Por A.L. Podría ser un púlsar: un astro que emite una radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares. Podría ser, también, el verbo pulsar: tocar, palpar, percibir algo con la mano o con la yema de los dedos; dar un toque a una tecla, a la cuerda de un instrumento, a un mando de alguna máquina; reconocer el estado del pulso o latido de las arterias; tantear un asunto cualquiera para descubrir el medio de tratarlo. O podría tratarse, como en este caso, de una suma de los sentidos que porta este bisílabo. Y, también como en este caso, el bisílabo y todos sus sentidos pueden constituirse en nombre con una aclaración: Púlsar-Conciertos contemporáneos. Y este nombre, a más de tres años de trabajo continuo, sistemático, porfiado, oficia como distintivo, como seña de identidad del proyecto concebido por los jóvenes percusionistas Juanita Fernández y Sebastián Pereira, que el martes 5 de setiembre, a las 21, presentan el segundo concierto de este año en la sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Como en los conciertos de ciclos anteriores, y como en el primero de este año (‘Eléctrico’, realizado el 16 de mayo en esta misma sala), el programa de esta nueva fecha, titulado ‘Patterns’, tiene un hilo conceptual: la música del compositor estadounidense Steve Reich, una figura de referencia del llamado minimalismo musical o música de proceso. Dice Juanita Fernández: “La idea de ‘Patterns’ es proponer un monográfico de la música de Reich. Y esto surge de la línea artística que llevamos adelante en Púlsar junto a Sebastián Pereira, que es realizar conciertos temáticos, sea en relación a ciertas técnicas compositivas, sea en relación a planteos estéticos específicos. Y este concierto puntual nos ofrece la posibilidad de interpretar una selección de obras poco conocidas, poco escuchadas en el medio.
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¿Cómo describirías el lenguaje, o los lenguajes, de Reich? Su música es suavemente excavadora. Penetra con su insistencia, con su porfía, con su forma de graduar los procesos. Y enseguida logra que entres a ese mundo sonoro y te sientas sumamente cómodo. Cuando toco candombe, o cuando toco piezas de Reich, me pasa lo mismo. Creo que esto se debe a las estructuras que se manejan en ambas músicas. En el caso de Reich hay muchos elementos que vienen de distintas tradiciones y esto es una clave para entender su lenguaje. Él, por ejemplo, en el verano de 1970 fue becado a estudiar a Ghana. Y allí trabajó con Gideon Alorworyie, maestro y percusionista residente del Ghana Dance Ensamble. A través de esa experiencia tomó contacto con las estructuras rítmicas tradicionales y con la percusión. De ahí surge la obra Drumming, una gran pieza que comienza con patrones que remiten al folklore de Ghana y se van desplazando entre sí, formando una especie de caleidoscopio supercomplejo con células simples. Es una construcción colectiva. Su música invita a un contacto con la naturaleza de la mente. Por un momento escucho de una manera la música, y de repente mi mente cambia el foco de atención y esa realidad se transforma absolutamente y, por tanto, cambia también la música. Pero lo único que cambió fue mi punto de escucha. El auditorio elige cómo escuchar, dónde escuchar y cada uno escucha de acuerdo a cómo está en ese momento. Esto implica otro tipo de técnica interpretativa. Las técnicas interpretativas que trabaja Reich llevan a otro nivel de virtuosismo. Es un virtuosismo sutil, en el que la perseverancia, el entrenamiento mental, son fundamentales. Esta música es una descarga eléctrica: entrás en ella y tu cuerpo entra en repetición y llega el aburrimiento instantáneo. Luego de superado ese obstáculo físico y psíquico, aparece la música. Luego llega la independencia y flexibilidad de poder escuchar y habitar el momento sonoro, de elegir qué escuchar. Otro aspecto interesante es la famosa técnica phase, que consiste en el desplazamiento de patrones en vivo. Esto surge de un accidente que tuvo el compositor al realizar su obra It’s Gonna Rain, en 