Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME

Para ser parte, dar parte, formar parte

Por Celsa Puente.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

“-¿Qué esperan ustedes de los adultos? -Lo que nosotros queremos es simplemente que nos ayuden, nos coordinen, nos acompañen y no más que eso. Simplemente, que dejen fluir todo libremente”. (Liceales en uno de los Encuentros Nacionales de Estudiantes) (I)     Hace unos días recogí el testimonio de 15 de los 58 jóvenes liceales que integraron la Mesa Permanente de estudiantes de Secundaria en calidad de delegados. Algunas palabras y expresiones que se repiten con insistencia en los discursos de cada uno dan cuenta de la fuerza del espacio de participación estudiantil como oportunidad integradora de jóvenes de diversos departamentos del interior, ampliando el espectro de sus percepciones sobre su propia realidad, sensibilizándolos, pero sobre todo como un espacio de construcción colaborativa en el que fluyen las voces de los verdaderos protagonistas de lo educativo. En los períodos vacacionales, los liceos suelen ser edificios desolados, vacíos, sin sentido. Es la voz de los jóvenes la que le da vida, sin embargo, es necesario reconocer que es una voz muchas veces no estimada. Se la percibe así, como un torrente intenso, pero no hay en la mayoría de los casos una escucha activa. Los adultos siempre hablamos de los jóvenes pero escasamente hablamos con ellos. Y ellos tienen voces potentes, ideas claras, puntos de vista ricos que aportan una mirada diferente sobre el mundo, el liceo, la educación. “Tenemos ideas, pero falta ayuda para pulirlas”, dice Belén, una estudiante de Rocha que lleva adelante una propuesta de prevención a la discriminación dentro de su liceo. Ella y tantos otros jóvenes encontraron en el Proyecto de Participación Estudiantil de Secundaria una oportunidad para dar a conocer sus ideas, contar con la orientación de los profesores referentes y tener fuerza para impulsarlas en su liceo. El Proyecto de Participación Estudiantil tiene una larga historia en el CES. Sus antecedentes se remontan al año 2003, cuando en convenio con Unicef se comenzó a trabajar en algunos liceos a partir de la participación juvenil con la idea de poner en práctica real lo que plantea la Convención de los Derechos de niños, niñas y adolescentes. Logró sin duda su objetivo, no sólo porque en ese tiempo se favorecieron los estudiantes de los liceos seleccionados, sino porque permitió visualizar la necesidad de poner foco en la apertura de ocasiones para fomentar genuinamente la participación estudiantil. Parece insólito o paradójico, pero una institución pensada para educar a los jóvenes no visualizaba a los mismos como sujetos activos de derecho. Gonzalo, delegado por Colonia, lo dice claramente en el intercambio que tuvimos: “Salir de ser objetivo de política y pasar a ser protagonista”, y agrega al final de nuestra charla: “Los alumnos son el centro, eso es revolucionario y está espectacular”. Algunos estudiantes señalaron la importancia de tener un espacio donde dialogar y crear representando a sus compañeros, y descubrir así la dificultad de encontrar la voz de los otros, la necesidad de generar opiniones y la inevitable responsabilidad de leer y formarse, entendiendo que opinar no es quejarse, sino descubrir y definir el estado de situación y formar parte responsablemente para plantear ideas en relación al cambio, a la transformación. Pero la verdad es que este espacio de participación que se ha rediseñado a sí mismo a lo largo del tiempo también le ha permitido a muchos liceales hurgar en espacios donde no es habitual que concurran, así algunos han participado como asesores del directorio del INAU o han intervenido como actores en instancias en el INJU, en el “Diálogo sobre el futuro del trabajo” con autoridades e incluso proyectaron y protagonizaron campañas, como el diseño de afiches que fueron enviados a todos los liceos del país para trabajar la prevención del acoso escolar entre pares o el diseño y la ejecución de la completísima campaña de prevención de violencia en las relaciones afectivas de los jóvenes, en la que discutieron sobre el tema, comprendieron que la violencia se expresaba en detalles naturalizados en la vida cotidiana y escasamente visibles. Crearon los guiones de las pequeñas piezas a ser representadas, participaron en la selección de actores, disfrutaron del producto de realidad virtual y luego se encargaron de ayudarnos a difundirlos en los distintos centros educativos. Todos los entrevistados destacaron además la importancia de los encuentros departamentales, regionales y nacionales como instancias esenciales para desarrollar la escucha y construir consensos. La Convención de los derechos de niños, niñas y adolescentes planteó en el año 1989 un concepto de participación cuyo contenido puede desagregarse en el derecho a la libertad de expresión, al acceso a la información, a la posibilidad de expresar sus opiniones y a establecer asociaciones. Nuestra ley de educación vigente enuncia también a la participación como un principio rector de la educación uruguaya, rescatando al estudiante como sujeto activo con la intención de que se apropie en forma “crítica, responsable y creativa de los saberes” y agrega que “las metodologías que se apliquen debe favorecer la formación ciudadana y la autonomía de las personas”. La cuestión siempre difícil es cómo pasar del enunciado a la práctica, o bien, dicho en lengua coloquial y usando la sabiduría popular, cómo pasar del “dicho al hecho” y salvar ese “gran trecho”. Lo cierto es que Secundaria viene haciendo una labor sustancial en este sentido con un acumulado de trabajo que no debería desconocerse y que, a mi entender, la posiciona como una institución pionera que tiene mucha experiencia para aportar a un país como Uruguay, que camina hacia una renovación curricular en educación media. La capacidad de los adolescentes ha quedado ampliamente demostrada en estos diez años formales del proyecto de participación. Ha supuesto para los adultos de los centros educativos enfrentar un nuevo escenario, por lo que ha sido por momentos muy resistido por algunas porciones del profesorado. Pero lo cierto es que con sus aciertos y errores, diseño y rediseños, ensayos y puestas en acción, el proyecto de participación del Consejo de Secundaria ha puesto foco en los jóvenes y ha generado un cambio en la agenda educativa que no debería desconocerse. Los adultos han tenido que reconocer que los jóvenes tienen voces e ideas valiosas para compartir y que de alguna manera son “socios” en la construcción del proyecto de este país.     (I) “En palabras de los estudiantes”. Sistematización de los Encuentros Nacionales de Estudiantes del Consejo de Educación Secundaria. Paso Severino 2008-2011. Unicef.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO