se conoció que Alejandro Astesiano poseía numerosos antecedentes penales y anotaciones policiales por diferentes delitos y aun así fue nombrado para tal cargo por el presidente de la República. Se supo, el propio Álvaro Garcé lo reveló ante el Senado de la República, que la Dirección de Inteligencia Estratégica del Estado había advertido al presidente de los antecedentes de Alejandro Astesiano. Se conoce que Astesiano mantenía vínculos con los más altos jerarcas de la policía y que en muchos casos traficaba con esos contactos, utilizando los medios públicos para espiar a algunos legisladores, a periodistas y dirigentes sociales, vender servicios de una empresa de seguridad de su propiedad y facilitar la obtención de documentos falsos o en la colaboración para sustituir la identidad de ciudadanos. Se ha divulgado que uno de los servicios prestados por Astesiano fue a Juan Seré, un empresario que se desempeña como asesor en la Presidencia de la República, que cumple tareas en dicha dependencia y que ha viajado con el presidente en algunas de sus misiones en el exterior.
Recientemente se han difundido algunos de los WhatsApp que contenía el celular secuestrado durante la detención a Astesiano, en que este dialogaba con el secretario privado del presidente, Nicolás Martínez, compartiendo información sobre el seguimiento con las cámaras policiales que estaba realizando en circunstancias en que se produjo un accidente en el que participó el presidente del Pit-Cnt, Marcelo Abdala.
En otro WhatsApp se revela que el propio Luis Lacalle Pou participa junto a Astesiano en la vigilancia de su expareja Lorena Ponce De León, procurando saber a qué país viajaría, en qué vuelo y en qué circunstancias lo haría, requiriendo para averiguarlo la participación de personal de seguridad de la propia esposa vigilada, de funcionarios policiales y de Migraciones. También se ha sabido que el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, firmó la autorización para ingresar al país en el curso de la pandemia a una pareja de ciudadanos rusos sin que se puedan establecer los motivos que justificaran esta excepción ni la urgencia, ni la necesidad. La lista puede llegar a ser infinita, pero en pocas líneas hemos revelado que Luis Alberto Heber, Juan Seré, Francisco Bustillo, Álvaro Delgado, Rodrigo Ferrés, Nicolás Martínez y Maciel deberían alejarse del sus cargos por hallarse de una u otra manera involucrados en engaños, arbitrariedades, delitos o irregularidades que han sido conocidos por la opinión pública y que no pueden ser negados ni menospreciados.
Semejante suma de circunstancias no puede justificarse como hechos aislados ni clausurarse por el reconocimiento del error. Se trata de una conducta irregular de todo un equipo incrustado en la Torre Ejecutiva en donde probablemente haya alguno que ha sido inducido inocentemente pero cuyos extremos irregulares y políticamente inaceptables no podían ser ignorados por el conjunto. En particular, por el presidente de la República, quien ostenta ser el más vivo de todos.