1965. El título es la frase registrada en dos cintas magnéticas iguales, que él disparaba para poder realizar en vivo un trabajo de paneo estereofónico. En un momento, los aparatos comenzaron a tener un desfasaje por mínimas diferencias de velocidad de reproducción, las que se fueron acumulando a lo largo de la performance. Cualquiera hubiera encontrado el fracaso de la primera idea, pero estaba subyacente esta técnica que revolucionó la música y las posibilidades humanas, dado que Reich obviamente experimentó si un ser humano podía hacer semejante trabajo. ¡Y se puede! Otro aspecto interesante, y relacionado con lo que planteabas antes, son sus trabajos con el plano tímbrico en los ensambles de percusiones. En muchas piezas de grandes ensambles, por ejemplo, sus sutiles decisiones sonoras están presentes en la elección de baquetas, diferentes densidades, entre otros aspectos. Las maracas, por ejemplo, han jugado un increíble papel en su música, al igual que el uso de recursos muy sencillos, como palmas, tamburines, trozos de madera. Y asociado a eso está, claro, la nota distintiva: la repetición. Por ejemplo, en este próximo concierto tocaremos el tercer movimiento de Drumming para tres glockenspiels. Esto ofrece la posibilidad de una superposición tímbrica en la que se van generando batimentos y una gran atmósfera dimensionada, dado que este timbre está triplicado. En este caso, a nivel acústico, aparece otra característica: los niveles de composición sonora. Por el lado más concreto y enfocado está el sonido de la baqueta sobre la barra de metal, donde se aprecian las resultantes métricas de los patrones superpuestos. En un nivel más elevado está la resultante de las alturas con sus batimentos y diseños melódicos; para esta pieza se utiliza una flauta piccolo, que va resaltando algunas de esas alturas, dibujando sobre este nivel diseños melódicos. Y en un tercer nivel más elevado están los resultantes armónicos de esos sonidos, sumamente oníricos, que generan una especie de “nube” envolvente. Este proyecto que llevás adelante con Sebastián Pereira ya tiene una historia importante en el medio. ¿Cómo evaluás esta apuesta y qué proyecciones tiene? Junto a Sebastián venimos trabajando en este ciclo desde hace mucho, mucho tiempo. Este año es el tercero de lo que podría llamar su etapa más visible. Pero han sido muchísimos años de trabajo underground, con mucho compromiso y severidad en el trabajo, lo que ha permitido que esta idea se vuelva tangible en tan corto tiempo. La evaluación que hemos hecho es muy favorable, sobre todo por los aportes a la escena musical de la ciudad. Realmente, y esta es una opinión personal, es un riesgo grande, dado que este proyecto apunta a generar valoración laboral del intérprete, compositor, programador, productor. Y en este punto hay que reconocer que en el medio hay un prejuicio, un prejuicio pesado, y estamos tratando lentamente de disolverlo. Entonces, esta propuesta también tiene ese propósito: es fundamental para motivar, valorar en esos términos económicos el trabajo, que aparentemente -y ahí radica el prejuicio- está separado de lo elevado, en lo artístico y en lo espiritual. Por otro lado, el éxito o no éxito de esta propuesta no está asociado a si llenamos o no la sala. Lo importante para nosotros es que mucha gente integra estas experiencias a su vida, que mucha gente quiere vivir un concierto y que esto no implique sólo ir a juzgar, a mediar el hecho creativo por un “me gusta” o “no me gusta”. Eso no es lo importante. La clave pasa por si me animo o no a exponerme a vivencias nuevas, potentes, abstractas. En cuanto a las proyecciones, te diría que la idea es poder generar nuevos repertorios que incluyan más composiciones locas, cosas que hemos hecho varios de nosotros, pero de forma desperdigada. Apostamos a crecer en las formas y niveles de producción y de integración de lenguajes. Queremos cultivar la interdisciplinariedad y, en ese marco, nutrir el desarrollo de lenguajes propios, generar una cultura de la construcción de nuevas formas de escucha.