Por Víctor Carrato
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El 27 de diciembre del año pasado, un contratista murió y cuatro miembros del ejército estadounidense resultaron heridos cerca de Kirkuk, Irak, en un ataque por el que EE. UU. responsabilizó a Irán y al general iraní Qasem Soleimani.
Según The Washington Post, fue este hecho el que llevó a que se comenzara a discutir un ataque, pero días más tarde, en la víspera de Año Nuevo, miembros de la milicia apoyada por Teherán asediaron la embajada de Estados Unidos en Bagdad.
En junio pasado, Trump autorizó y luego suspendió la realización de ataques aéreos en Irán luego de que Teherán derribara un dron de vigilancia.
Las tensiones crecieron luego de las explosiones en varios buques en el estrecho de Ormuz y tras los ataques a una refinería en Arabia Saudita que fueron también atribuidos a Teherán.
Asesinato y venganza
El pasado 3 de enero, EE. UU. mató a Soleimani cerca del aeropuerto de Bagdad, en Irak, con un dron no tripulado, y anunció que desplegará más de 3.500 militares en la región.
Trump declaró que “ejecutamos con éxito un ataque de precisión que mató al terrorista número uno del mundo […] Tomamos acciones anoche para detener una guerra, no para comenzar una guerra”.
El ayatolá iraní Alí Jamenei prometió una “venganza severa contra los criminales”.
El pasado miércoles 7 de enero, Irán atacó a EE. UU. disparando una serie de misiles balísticos en dos bases militares en Irak que albergan tropas estadounidenses.
Soleimani, de 62 años, era el líder de la fuerza élite Quds, el batallón de la Guardia Nacional Revolucionaria de Irán encargado de operaciones élite en la región. No solo era la figura militar más poderosa de Irán, sino una de las más influyentes del país, solo superado por el ayatolá Jamenei, a quien reportaba directamente. Era considerado como el cerebro estratégico de su país en Medio Oriente y el verdadero canciller iraní.
Era tanta su importancia que, según The New York Times, su muerte fue considerada por los gobiernos de Barack Obama y George W. Bush, quienes, sin embargo, decidieron no actuar para evitar una potencial guerra con Teherán.
Como comandante del grupo Quds fue el responsable de los lazos entre Teherán con la milicia libanesa de Hezbolá y con grupos palestinos como Hamás y el movimiento chiita Amal.
No exagerar ni subestimar
Aunque algunos analistas consideraron la operación como una “declaración de guerra”, el corresponsal de asuntos diplomáticos de la BBC, Jonathan Marcus, asegura que es importante no exagerar ni subestimar la importancia de lo sucedido.
EE.UU. tiene más de 5.200 efectivos desplegados en Irak, así como numerosas representaciones diplomáticas en el Oriente Medio.
Trump ha demostrado que está tratando de llevar a los iraníes a la mesa de negociación y creo que está tratando de hacerlo con la menor cantidad de acción cinética militar posible, dijo Luke Coffey, director del Centro Allison de Política Exterior de la Fundación Heritage, veterano del Ejército de EE. UU. y ex asesor especial del Ministerio de Defensa de Reino Unido.
Trump pelea por su reelección este año y necesita dar señales de que a EE. UU. solo se le zarandea hasta cierto punto. Su índice de aprobación es de 45% según Gallup. La supuesta fortaleza de la economía y el nivel de empleo son factores clave. El 76% de los estadounidenses ven positivamente las condiciones económicas de EE. UU., según una encuesta hecha para CNN en diciembre. Y los estadounidenses necesitan ver una imagen dura en su principal representante.