En Reino Unido la cifra diaria de muertos ronda el millar, el personal sanitario está al borde de la rebelión por la falta de equipos de protección, el ritmo de los test no llega ni de lejos al prometido por el Gobierno, y el diario más institucional del país, The Sunday Times, publicó este domingo el demoledor relato de cinco semanas perdidas en las que Johnson fue incapaz de ejercer su liderazgo.
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La investigación publicada por el The Sunday Times del magnate australiano Ruppert Murdoch, es un catálogo de los errores gubernamentales que colocan al Reino Unido entre los cuatro países más castigados de Europa con más de 16.000 muertos y más de 120.000 infectados. Los británicos serían líderes de esta siniestra tabla si se incluyen los más de 7.000 fallecidos en residencias de ancianos que el gobierno barre bajo la alfombra por ignorancia o incompetencia.


El gobierno británico no renovó su stock de Equipo de Protección Médica (PPE) para epidemias que había quedado obsoleto luego de 10 años de austeridad conservadora y envió a China 266 mil productos de emergencia, entre ellos delantales médicos, que ahora están faltando.
Las cosas no mejoraron cuando a fines de febrero Johnson se puso a la cabeza de las reuniones del comité de emergencia (Cobra) -a las cuales faltó cinco veces desde enero-. En las semanas siguientes el gobierno se aferraría a la desastrosa “Inmunidad de Manada” como política oficial frente a la pandemia. La premisa de esta teoría es que la gran mayoría de la población solo sufriría una versión suave o incluso asintomática del virus con lo que generaría una inmunidad colectiva.
El gran problema de esta teoría era el 15% que no pertenecía a esa franja poblacional, fuera por edad o condición médica. A mediados de marzo un estudio del Imperial College obligó al gobierno de Johnson a comenzar un penoso giro de 180 grados luego de que proyectara que la Imunidad de Manada podía dejar hasta medio millón de muertos.
La prueba evidente de que el Gobierno del Reino Unido está descabezado es la constante contradicción de mensajes sobre el futuro desconfinamiento de la población. En las últimas semanas ha salido a la luz la tensión interna entre aquellos ministros (encabezados por el de Sanidad, Matt Hancock) que no quieren ni oír hablar de una “estrategia de salida” hasta que la pandemia no esté bajo control y los que, con el ministro de Economía, Rishi Sunak, al frente, consideran que será imposible sostener el hundimiento de las cuentas más allá del verano. El líder de la oposición, Keir Starmer, ha reclamado con fuerza un plan de vuelta gradual a la normalidad, y a su voz se han sumado pesos pesados del Partido Conservador como Iain Duncan Smith o David Davis.
En las últimas horas se ha filtrado un “plan semáforo”, impulsado por el sector del Gobierno más proclive a relajar la hibernación del país. A partir del 11 de mayo, según esa estrategia, colegios, guarderías, algunos comercios y el servicio de ferrocarriles (con el obligado uso de máscaras por los viajeros) tendrían luz verde para ponerse en marcha. Una segunda fase, de luz ámbar, contemplaría, a mediados de verano, el regreso de algunos empleados a sus puestos de trabajo y algún tipo de reuniones sociales. Ni restaurantes ni pubs ni eventos deportivos podrían reanudar su actividad hasta finales de año. Para todos ellos la luz sería roja, así como para los mayores de 70 años, que deberían permanecer recluidos a la espera de una vacuna. “Nada de esto es cierto”, dijo este domingo el jefe de Gabinete de Johnson, Michael Gove. “Ya hemos establecido los baremos a partir de los cuales será posible hablar de un futuro desconfinamiento”.